Jesús-Luz,
cura mi ceguera,
que
me pueden las tinieblas, peligrosas, feas.
Guía
mis pasos en mi noche,
como
hiciste con los Magos y su estrella.
Aplica
a mis ojos el colirio de la verdad,
y
sácame de la noche, como hiciste a Nicodemo;
quiero
verte, que te vea.
Limpia
mis ojos con el colirio de la esperanza,
como
al anciano Simeón;
con
el colirio de tus signos misericordiosos,
como
al Bautista;
con
el colirio de tu gloria, como en el Tabor;
con
el colirio del perdón,
Cristo-Sol,
no me cures los ojos, ciégame;
que
estos ojos, viejos y necrosados, ya no valen;
ojos
fariseos.
Ciégame,
para ver que no veo, y gritar que me curen.
Pon,
quizá, barro en mis ojos, embárrame,
para
pedir que me laven.
Ciégame,
por favor, como a Saulo,
y
regálame ojos nuevos, como a Pablo.
Cristo-Sol,
pon tus propios ojos en mi corazón, como a Pedro;
con
el colirio del amor, como a Magdalena;
con
el colirio del pan y la palabra, como en Emaús;
con
el colirio del dolor y las llagas, como a Tomás, o el buen ladrón;
siempre
con el colirio de fe.
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