Allá por finales de la década de los 70, un grupo musical llamado vino tinto (curioso el nombre, pero significativo por lo que supone en ciertos sectores de la población el tomarse un vasito de este preciado elixir de la vida), sacaba a la luz una canción que tuvo un éxito rotundo. Entre otras cosas la letra decía: "este es el momento, no escuches a quien diga que guardes silencio. Habla pueblo, habla. No dejes que nadie decida por ti. Habla pueblo, habla". Claro, el contexto era político, el contexto era ante unas elecciones generales que estaban próximas.
Yo, que viví aquellas elecciones, estaba también ilusionado. Quizás con el paso del tiempo, las futuras elecciones ya no me ilusionaron tanto. Pero ahora vuelvo a estar ilusionado, porque se hace latente y patente lo que habla pueblo, habla. Este es el momento y no escuches a quien te dice que guardes silencio. Este fin de semana, nuestro Obispo nos convoca a que hablemos, a que propongamos, a que tengamos capacidad de discernimiento, a que lo hagamos juntos, a que nadie decida por nosotros, a que tengamos.... sinodalidad. Inauguramos el Sínodo en nuestra Diócesis ( y en todas).
Muchas veces nos quejamos que tenemos una Iglesia que no es la que queremos. Nos quejamos de una Iglesia en la que parece que los dueños tienen mitra y anillo; nos quejamos de una Iglesia que hace y deshace más de lo que uno piensa... pues ahora puedo hablar. Hablar con y desde la libertad de bautizado y creyente, hablar desde el compromiso que el evangelio me avala.
No se trata de una Iglesia a medida, como los trajes. Eso es imposible porque mi Iglesia, nuestra querida Iglesia comete fallos y pide perdón - aunque a muchos les pese - por ello. Pero sí podemos diseñar aquella Iglesia que mejor se adapte a los tiempos que estamos viviendo. A los que otros dijeron, los signos de los tiempos.
El evangelio de este fin de semana nos narra algo que probablemente se le pasa por la cabeza a muchos, sentarnos a la derecha o a la izquierda. Pero en nuestra Iglesia no ha de haber jerarquía de poder. La parroquia no es del párroco, el pueblo no es de los teólogos, no hay amos ni dueños: el que quiera ser grande, que se ponga a servir a todos.
Necesitamos una iglesia de gente comprometida a gastar su vida por el proyecto de Jesús y no por otros proyectos o intereses. Creyentes sin ambiciones personales, que trabajen de manera callada por un mundo más humano y una Iglesia más evangélica. Seguidores de Jesús que "impongan" por la calidad de su vida en servicio. ¡Que bueno sería que hubiese un control de calidad evangélica o una Itv con frecuencia!. Eso nos permitiría revisar si nuestro compromiso es auténtico.
Quiero una Iglesia donde haya hombres y mujeres en igualdad de condiciones, donde se puedan ocupar cargos de responsabilidad, donde se puedan llevar comunidades adelante porque donde hay dos o tres reunidos en
su nombre, allí está él en medio. Creo que todos tenemos que hacer una cura de humildad, asumir y aceptar al que está capacitado para ello, porque en el fondo es de lo que se trata.
Padres que se desviven por su hijos en materia de educativa y de crecimiento, hombres y mujeres que dan de su tiempo para otros más necesitados, son los mejores de nuestra Iglesia y los más grandes a los ojos de Jesús.
Este fin de semana empiezan las fiestas en nuestro pueblo, Vecindario. Bebamos de la medicina de Dios, que no es otro que san Rafael.
Hasta la próxima
Paco Mira
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