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viernes, 14 de enero de 2022

DIARIO DE UN CURA

Empiezo este año, contando la historia de una la chica que tiraba piedras con los pies. 

Hace unos días estuve en la casa de Javiela Romero.  Era una visita  prometida desde hace meses, pero hasta ahora no había sido posible. Javiela vive con su madre y las dos  son de mucha y amena  conversación. Juntas,  me contaron  el problema que tuvo Javiela al nacer y muchas de las aventuras que ya desde niña protagonizó a consecuencia  de  tener incompletas sus manos y la poca fuerza de sus brazos. 

Desde niña, me contaba, como los brazos eran muy débiles, aprendí a hacer trabajos con los dedos de los pies.  Enhebraba la aguja , rehilo, calar …todo con los pies. Me sentaba en el suelo y jugaba, escribía,  pintaba y tiraba piedras con los pies. Mis pies hicieron su función  de pies y también de manos y brazos.  Algunos niños se reían de mí por mis “manitas muertas” y entonces yo,  con una gran habilidad, con los dedos de los pies agarraba una piedra y  la lanzaba con tanta fuerza que ya me tenían miedo y me respetaban. Por Ingenio hay alguno que guarda la cicatriz en la frente y a veces, cuando nos vemos,  lo recuerda y nos reímos. 

Pero no crean que ahora sigue siendo así, aunque algo debe quedar, me supongo.  Su madre no  la educó sobreprotegiéndola, sino animándola a superar las dificultades con que había nacido. Ahora Javiela ya no tira piedras sino que da clases de pintura a los niños, toca la guitarra y se desenvuelve en la vida como cualquiera de nosotros, o mejor.  Es monitora del Centro de Mayores de Ingenio. 

El carácter de Javiela y la colaboración de la madre ayudaron mucho a no quedarse encerrada y saber defenderse ante cualquier problema. 

Es un ejemplo de lucha, perseverancia y progreso. La fuerza que faltó en sus manos la trasladó a sus pies y, sobre todo, a su voluntad. 

En su casa hay pinturas suyas, bastantes, realizadas con los dedos de los pies y con la boca. También a mí me ha regalo un óleo lleno de colorido y simbolismo que hoy me gustaría enseñarles a ustedes. 

Ya ven, he empezado un año nuevo con el encuentro con una mujer extraordinaria. Alguien que anima para que este año nuevo sea próspero. Que no haya ninguna dificultad que nos acobarde. Y si no, acuérdate de Javiela, la chica que apedreaba a los niños con los pies, pro que también pintaba, cosía y tocaba la guitarra.

viernes, 19 de noviembre de 2021

DIARIO DE UN CURA:JESÚS VEGA

 

DELANTE DE UN CUADRO DE CAYETANO LLEDÓ

En casa de mis padres había un retrato muy grande de Jacintita, alguien de la familia que ahora no sé quién podía ser. Sólo sé que los pequeños de la casa le teníamos respeto y a veces miedo porque sus ojos nos miraban, desde donde quiera que nos pusiéramos.

Desde hace unos días tengo en mi casa un retrato bastante mayor que el de Jacintita. También me mira fijamente. Pero no le tengo miedo, qué va. Porque me hace mirar hacia adentro y descubrir lo que soy, lo que seré.

No tengo mucho de qué presumir pero ahora sí.

Presumo de tener un cuadro inmenso pintado en unos minutos por Cayetano Lledó un joven gallego que se subió al escenario, hizo ilusionismo, puso humor y nos encantó a todos poniendo unos manchones en un lienzo de dos metros y en los que, que, poco a poco, iba apareciendo un rostro que se me antojaba igual que el mío.

Presumo de ser así como estoy viendo en el cuadro.

Y en esos momentos, con un teatro casi lleno de gente de mi pueblo y comprobando que de aquellos brochazos iba saliendo un rostro parecido al mío, pero mejorado, se mezcla un poco de vanidad, un mucho de vergüenza, un tanto por ciento de emoción… y no sabes si levantarte y agradecer o meterte debajo de la butaca…

Después pasan los minutos y pienso: Qué torpe estuve, podía haber dicho unas palabras, pero sólo me limité a sonreír y ya más tarde, en privado, agradecer al artista, Cayetano Lledó, que, sólo con haber mirado unas fotos pero sin tenerlas delante, sin conocerme, ni haberme visto nunca, pudiera hacer un retrato en sólo 10 minutos de más de dos metros de alto.

Me sentí agradecido también a José Antonio Sánchez que nos ofreció la oportunidad de disfrutar del trabajo en vivo de un pintor excepcional.

Y ahora qué hago, con este inmenso cuadro que me mira a mí mismo y me está diciendo en cada momento cómo tengo que ser, cómo tengo que estar, cómo tengo que vivir. Ahí lo voy a dejar para que me siga mirando

Ahora soy yo mismo quien me mira, ya no es Jacintita. A mí que nunca me miro al espejo, me hace recordar que sí hay que mirarse y verse más. Y descubrir lo que ha ido cambiando en mí y lo que me queda por cambiar. Que este rostro pintado en 10 minutos con tanta perfección es el mismo que, lleno de imperfecciones, se ha ido transformando en tantos años de mi vida.

Es momento de hacer una pausa y mirarme. Así lo dice Mario Benedetti:

“De vez en cuando hay que hacer

una pausa

contemplarse a sí mismo

sin la fruición cotidiana;

examinar el pasado

rubro por rubro (trozo a trozo)

etapa por etapa

baldosa por baldosa

y no llorarse las mentiras

sino cantarse las verdades”.

Y yo me digo preguntando: ¿Lograré que la mirada cómplice de mí mismo haga mejorar el retrato de mi vida?

