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PROPUESTA
DE REFLEXIÓN PARA EL ENCUENTRO DE APOSTOLADO SEGLAR
Nuestro
PDP tiene un objetivo muy importante y muy claro: nuestra Iglesia diocesana
tiene que vivir una profunda conversión pastoral. Como nos dice el Papa
Francisco, no podemos seguir haciendo lo que estamos haciendo.
Con
esta reflexión que vamos a iniciar hoy queremos darle más profundidad a esa
conversión pastoral, con una mayor implicación de los laicos.
En
la Pastoral que hacía nuestro Obispo en septiembre, al comienzo de este curso,
nos decía una cosa muy interesante:
“El
mundo que vemos y vivimos cada día no corresponde al mundo que salió de las
manos de Dios. El hombre lo ha contaminado: ha contaminado el aire, la tierra y
el mar, y ha contaminado sobre todo a sí mismo y la convivencia humana.
Pero
aún así, Dios ama al mundo: es su obra, lo que el hombre ha recibido de sus
manos, lo que el hombre ha estropeado con sus manos, lo que Dios quiere
restaurar contando con las manos del
hombre.
Para
eso ha entregado a su Hijo (tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo
único). Para eso envió a su Hijo, para que el mundo se salve por él.
Y la
entrega y la misión continúan: el Hijo envía a los suyos, envía a su Iglesia.
En
esa Iglesia todos somos llamados (común vocación) y todos somos enviados, y
cada uno tiene un papel en la común misión de la Iglesia: restaurar, renovar el
mundo.”
En
el fondo, esas palabras del Obispo son una actualización y concreción del
Documento del Concilio: “Gaudium et Spes”:
“Es
la persona humana la que hay que salvar. Es la sociedad humana lo que hay que
renovar”(nº3)
Recordemos
esas palabras con las que empieza el documento conciliar: “Los gozos y las
esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón… La Iglesia se siente íntima y
realmente solidaria del género humano y de su historia” (G.S.1)
“Es,
por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón
y conciencia, inteligencia y voluntad” (nº3)
Este
hombre y este mundo, esta sociedad, que a veces nos parece tan mala, Dios la
ama.
El
evangelio no dice “tanto amó Dios a la Iglesia que envió a su Hijo”. Dice
“tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo”.
Y lo
sigue amando. Nos sigue ofreciendo la posibilidad de ser mejores, de vivir
mejores, de ser más felices y de ser laicos para la misión.
Iniciamos
hoy, de cara al Encuentro de Apostolado Seglar que queremos tener en el mes
junio de 2019, una reflexión sobre los desafíos más importantes que tiene
nuestra Iglesia Diocesana de Canarias en estos momentos en todo lo referente al
laicado.
Para
ello utilizaremos desde ahora hasta mayo una metodología conocida por todos
nosotros: la revisión de vida, con sus tres pasos fundamentales: VER – JUZGAR –
ACTUAR
Con
el VER tratamos de conocer la realidad, ver lo que hay.
Con
el JUZGAR trataremos de ver esa realidad como la vería Jesús hoy, valorándola
desde el Evangelio y la Doctrina de la Iglesia.
Con
el ACTUAR intentaremos hacer propuestas de acciones pastorales concretas.
Desde
hace tiempo se insiste en que la evangelización es la tarea principal de la
Iglesia, es su identidad más profunda y su vocación principal (Pablo VI en la
“Evangelii Nuntiandi”). La Iglesia existe para
evangelizar.
Y se
entiende la Evangelización como:
• el
anuncio de la salvación liberadora
•
renovación de la humanidad
•
evangelizar las culturas
• un
mensaje que afecta a toda la vida
• un
mensaje de liberación
• en
conexión con la promoción humana
•
anuncio de una visión evangélica del hombre que excluye la
violencia…
También
hace tiempo que se ha planteado en la Iglesia la necesidad de una nueva
Evangelización: Juan Pablo II, Benedicto XVI
y actualmente Francisco en la Evangelii Gaudium: la nueva evangelización
para la transmisión de la fe, una Iglesia en salida, la conversión pastoral,
tentaciones de los agentes pastorales, evangelización comunitaria, catequesis
kerigmática, acompañamiento personal, motivaciones para un nuevo impulso misionero,…
Para
llevar a cabo esta Evangelización, la Iglesia necesita laicos:
•
maduros y responsables, con vocación misionera y en comunión, asumiendo cada
uno sus responsabilidades en la vida y en la misión de la Iglesia.
•
que sean testigos de la fe cristiana
•
que unan la fe y la vida. Que hagan síntesis entre Evangelio y los deberes
cotidianos.
•
que abran las puertas a Cristo y ayuden a otros a que las abran.
•
presentes en las periferias de nuestra sociedad y en tierras de misión.
•
que asuman con alegría la responsabilidad especial que tienen como padres,
educadores, personal del mundo sanitario, políticos, economistas, empresarios…
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