sábado, 23 de marzo de 2024

Oración del Domingo de Ramos.Higinio



Voces que claman hosanna, niños y grandes acogiéndote como Rey. Corazones agradecidos, deseo de que todo mejore. Eres reconocido como el que viene en nombre del Señor. Aquel día te recibió tu pueblo, te aclamó tu gente, te alfombraron las calles los pobres. Pero habían miradas ocultas, corazones siniestros a los que molestaba un rey pobre montado en un borrico, un rey humilde y sencillo que habla de la verdad e invita a la justicia. Poco a poco las voces se fueron apagando, las voluntades comprando, y la mentira extendiéndose de forma sinuosa de boca en boca. No nos interesa un rey como este. Queremos un rey poderoso que solucione los problemas, someta voluntades y que a nosotros nos permita simplemente vivir y divertirnos. Y en poco tiempo apareció la cizaña, se alentó el miedo y se prepararon lo ánimos para quitarte de en medio, Señor. Los mismos que te aclamaron con júbilo, te desearon lo peor. Así de contradictorio y desagradecido soy, Señor. Siglos después hago lo mismo: hay momentos en que te aclamo, y momentos en que te doy la espalda. Tal vez no lo haga de manera manifiesta y burda, pero sí de forma oculta y ladina. Y el caso es que me sigues queriendo y apostando por mí. Amas mi humanidad contradictoria, mis cambios interesados, mis silencios cobardes, mi fragilidad dividida. Con la misma mano en que llevo una palma o ramo de olivo, oculto una piedra vengativa, un olvido o un desprecio. Tu conoces mi corazón y mi voluntad. Por mi te has mantenido firme hasta el final. Hoy quiero aclamarte y respetarte. No sé lo que te haré mañana. Al menos, en este hoy en que me encuentro, corto una rama de olivo y espero tu paso anhelante, para aclamarte con todo mi ser: Viva Jesús para siempre, mi Señor y mi Rey.

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