viernes, 26 de julio de 2019

REIVINDICO LA FELICIDAD DE LOS ABUELOS

 carta

Son los grandes olvidados. Recordados por intereses y olvidados en el amor y en el cariño que se demuestran todos los días. Hablo en líneas generales. No es fácil olvidarse de esa frase que le pregunta un periodista a un abuelo, "¿está usted feliz con los nietos cuando van a su casa?. Oiga, más feliz no puedo estar. Pero también le digo. Mi felicidad es plena cuando se van.". Eduardo Punset, recientemente fallecido, decía que, la jubilación de una persona es el equivalente al descanso por el que la edad nos da derecho, después de una vida de trabajo. Y solamente hay dos cosas - decía él - que pueden truncar ese descanso. Dos cosas que uno no busca: la enfermedad o la muerte y los nietos. Yo no se si es muy exagerado lo que el sicoanalista afirmaba, pero que cada uno desde su experiencia vaya dándole o quitándole la misma.
Esta semana, la Iglesia también recordaba a los abuelos. A Joaquín y Ana. Dos personajes de los que probablemente sabemos casi nada o muy poco, pero que en el fondo demuestran la humanidad a la que Jesús quiso también someterse. Entendemos que tuvo cuatro abuelos, de los que solamente conocemos dos. Dicen que los padres educan a los hijos y los abuelos los malcrían. Probablemente Jesús de pequeño sería revoltoso, inquieto y hasta desobediente. Y detrás de todo ello, sus abuelos.
Sigo reivindicando el papel al que los abuelos han sido relegados: muchas veces los abuelos son los primeros catequistas de unos nietos a los que los padres de boca para fuera no quieren saber nada de Iglesia, pero que mi niño se bautice, haga la primera comunión.... y para eso están los abuelos, los encargados de enseñar esas primeras oraciones que no son la responsabilidad de ellos, pero para que el niño no se pierda mejor que nada.
Sigo reivindicando el papel de los abuelos en tantas complicidades con los nietos y que muchas veces los padres no saben. No son maldades, son el caminar de una vida que hace que la unión del nieto con los abuelos sea cada vez más estrecha. Probablemente eso no se da con los padres y estos deberían de preguntarse el por qué no sucede así.
Sigo reivindicando el papel de los abuelos en tantos "mandados " silenciosos con los nietos: colegio, actividades extraescolares, comidas o meriendas... y que a veces no tienen el valor y reconocimiento por parte de los hijos: "no te dije que no....", "parece mentira que", "he dicho mil veces que no le compres....". Sigo reivindicando la complicidad del abuelo/a con el nieto/a. Siempre, a lo largo de la vida, el nieto se va a acordar de aquellos engaños inocentes que entre ambos le hacían a los padres. Qué bonita es la infancia.
Sigo reivindicando el derecho de los abuelos al achuchón, al mimo, al abrazo, al beso, al cariño.... de los nietos. A ese estar en el regazo de los abuelos contemplando, a veces, el horizonte perdido, pero que el pensamiento lleva a estar pensando en el nieto.
Es por ello que sigo reivindicando la felicidad de los abuelos. El derecho que estos tienen, a veces, a vivir sin los nietos. A hacer lo que les de la gana sin estar pendientes de un horario, de una recogida, de un colegio, de una comida...Reivindico el derecho de los abuelos a vivir sin hacer nada y que no toquen en la puerta, "¿te puedes quedar un momento con el niño?". Reivindico el derecho que el evangelio de esta semana le da a todos los abuelos: pidan que se les dará; llamen que se les abrirá...Porque el que pide recibe y el que busca encuentra".
Es lo que le pasó, también esta semana, a Santiago, el Apóstol, el patrono de España. Y para ello lo único que hizo es que buscó y encontró.
Felicidades a todos los que son abuelos. Disfruten de la vida, de la familia, de los nietos, pero también.... de ustedes mismos.
Hasta la próxima
Paco Mira

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