PERDÓN:
¿ESO QUÉ ES?. ¿ESTÁ EN EL DICCIONARIO?
Hay cosas en la vida que no sé si
tocarlas, ¿o sí?. ¿Hablaré del diccionario, o no?. Pues estoy en la duda,
porque si uno utiliza mucho el diccionario y utiliza palabras que normalmente
no usa, lo pueden achacar de friki, pero si no utiliza palabras variadas, pues
probablemente lo tachen de inculto. Pero les voy a decir que me gusta la
variedad en el lenguaje e incluso con palabras que normalmente no se oye y que
invitan a recurrir al diccionario para solucionarlas.
El otro día en clase, les decía a
mis interlocutores que muchos de ellos parecían indolentes. ¿indo qué? preguntaron la mayoría. Me di cuenta que mi
interés por utilizar un vocabulario amplio no era consensuado por la mayoría de
mis oyentes, con lo cual tuve que recurrir a lo común, a lo habitual, a lo de
todos los días. Cuando acabó la hora, me preguntaba si había avanzado en algo
y... tenía mis dudas.
Esta semana, el evangelio (Mateo
18,21) no sé si nos habla de palabras extrañas o de matemáticas. Probablemente
hable de las dos cosas. Probablemente muchos no lo entiendan. Probablemente
muchos no querrán seguir leyéndolo. Probablemente alguno lo leerá más de dos
veces.
Un personaje como Pedro, tosco,
rudo, pero probablemente con un corazón inigualable hace esta multiplicación:
¿setenta veces siete?, es decir, cuatrocientas noventa. Pedro quedaría
tranquilo cumpliendo con las matemáticas, su conciencia ya no pensaría más, la
ley es lo que tiene que ser y yo, como buen judío, la cumplo. Cuando llegue la
cuatrocientas noventa y una, eso ya no es para mí. Pero claro, cuando acaba las
matemáticas, le toca la clase de lengua: palabra, perdón.
Claro, eso fue hace dos mil años,
pero ¿hoy?. Si este evangelio coincidiera sobre el veinte de agosto, fresquitos
los atentados de Barcelona, pues probablemente no sé si tendríamos que volver a
las matemáticas ¿setenta veces siete?. ¡Qué difícil, en el mundo en el que nos
movemos, entender que sin perdón no tenemos hoja de ruta!. Estos días se nos
recordaba que había que cargar con la cruz de cada día y en una semana que
recordábamos la exaltación de la cruz, déjenme recordar con Gabriela Mistral: "¿Cómo explicarte a tí mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo
estás?.¿ Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el
corazón?"
Nos podemos imaginar por un momento
un mundo de perdón, de reconocimiento de errores, de saber que todos fallamos
en un momento determinado, de no creernos que somos mejores que nadie, que a la
hora de redactar documentos pensemos que a los que va dirigido es igual que
nosotros, ¡cuántos conflictos se solucionarían!.
Es curioso que cuantos hay que
manifiestan, perdono, pero no olvido,
¿de qué sirve perdonar si durante toda la vida vas a estar acordándote de lo
que dices que has perdonado?. ¡ cómo mejorarían las relaciones en nuestra casa
la Iglesia, si no echáramos tanto en cara tiempos pretéritos (pasados) en los
que nos hemos equivocado e incluso nos hemos matado por ello!
Busquemos en el diccionario de
nuestro corazón, la fórmula matemática para perdonar siempre aunque no nos
perdonen. seguro que tendremos el termómetro de la vida (nuestra conciencia)
mucho más tranquila, sosegada y serena. No nos olvidemos que al atardecer de la vida, nos van a examinar
de la capacidad de perdonar. Bajo este prisma, muchos de los
acontecimientos de la vida, se verán de otra manera.
No quiero despedirme, sin recordar
al ISTIC, cuyo día se celebra este fin de semana. Con más formación, el perdón
- a veces - también puede ser más eficaz.
Hasta la próxima
Paco Mira
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