“Y cuando llegue el día del último viaje,

(digo ahora con Antonio Machado)

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontrarán a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar”

 

viernes, 5 de noviembre de 2021

LIDIA TENÍA HAMBRE.DIARIO DE UN CURA


LIDIA TENÍA  HAMBRE 

En cierta ocasión, me cuenta un amigo, paseando por la calle, vi en un rincón, aterida de frío y hambre, a una niña de apenas cinco años. Tenía la cara tapada con las manos y con las lágrimas. Aquella chiquilla de nombre Lidia, tenía hambre, y sobre todo, carecía de cariño. A mí el corazón se me desgarró y me enfadé contra Dios y le dije:

-¿Por qué permites estas cosas Dios? ¿Eres tú ese Dios justo del que se habla en las iglesias? ¿Por qué no haces nada para solucionar estos problemas?

Dios guardó silencio y yo me volví a mi casa. Cuando, después de cenar, me disponía a descansar, entonces Dios me contestó, no sé cómo, pero yo lo escuché esto:

       -Me decías que por qué yo no hacía nada por aquella niña abandonada. Y te digo la verdad: Yo sí que he hecho algo. Te he hecho a ti. Te he hecho a ti, y a otros, para que vayan a socorrer a esa niña y a otras muchas personas. 

Ésta es la historia que suelo contar cuando alguien culpa a Dios de los males de este mundo, como si Él fuera responsable y no nosotros mismos que lo  permitimos, sabiendo que evitarlo está en nuestras manos. 

Admiro a la gente que es consciente de que nosotros podemos evitar la mayoría de los problemas. Aunque nos resulte  más cómodo  echar la culpa a Dios, a la Iglesia o a  otras personas sin incluirnos nosotros. 

Hace unos días, con motivo de Domund,  hablé  de  los misioneros que lo arriesgan todo por ayudar a personas que no son ni de su familia, ni de sus amigos, ni tampoco vecinos: Ellos dejan la tierra y la familia y  se lanzan a la aventura de compartir con otros lo que ellos recibieron en abundancia. Y recuerdo con gratitud a  los amigos de aquí que decidieron entregar su vida en América o África: Carmen Nieves, Hija de la Caridad, de la Isla de La Palma que trabajó duramente  en la selva de Bolivia  por salvar a niñas como Lidia; a Manolo Medina cura diocesano que no aguantaba el soplo del Espíritu que lo llamaba a América y se entregó al pueblo sencillo de Colombia; a Isidoro Sánchez que  ahora es cura de Castillo del Romeral y dio los mejores años de su vida en Nicaragua... Manolín Ramírez, sacerdote de  Ingenio que anda por Mozambique dando su juventud y su fe  con todas sus energías.   Y otros más, como  Inmaculada, de Firgas, que en Malawi sacó adelante un hospital para la gente más pobre y abandonada.  

        Y junto con ellos otros muchísimos jóvenes y adultos que un día y otro me hablan de sus ansias de hacer algo más por los otros. 

Pero mi admiración por los misioneros de mares afuera o tierra adentro, cuestiona también mi vida:  

¿Y no puedo también ser misionero?

Muchos lo hacen   echando una mano aquí al ladito, en Cáritas, o Protección civil o Cruz Roja. Y otras muchas ONG. 

Me emocionaba estos días viendo cómo la gente de nuestros pueblos, muchas de ellas con poquísimos recursos están  solidarizándose con  los afectados por el volcán de la Isla de La Palma. Es otra forma de ser misionero, tan evangélica como la de mis amigos que trabajan en América o en África. Benditos misioneros que se esfuerzan, cerca o lejos,   por los demás. 

Dios, no eres Tú el culpable, estoy seguro. 

Gracias a ti, esa niña de 5 años, Lidia,  aterida de frío y hambre, ya está siendo atendida. No fue necesario un milagro tuyo. Lo has hecho a través de los misioneros y misioneras de acá y de allá.  Cuando te culpamos a ti o a la Iglesia, es que, seguro, no hemos levantado un dedo para  ayudar a Lidia o a otros niños y niñas que esperan de nosotros lo que Dios nos dio.

viernes, 22 de octubre de 2021

MILAGRO PARA SU RESTAURACIÓN .DIARIO DE UN CURA

             

MILAGRO PARA 
SU RESTAURACIÓN 

Me está costando mucho mirar cada día cómo se destruye la Isla de La Palma. Hiere profundamente la imagen de una lava devoradora que destruye; que arrasa lo que los hombres y mujeres de La Palma levantaron con tanto sacrificio y cariño.   Y ni siquiera podemos desahogarnos culpando a nadie de este desastre.  Nos queda llorar y preguntarnos qué podemos hacer ahora. 

Algunas personas me sugieren que pida un milagro. Y yo creo en el poder de la oración. Pero me cuesta mucho pedir milagros, pedir que la Naturaleza se comporte de un modo diferente. Tal vez hay que pedirlo pero esta fe no es tan grande.  Me gustaría que fuera posible restablecer  los campos de fútbol, las iglesias, los colegios, las fincas de plataneras y las tan queridas viviendas que el volcán ha escondido  bajo sus cenizas. Tampoco voy a pedir a Dios ni a la Virgen que lo haga. 

Lo que sí pido es que entre todos seamos capaces de restaurar esta Isla bonita y querida. Que podamos sanar todas las heridas  que está dejando este volcán destructor. 

Hace unos meses se descubrió que la imagen más querida y valiosa   de una de mis parroquias necesitaba ser restaurada con urgencia o se perdería para siempre. Se informó a la gente. Y muchos creyentes dijeron enseguida: 

-Vamos a buscar el dinero para restaurarla.

