Desde
hace algunos años en Francia las Hermanitas Discípulas del Cordero demuestran
que el síndrome de Down no es un impedimento para entregarse por completo y con
alegría a Dios.
Los
orígenes de la congregación se remontan a la década de 1980, cuando la Madre
Line sintió el llamado de responder a su vocación trabajando con niños y se
hizo amiga de Véronique, una muchacha con síndrome de Down que se sentía
llamada por Dios a la vida consagrada
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