A mediados de junio surgió la noticia de que un reciente estudio llevado a cabo por investigadores noruegos señalaba que el cociente de inteligencia de la población ha comenzado a caer, y que la caída comenzó con las personas nacidas en el año 1975, a pesar de la universalización de la enseñanza y de disponer de más medios de información. Según los autores del estudio, el motivo no es una cuestión de genética, sino que se debe a aspectos como los cambios en la forma de enseñanza, o la pérdida de hábito de la lectura de libros en favor de la televisión y los ordenadores y dispositivos móviles. Al parecer, tal como anunciaban con cierto humor algunos titulares de de prensa, parece que " nos estamos volviendo más tontos".
No hacía falta, creo yo, un estudio para darnos cuenta de que no sólo en cuanto al cociente de inteligencia, sino también en aspectos básicos y cotidianos de la vida, se percibe que muchas las personas de todas las edades que actúan de modo impulsivo, primario, sin detenerse a pesar en las consecuencias, a veces muy graves e irreparables, de sus actos u omisiones. Y también se ven muchas personas que ante una dificultad o incluso un simple contratiempo se quedan paralizadas, sin capacidad de reacción, sin saber cómo actuar ni resolver el problema que se les ha presentado.
Sin ir más lejos, esta semana, y de nuevo, el barco Aquarius navegaba con más de cien inmigrantes a bordo. Me resultó curioso que los gobiernos se rifan, negocian, hacen rebajas de cuantos les tocan a cada uno. Creía que el tráfico de seres humanos había acabado hace tiempo, pero me doy cuenta de que no es así. Amigos: la vida es innegociable. El ser humano no es una mercancía que se compra y se vende. Probablemente si quien negocia, fuera en el barco en cuestión, seguro que cambiaríamos de opinión.
Pero es que hay más: ¿Qué delito ha cometido el Padre Carlos Riudavets Montes?. Un jesuita que durante 38 años trabajó con los más desfavorecidos. Seguro que trabajó feliz. Seguro que esa felicidad se la transmitía a los que con él vivían. Su vida se truncó a los 73 años y que probablemente hubiesen sido más, pero ¿por qué?. ¿Por creer en un tal Jesús y denunciar injusticias?
¿Cuántos casos de violencia de género volvemos a sufrir en nuestro país?. Es que todo ello me lleva a pensar que hay algo que no funciona y que probablemente nos estamos volviendo más tontos cuando estamos viviendo en una sociedad con una tecnología mucho más avanzada, pero parece que la mente, nuestra mente, no ha avanzado mucho. Sigo pensando que la vida cada vez más tiene menos valor.
Como nos dirá la primera lectura de este fin de semana, el libro de
la sabiduría, nos hacen falta sabios. Y probablemente el sabio no es el que sabe mucho, que también, probablemente el sabio es el que empieza por conocerse a sí mismo y en consecuencia actúa. Me ha maravillado la valentía de nuestro Papa, de Francisco, que ha tenido la valentía de anular del catecismo la pena de muerte. Me gustaría invitar - desde la humildad - a nuestro Papa que siga revisando nuestro catecismo, a que siga anulando artículos que denigren al ser humano.
El sabio, hoy en día, como nos dirá Marcos en este domingo (Mc 6), es el que come de este pan y que vivirá eternamente. No quiero creerlo. Me niego a aceptarlo que cada vez seamos más tontos. Apostemos por la vida, pero sobre todo por la VIDA, por ese sabio llamado Jesús de Nazaret, por ese sabio que él mismo nos dice yo soy el pan vivo bajado del cielo
Feliz verano
Hasta la próxima
Paco Mira
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