Nadie me propuso pedir un milagro. 

Y cuando pasaron los meses y Amparo Caballero, la restauradora, nos trajo la imagen ya “curada”, limpia y alegre como siempre, dimos gracias a Dios porque con la colaboración del pueblo y alguna institución y el buen hacer de una profesional,  hubo milagro. 

Me pongo de rodillas ante la imagen restaurada  de la Virgen de Candelaria de Ingenio y le digo que interceda ante Dios para que sea posible que, con la misma fe, pongamos en común nuestras voluntades y nuestros dineros. El milagro vendrá, debe venir. Lo creo y lo espero.   Para que vuelvan las clases, el deporte, las catequesis, las fiestas, las reuniones familiares y la tranquilidad a La Palma. Que esos nombres que ya forman parte de nuestro vocabulario y nuestro cariño  como  Todoque, La Laguna, Tazacorte, Los Llanos o El Paso resurjan de sus cenizas y podamos valorar la grandeza de Dios y de la   Naturaleza. Y la grandeza de todas las personas que no sólo lamentan y lloran sino que echan una mano.  Como  La señora que me llamó por teléfono para decirme:

-Hace unos meses empecé a ahorrar para viajar con mi marido a La Palma el próximo verano. Pero como ha pasado esto,  le voy a enviar el dinero que tenemos guardado para que usted lo mande para ayudar a los que se han quedado sin nada. 

Creo en los milagros, claro que sí. 

 

viernes, 23 de julio de 2021

Diario de un cura: Mi vecina y la vecina de Jesús

 


Tuve yo una vecina, hace de esto bastantes años, que sabía de mi vida…bastante más que yo. A veces llegaba alguien a la casa parroquial, tocaba en la puerta y ella, que siempre estaba al acecho, se asomaba y le explicaba:

Él no está, ya salió hace una hora. Creo que está en la casa de los amigos que tiene una calle más abajo.

La cosa es que muchas veces acertaba y yo ni siquiera la había visto a ella desde hacía días.

Por cierto que  de los muchos vecinos y vecinas que he tenido, no recuerdo haberme quejado de ninguno. Al contrario, me siento muy agradecido a ellos.  Y además, casi siempre, he tenido cerca, además de a personas como Nenita, Isabel Teresa o Enma, al mismo Jesús, el Bueno, el de verdad,  porque en las parroquias he vivido siempre a pocos metros de la iglesia y por tanto del sagrario. Y eso me ha permitido verlo fácilmente, hablar con Él y sentirlo como un vecino más. .

Casualmente, uno de los libros que ya estoy leyendo  y que  me llevo a la playa  este verano es  “La vecina de Jesús”. Lo escribe Toño Casado. ¿Se acuerdan? El creador de 33 El Musical.  La vecina de Jesús, el de Nazaret, se llama Damiana.   Y es ella quien va contando con  bastante humor, lo que ve y oye de Jesusito como ella lo llama.  .Porque Damiana no entiende a la juventud y mucho menos las cosas de ese chiquillo de Nazaret que tiene a la gente revolucionada.

Me parece un buen libro para conocer a Jesús desde otra perspectiva. Porque el autor recoge  muchos momentos de su vida sgún los evangelistas. Pero también según la posible interpretación  de los vecinos cotillas, que siempre los hay y los había. El humor es una forma bonita  de transmitir  el mensaje de nuestro Maestro. Que nunca nos falte.

Y precisamente  otro de los libros que este verano llevo en el bolso  es el Nuevo Testamento. Normalmente me acompaña  siempre. Pero el de este año está recién editado y tiene interesantes novedades.  Es el “Nuevo Testamento. Una adaptación al lenguaje inclusivo y canario”.  Han colaborado en su edición teólogos reconocidos de nuestras islas como Juan Barreto, Felipe Bermúdez o  Antonio Quintana.  Y es que  resulta mucho más cercano leer que Jesús nos habla utilizando ustedes en vez de vosotros. O que San Pablo ya no nos  dice “Estad siempre alegres” (Carta a los filipenses)  sino “Estén ustedes siempre alegres”.

Pues sí, alegre  y agradecido me voy con estos libros y alguno más.

El verano suele uno aprovechar para salir con la gente amiga. O talk vez nos vamos a un apartamento y descubrimos que el vecino de al lado resulta ser una persona amable con quien se empieza una buena relación. Es la importancia de tener buenos vecinos. Te puedes sentir vigilado o o acompañado.  Nade mejor que tener de vecino o vecina a gente buena, agradable, simpática, alegre. Como Jesús.

Nada mejor que ser el vecino o la vecina de Jesús.

 

domingo, 4 de julio de 2021

DIARIO DE UN CURA.JESÚS VEGA


 VACACIONES CON LÁPIZ


Uso normalmente el bolígrafo para cualquier anotación. Bolígrafo azul o rojo. Pero desde hace unos meses he comprendido la utilidad del lápiz.  

Mis amigos hablaban  ayer de verano y de vacaciones. Entusiasmados, barajaban  muchas opciones para viajar juntos: Camino de Santiago, Lanzarote, Fuerteventura, Madrid, Bosnia… o hacer el Camino por  senderos de  Tunte y Gáldar.  Muchos destinos, pero todos un poco en el aire porque nunca hemos vivido en tanta provisionalidad.  Lo que hoy tenemos claro, igual la pandemia lo cambia mañana. La pandemia o también  las autoridades sanitarias o políticas. 

A mí, la verdad, me gustaría ir a Galicia. Y a Cantabria. Y a Bosnia y a Lanzarote. Pero las vacaciones de un cura son siempre inseguras. Primero, porque debo garantizar un compañero  que  me sustituya mientras estoy de viaje. Curas somos pocos. Y cada verano resulta más difícil encontrar a alguien que  esté dispuesto a hacerse cargo de una parroquia durante veinte días o  un mes.  Normalmente  hay  que buscarlo fuera de las Islas. Por eso, mis vacaciones penden de un hilo. De dos, más bien: La pandemia y la suerte de encontrar un compañero. Pura provisionalidad. Por tanto, puede ser que tenga vacaciones. O puede que no. 

Con esta indecisión  viví también la fiesta de San Pedro y San Pablo de mi pueblo. Sin saber si el programa preparado con un mes de antelación podría cumplirse o no.  Y con la duda constante de si aquellas personas con las que había contado para los distintos actos  podrían cumplir su compromiso o no. 

Estamos aprendiendo a vivir con  lo provisional.   

Ayer  tarde hablé  largamente con una prima. Me sorprendió su capacidad para valorar y asumir que casi todo puede ser transitorio. Y que hay que tener la suficiente claridad de ideas para aceptar los cambios que la vida te puede dar.  Tenía claro que por aquí andamos de paso.  Y que hay que estar abiertos a un nuevo rumbo porque lo que hoy es sí, mañana puede ser no. Pura provisionalidad. 

Tiene su encanto vivir cada día sin demasiada programación. La agenda siempre escrita a lápiz porque nada es definitivo del todo. Muchas veces hay que borrar lo escrito y recrearse en lo imprevisto. Ya no vale el bolígrafo. 

Hoy quiero recrearme en cada hora y cada momento del día. 

Lo que voy a hacer no lo marco yo. Lo hace la gente para la que trabajo. El teléfono, la puerta, el confesionario y la calle te van diciendo lo que hay que hacer, con quién tienes que pararte a hablar, a quién debes visitar. Y hay Otro que, desde la invisibilidad, marca las líneas más fuertes, sugiere y anima el día a día.  

Cuando me preguntan si este año cojo vacaciones o si salgo de viaje, tengo que decir que no lo sé.  Lo tengo anotado sólo con lápiz y ya se sabe: una pequeña goma de borrar puede cambiarlo inmediatamente. Por eso en mi agenda, últimamente, nada se escribe con bolígrafo. Intento disfrutar el momento, lo provisional,  escribiendo a lápiz. 

 


viernes, 18 de junio de 2021

DIARIO DE UN CURA:TIMOS, ESTAFAS Y OTROS ENGAÑOS

Hace unos días, a la una de la madrugada,  sonó el teléfono de la casa parroquial:

-Padre vivo en su parroquia y necesito que me ayude a pagar el viaje a Fuerteventura pues se ha muerto mi padre. A las pocas preguntas que le hice, el hombre  fue notando que no me lo estaba creyendo… y colgó.  Al día siguiente, otros sacerdotes del sureste me contaron que también ellos habían recibido la llamada con parecidos argumentos. 

La verdad que tengo una gran experiencia en sufrir intentos de timo, engaños y estafas. A veces he caído en la trampa y otras he podido escapar. Y eso que uno está convencido de que  es mejor equivocarse y ayudar antes que dejar desamparado a alguien por culpa de la desconfianza.  

Todos los curas hemos sido timados alguna vez o por lo menos lo han intentado. Lo bueno es que, gracias a eso, tenemos anécdotas que contar y un máster  gratuito sobre el tema.

En una parroquia del norte de la Isla  un hombre casado engañó a su párroco diciendo que era soltero para poder  casarse con otra muchacha que había conocido en el Sur. Y una madre falsificó el certificado de nacimiento de su hija para intentar adelantar en un año la primera comunión. Menos mal que la caligrafía que usaron les delató muy pronto. 

    Hace algunos meses, varios curas recibimos un mensaje  del teléfono de un compañero. Nos contaba  que estaba atravesando una muy mala situación y nos pedía que  le prestáramos un dinerillo y lo pusiéramos en su cuenta. ¿Cómo íbamos a decirle que no al bueno de Paco Martel? 

Y es que alguien le había  robado el móvil y lo aprovechó para conseguir unos cuantiosos beneficios.  

Recibí un correo  de una señora de Estados Unidos que dice ser muy rica y quiere hacer una importante donación. Y mira por donde, se acordó de esta parroquia para   ofrecer  una cantidad  súper millonaria  para obras de Caridad. Sólo que, para  los trámites  había que mandarle antes  unos miles de euros….

A un compañero le llamó un señor  diciendo que era sacerdote de no sé qué lugar y que si le permitía alojarse unos días en su casa. El cura, tan hospitalario, le dijo que sí y le preparó una habitación.  Hasta que al día siguiente el falso cura desapareció llevándose algunos objetos de la casa parroquial. 

Y el párroco de  un pueblo vecino recibió la visita de un señor que quería  regalarle un saco de papas. Venía rápido, como todos los que quieren estafar. Y al salir le dijo que el saco lo había dejado  en el taxi que lo trajo y que le estaba esperando. Y que, como se le olvidó la cartera, si le podía dar unos euros para pagar al taxista. Se los dio, claro.  De esto hace ya unos años. Todavía no han llegado las papas. 

Y así podría seguir mi diario contando otras historias tan reales como estas. 

Mariano Medina es un sacerdote aruquense y bastante experimentado. Él  me dice que, cuando alguien  se presenta diciendo “me han hablado muy bien de usted, porque dice que es muy comprensivo, muy carititivo, que la gente le quiere mucho,  etc. enseguida pone la dinámica de la defensa.  Porque sabe que, después de los elogios, viene el sablazo o una petición imposible. 

Mariano, sabe más el diablo por viejo que por diablo. 

Pero hay otras estafas disimuladas, finas, de las que es imposible escapar. 

Por ejemplo la de los bancos. Cuando ingresamos las monedas  recogidas en las colectas de las misas del fin de semana, debemos llevarlas contadas, separadas, en blister… ¡Y por ingresar calderilla nos cobran 9 euros cada semana!

Aunque no sólo nos estafan a nosotros los curas. Y si no, cuando acabe este mes, echen un vistazo al recibo de la luz y ya me dirán. Lo malo que esta vez, todos caeremos. Aunque hayamos puesto la lavadora a las 2 de la madrugada.

SUSO VEGA

viernes, 4 de junio de 2021

DIARIO DE UN CURA:


  

Canarias y el precio de la luz

Un cura amigo se esmeró el domingo pasado, 30 de mayo,  en explicar a los niños que era  el día de la Santísima Trinidad. Y lo explicó de maravilla, con palabras muy sencillas para que los chiquillos entendieran lo de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y, convencido de que los niños lo habían entendido perfectamente, preguntó:

¿Entonces qué fiesta celebramos hoy?

Y la respuesta del chiquillo más espabilado produjo carcajada general en la iglesia.  

-¡Hoy, dijo con toda fuerza, se celebra el Día de Canarias! 

Por cierto que el Día de nuestra Comunidad autónoma puede convertirse en un día de sufrimiento si uno  comprueba que, para algunos,  no pasa de ser la ocasión de  ponerse un cachorro, comer sancocho  y  poco más. 

Estaba difícil compaginar este año la coincidencia de la  fiesta religiosa con el Día de Canarias.  También yo me esforcé en explicar que el amor a Dios pasa por defender la cultura canaria,  incluida la lengua. Y luchar por  los derechos de todas las personas  que ahora mismo  en Canarias  están sin trabajo o amenazadas de quedarse sin él. Basta echar una ojeada a los datos que nos cuenta  Cáritas. Más de 14.000 familias de nuestra provincia tuvieron que acercarse  el pasado año por alguna cáritas parroquial ,  y no por gusto, a solicitar algún tipo de ayuda. Menos mal que en nuestras Islas  Cáritas cuenta con  1.200 voluntarios y voluntarias que se afanan por escuchar y servir. Y gracias también a muchas personas y empresas de nuestra tierra  que  echan una mano generosa para ayudar.  Por ahí debe andar ese Dios Padre…

En la homilía del Día de Canarias (perdón, del día de la Trinidad) me permití criticar a los que, siendo también de esta tierra, escriben   en los grupos de whatsapp   cosas como estas: “Os deseo un feliz día de Canarias”, “Gracias por vuestro apoyo”  “Que lo paséis muy bien”.  Esa forma de hablar en gente de  mi tierra   no pega ni con gofio ni con plátanos. 

 Y de repente vino  el mes de junio con la gran subida del recibo de la luz y la invitación a planchar y poner la lavadora de madrugada para ahorrar  un poco. Vergonzoso. Pero lo positivo  de este insulto a la población es la gran cantidad de chistes y memes que han circulado gracias a la ingeniosa capacidad de muchos. Menos mal que nos queda el humor. 

Y hasta cómico  resulta que el lema  de Cáritas de este domingo de Corpus, elegido hace ya meses, cuando no se conocía lo que iba a ocurrir con el precio de la electricidad, sea  DA LUZ CON CÁRITAS.  Pero la ONG de la Iglesia se refiere al compromiso por el mundo y por Canarias: “Tu compromiso es Luz solidaria”.  Menos mal que esa luz, ese compromiso, puede estar encendido  de madrugada, de día o de tarde. Y siempre al mejor  precio: el amor a los otros, a todo el mundo.

viernes, 14 de mayo de 2021

DIARIO DE UN CURA


ME HICIERON UN REGALO

Ocurrió esta misma semana. Me encontré con Manolo, a eso de las 9 de la mañana,  en la misma puerta de la iglesia.  Venía a contar  su problema porque calculó  mal los gastos del mes y ya no le quedaba para poder comer. Le dije que ese mismo día podía pasar por Cáritas parroquial que, seguro, le ayudarían. 

 Por la tarde, Manolo volvió.  Esta vez tocó en la puerta de  mi casa. Me extrañó su visita. Me dijo que estaba muy agradecido por lo bien que le atendieron en Cáritas y que me traía un regalo.


Lo tengo ahora mismo sobre la mesa: Un folio con un poema de Bertolt Brecht y una revista del Partido Comunista. Recogí y agradecí sinceramente el regalo y aproveché para dialogar  del  compromiso político y cristiano. Coincidimos en que se puede ser lo uno y lo otro si uno no se deja llevar por fanatismos. 

Casualmente, ayer mismo, a  unos 200 metros de donde vivo, se incendió una casa. Por la tarde algunos feligreses me propusieron ir a visitar a María, la persona que perdió prácticamente todo lo que había en la vivienda.  Con Fabián, Juana Fefa y Loly estuvimos allí acompañándola a ella y a sus familiares. Dialogamos con sus hermanas y sobrinos y, por supuesto,  nos ofrecimos a echar una mano para solucionar el problema.  

Lo curioso es que hoy mismo me llamó un conocido político para decirme que también él visitó a  la persona que sufrió el incendio y que allí se enteró de  que la gente de la parroquia también la había visitado.  Y acabó diciéndome: Creo que tengo que reconciliarme con la Iglesia.  Porque siempre que hablo  de  ustedes es para criticarles. 

 ¡Bendito sea Dios! Esto último, que conste, soy yo quien lo digo…

Me alegra que, al margen de las ideas, cristianos o no,  tengamos un compromiso con la sociedad y nunca nos quedemos de brazos cruzados. Como el impactante  compromiso de la vecina de La Garita, en Telde, Isabel Santana.  En  estos tiempos en los que algunos  siguen diciendo que no son racistas pero rechazan a  inmigrantes que llegan a Canarias,  Isabel acogió varios meses en su casa a Youssuf,  un senegalés llegado en patera a nuestra Isla y que vivía en la calle. Y no sólo eso.  Como el joven quería viajar a la península para unirse con otros familiares  y  la Policía se lo impedía, Isabel luchó, con la ley en la mano,  para que pudiera embarcar. Y para que  no tuviera problemas dentro del aeropuerto, Isabel sacó un pasaje también para ella y así poder acompañarlo hasta la misma entrada al avión.  

Hacer el bien  no tiene más color que la bondad. 

El regalo más grande que le puedes dar a los demás, dice Bertolt Brecht,  es el ejemplo de tu propia vida. 

Esta semana, además del que me hizo Manolo, he recibido otros regalos más que quisiera compartir. 

“Hay hombres, decía el escrito que recibí,  que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero están los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

Me he encontrado con algunas personas imprescindibles. 

¿Qué mejor regalo puedo recibir y dar?

viernes, 30 de abril de 2021

DIARIO DE UN CURA

DESDE LA VENTANA DE MI CASA

Quince días he estado mirando la vida desde una ventana. He visto pasar a la gente, aparcar coches, me han tocado en el cristal, he sentido entrar el viento. No ha entrado nadie en la casa. Tampoco yo he podido salir. Begoña traía  el café y los periódicos cada mañana: los primeros respiros del día.

Fefi, Loly, Juana Fefa y otros  se acercaban a recoger la llave de la iglesia o a dejar algunos sobres o hacer un comentario ligero sobre el día. Era como un contacto con toda la parroquia. 

Con algunas personas rezaba cada día a través del teléfono y poníamos la vida de los amigos, de la familia y de las parroquias delante  del Señor.  Pensaba en los que han tenido o están teniendo peor suerte, más incomunicados o más olvidados o más doloridos. 

Tenía otras ventanas abiertas gracias a Internet, pero esta es la más viva, la más real. Veía a la gente como es. Entraba calor cuando hacía calor y frío cuando hacía frío. Las sonrisas eran de verdad y las palabras, poquitas pero suficientes. 

La misa de cada día, menos los lunes, en una parroquia u otra. Veía a los que leían, a los que comulgaban, a los que subían y bajaban de la sacristía. No tuve sensación de estar confinado. Ni mucho menos. Tuve la sensación de ser una persona de mucha suerte que cada día, por cualquiera de las ventanas, me ponía en contacto con mucha mucha gente. 

Todas las mañanas me llamaba una doctora que me hacía el seguimiento. Teníamos una conversación ligera en la que casi siempre le dije que me encontraba bien y agradecía  sus consejos. Me dijo que se llamaba Concepción Matoso y que era creyente y que le alegraba saber que yo era cura.  Escuché canciones y algunas confidencias telefónicas. A veces me costaba hablar por teléfono y prefería siempre los mensajes. 

Ahora, recién acabado el confinamiento, la nevera la tengo llena. Imposible comerse todo lo que iba llegando. El corazón también quedó lleno. 

 Fui escribiendo notas cada día  para saber el proceso. La temperatura corporal,  y la saturación cada mañana y cada tarde. O los consejos médicos del día o alguna anécdota. Por último, ya resultaba  aburrido no tener fiebre y saturar 97 o 98 cada día. Desde el viernes abandoné mi pequeño diario. Todos los días empezaron a ser iguales. 

Los compañeros curas fueron curas y fueron compañeros. Siempre disponibles. También los que venían a celebrar la eucaristía. 

Desde lejos notaba la buena colaboración de la gente de la comunidad. Las parroquias marchan mejor sin cura. La gente sabe que hay cosas que hacer y que la parroquia ahora es más suya. Hubo unión, participación y buen rollo.  Y eso me daba mucha satisfacción. En toda familia hace falta que el padre o la madre se ponga malo para comprobar que los hijos son hermanos.  Sabía que tenía  muchos sobrinos y ahora me he dado cuenta que tengo el doble. 

He seguido la liturgia de cada día.  He escuchado, gracias a la transmisión de la eucaristía, la homilía del compañero de turno. Y hoy mismo, leyendo lo que san Pablo dice a los cristianos de Corinto, me puse a copiarle. A veces no quedamos con algo meramente anecdótico de Pablo, por alguna frase desacertada que escribió. Pero Pablo fue un hombre de fe, entusiasta, luchador, trabajador, entregado al servicio del evangelio, valiente, perseguidor y perseguido, sincero, inteligente, lleno de Espíritu… a veces soberbio, a veces humilde.

También yo me presenté a ustedes débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que nuestra  fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Eso quisiera ser. 

Me gustaría seguir mirando por la ventana para que nunca pierda el contacto con nadie:  con la chica que pasea su perro delante de mi casa, el joven que riega el jardín o refresca la plaza cada mañana, los amigos que se sientan en el banco cerca de la sacristía, los señores que dialogan  en la puerta de la iglesia… A través de cada uno me llega el Espíritu de Dios. 

A lo mejor la palabra del evangelio de hoy me repite lo que Jesús decía y dice: Que ustedes y yo somos la sal de la tierra. Que tenemos que darle buen gusto a la comida de la vida. El buen gusto es llevarnos bien sin dar importancia a tonterías. Es mantener el buen humor y la alegría. Mandarnos chistes y memes, reírnos, animarnos, felicitarnos y tener siempre la ventana abierta, sin rejas, para que, quien quiera, coja la llave y descubra que aquí dentro hay una comunidad de gente normal, que quiere ser buena y que a veces mete la pata. Y que no le gustan los cristianos raros, ni los que ven pecado por todos lados, ni andan todo el día con rezos, novenas, triduos y devociones extrañas  porque nos podemos cargar el Espíritu de Dios. Y el Espíritu está por fuera de la ventana y por fuera de la iglesia. Los virus pueden estar dentro. 

Abramos las ventanas.


viernes, 16 de abril de 2021

DIARIO DE UN CURA



El barco se fue alejando

Llevo  unos días confinado.  Primero, voluntariamente. Después, porque así me los han recomendado. Ningún tiempo está perdido. Siempre se gana. Me está  sirviendo  para llenar algunos vacíos.   He tenido tiempo para escuchar  a Rozalén, algún tema  de Athenas y otros músicos que se han encargado de  poner en reposo los sentimientos y momentos convulsos. 

La semana santa, este año para mí  tan  doblemente especial, necesitaba un tiempo extra, con horas libres  y me lo regaló el asma y el médico y el covid. Y mi sobrina Irene con la canción Qué bonito que en estos días ha sonado mucho en mi ordenador. 

Hace mucho, cuando yo tendría apenas doce años,  dos hermanas mías, Pino y Rosa, iniciaron una aventura que costó muchas ilusiones y no pocas lágrimas. Dejar la Isla y marchar  a una tierra entonces tan lejana, a la Península,  era algo difícil de entender.  Mi madre y algunos más de la familia estábamos al pie de aquel barco inmenso, alto,  o eso me parecía a mí,  que empezaba a alejarse lentamente del muelle de La Luz.  En los  altavoces sonaba la canción de María Mérida: “Adios, Canaria querida, me voy a tierras extrañas…”.  Y, desde el barco, inconsolables, estaban mis hermanas despidiéndose. Como si nunca más fueran a reencontrarse con su madre y sus hermanos. Abajo, en el muelle, quedaba la soledad y las lágrimas de los que veíamos alejarse, parsimoniosamente, a las dos jóvenes  hermanas  que no volveríamos a ver hasta muchos años  más tarde.    

Pasó mucho tiempo. La comunicación por carta era al principio  la única forma posible de acortar la distancia. El  teléfono era  demasiado caro para nosotros. Pero Pino  aprovechaba cualquier cabina de Madrid estropeada, en el barrio que fuera, para poder conectarse con nosotros, sus hermanos. 

Y cuando formó su hogar, al lado mismo de la Clínica de la Paz, en la calle San Modesto, allí  encontramos refugio y acogida cada vez que, por la razón que fuera, había que ir a Madrid. Pino, como su marido y sus hijos, abrieron la puerta de su casa a mucha gente de Ingenio. Nunca una casa tan abierta. Nunca la palabra hospitalidad tuvo tanto sentido.

En esta semana santa, Pino, que hace unos años regresó  otra vez a su tierra canaria, sin perder el acento ni el cariño, nos convocó a todos y se despidió. Era viernes santo. Un día para celebrar a los que saben de cruces, sacrificios  y solidaridad. Tenía que ser un viernes santo.

Y por cierto, qué gran consuelo que, en momentos de muerte o de enfermedad, se pueda sentir la cercanía de la gente que te aprecia, de la que no pensabas que te quisiera tanto y de la que en cualquier momento, por ejemplo en la habitación del hospital, está dispuesta a ponerse en tu lugar y acompañar a tu madre. 

Lo he escuchado muchas veces en estos días: ¿Necesitas algo?  Te puedo ayudar? ¿Te hago algún mandado? Puedes contar conmigo, llámame a la hora que sea, cuenta con mi oración, me lo dices que yo lo hago…

Las mismas frases que escuché muchas veces a  Pino.  Y el barco de nuevo  se fue alejando  hasta perderse en el horizonte con aquella canción: Adios Canaria querida, me voy a tierras extrañas/ Suceda lo que suceda, de mi querer no se apartan: en mi corazón va escrito este nombre Gran Canaria.


Y aquí, en tierra,  musitábamos, silenciosos: 


Qué bonito sería poder volar

Y a tu lado ponerme yo a cantar

Como siempre lo hacíamos las dos

Que mi cuerpo no para de notar

Que tu alma conmigo siempre está

Y que nunca de mi se apartará.

viernes, 5 de marzo de 2021

DIARIO DE UN CURA: RESTAURACIÓN

 


Una de mis hermanas, cuando me llama, siempre  empieza con  la misma pregunta: ¿Hay alguna novedad?

Y mi respuesta también suele ser siempre la misma.

-No, nada. Todo sigue más o menos  igual. 

Pero no, no  es verdad.  Cada día ocurren muchas cosas nuevas. Nuevas e interesantes. Ayer mismo me propuse ir anotando en mi Diario las distintas novedades  de la jornada. Y resulta que en la oración de la mañana,  el salmo decía: Oh Dios, restáuranos. Que brille tu rostro y nos salve.  

Restáuranos, qué casualidad. Porque, no me lo van a creer, pero ayer mismo, a eso de las 9,30 de la mañana se llevaron  la imagen de la Virgen de Candelaria, la patrona del pueblo, que necesita ser restaurada. Y, un ratito antes,  una señora me llamaba para compartir su pena y hasta sus lágrimas porque ya sabía que durante algún tiempo no va a poder ver a su Virgencita, a la que visita cada día para orar ante ella. 

Me conmovió el dolor y sensibilidad  de aquella mujer. Luego comprobé que no era cosa de una sola mujer. Arriba, en el camarín donde está la imagen de la Virgen, habían otras personas: Juan Jesús, Alexis, Aurelio, Vanessa, además de Amparo, la restauradora.  Y el ambiente que,  normalmente entre nosotros es de alegría y buen humor, ayer, mientras los de la empresa del traslado bajaban y “amortajaban”  la imagen, parecía más propio de un duelo. 

 Qué bueno que haya esta sensibilidad. Que las situaciones sociales y religiosas nos afecten porque las hacemos nuestras.  Durante la mañana algunas personas llamaron o se acercaron para conocer más de cerca lo que estaba ocurriendo con una imagen que durante siglos ha sido vínculo de unidad en el pueblo. 

¿Hay alguna novedad?


Paqui me llama más tarde para contarme la  situación de una familia muy necesitada que solicita ayuda en Cáritas y  Esperanza me pregunta por la persona fallecida.  Marimar me manda la canción “Adios Reina del cielo”  y Aythami me cuenta lo de su próxima boda.

La tarde tampoco está ausente de novedades. Me toca compartir el momento duro de la despedida de Ángel. Y el momento agradable de conversación con Dámaso y Liliana.

 Cuando ya va anocheciendo, parece que todo empieza de nuevo. Una misa con un vacío que impacta a todos. Y un mensaje de  cuaresma que invita a que también nos restauremos nosotros. Restaurar una imagen es costoso. Pero  ahora la Palabra habla de restaurarnos nosotros.  Cuando las canciones hablan de conversión y de cambio me están  diciendo que también yo, también la comunidad, necesita una buena restauración. Porque el tiempo o el abandono nos ha ido   deteriorando.  ¿A dónde iré para que me restauren?

La tarde acaba bien. Sin haberlo propuesto, después de la necesaria limpieza de los bancos del templo, Antonio, Juana Fefa, Loly  Inma  y Alexis nos reencontramos con ganas de hablar, reir y tomarnos juntos un café. 

Mi hermana  volverá a llamarme mañana mismo.

-Suso, ¿Alguna novedad por ahí?

Y esta vez tendré que decirle que sí. Que, como todos los días, hay mucho e interesante que contar. 

Oh Dios, restáuranos. Que brille tu rostro, como el de María, y que nos salve.

sábado, 20 de febrero de 2021

viernes, 15 de enero de 2021

DIARIO DE UN CURA.SANTOS DE ALMANAQUE

 Diario de un cura: 

Fui a comprar a la tienda de  al lado y el dependiente, muy educado, me ofreció un almanaque. 

¿Cuál prefiere, el de San Pancracio o San Judas Tadeo?

Tendría otros almanaques, seguro. Pero como yo soy cura pensó que preferiría uno de santos. 

-¿Y no tiene algún paisaje?

El hombre, un poco avergonzado por no acertar,  me trajo una preciosa vista de un pueblo de  mar.

-Es que este, le dije, me conecta mejor con  Dios. 

Y el tendero se sonrió tranquilo. 

Y no es que yo  tenga nada contra los cuadros o imágenes de santos, qué va. Pero no siempre mis gustos coinciden con el estilo con el que se les representa. Es más, algunos hasta me parecen ofensivos.  Porque los santos igual que la Virgen María, eran personas normales, no figurines como a veces se les dibuja. Fueron Personas que hablaban como cualquiera de nosotros, que tenían sus manías, sus defectos, su humor  y, por supuesto, muchas virtudes. Como otra mucha gente  que vive en nuestro pueblo y hasta en nuestra misma calle.

 Escribo esto pensando que  ahora, en unos días,  se celebra a San Antonio Abad. Y es uno de esos santos que me gustan. Tuve que estar de cura allí, en Tamaraceite, de donde es  patrono, para conocer y acercarme un poco más a la vida de ese hombre  que un día, escuchando el evangelio en una misa, sintió la llamada a seguir a Jesús. Y le siguió.  

Un ejemplo  así, anima a  valorar la oración, el silencio y el contacto con la Naturaleza.  No, no es un santo que aparezca mucho en los calendarios.  No “vende” mucho mi  recordado santo abad. 

Y hay otros como  Santa Teresita o  María Goretti o Francisco de Asís que en determinados momentos han significado mucho en mi vida.   

 Pero,  la verdad, alegra contar con   santos,  aunque todavía no canonizados, que nacieron por aquí, muy cerca de donde vivo, en Gran Canaria.  Tengo verdadera admiración por el beato Tomás Morales, un sacerdote dominico nacido en Carrizal que con apenas 29 años fue asesinado por causa de su fe.  Un mártir reconocido ya por la Iglesia. Un vecino ejemplar del mismo municipio. 

Y pienso también en  Antonio Vicente González, recientemente nombrado Venerable. Nació  en Agüimes y,  con 34 años,  dio su vida atendiendo a los  contagiados de la peste y del cólera en nuestra capital. Un sacerdote que sigue siendo estímulo para  los que actualmente atienden a los que sufren las consecuencias de la pandemia del Covid19. ¡Bendito Antonio Vicente! 

Ayer volví a la tienda vecina. Y el tendero sacó de nuevo un fleje de almanaques. 

- Ya sé que no quiere santos, me dijo. ¿Y le gusta alguno de frases? Mire lo que pone este. Y leyó en voz alta: 

“No rece  yo nunca para estar libre de peligros, sino fortaleza para afrontarlos. No quiera yo que se apaguen mis dolores, sino que sepa dominarlos mi corazón” (Tagore). 


Ese sí me gusta, le dije. ¡ ”Tiene más razón que un santo”!. Un santo… de los de almanaque!