Les voy a contar un pequeño cuento que probablemente habrán escuchado en más de una ocasión. “ En un país muy lejano, un rey, veía que sus súbditos no le hacían muchas visitas y que a su Iglesia no acudía nadie. Se le ocurrió la idea de construir una iglesia maravillosa, con una cúpula de oro, con todos los ornamentos habidos y por haber…. Pero……. Seguía sin asistir la gente.
Paralelamente, no muy lejos de allí y al borde de un camino, un sabio mayor, harapiento, hablaba de una forma pausada y tranquila y siempre estaba rodeado de gente. Incluso era difícil caminar por el camino donde se encontraba el sabio.
El rey, enfadado, preguntó a los sabios de la corte, el por qué del éxito del sabio viejo. Mi señor, le respondieron, lo que el sabio ofrece es lo que lleva en el corazón y no lo que podemos hacer para aparentar.”
Se celebra este fin de semana, la solemnidad de Cristo Rey. Dicho así, puede sonar a algún partido político que en algún tiempo tuvo una cierta reminiscencia en nuestro país, o incluso a ciertos grupos incluso tachados de violentos. Pero entiendo y creo que “su reino no es de este mundo”, aunque viva y esté en el mundo. Seguro que muchos, a lo largo de la historia, se han adueñado de las mismas prebendas del rey para ejercer como tal, pero no es así.
Curiosamente, nuestro Rey, y con mayúsculas, en algunas ocasiones es como los terrenos: no son aceptados, su imagen puede ser hasta quemada, son sujetos a burlas y mofas, son pitados en actos públicos…. Pero porque su reino es de este mundo, pero el nuestro no es de este mundo. Nuestro Rey, es el que habla de la felicidad de los pobres, de la misericordia de los que buscan la paz, de los que sufren, de los que se dejan la piel en una patera cruzando por una vida mejor, de los que intentan saltar una valla y se dejan la carne en las concertinas porque sueñan con el paraíso; es el Rey de los desahuciados porque los grandes terratenientes de los bancos impiden que el derecho que todo el mundo tiene a una vivienda se le niega por unos impuestos abusivos….¡qué grande es nuestro rey!
Probablemente, en alguna ocasión, nos han dicho de hacer una redacción sobre ¿qué es un rey para ti?. Todos podemos dar una opinión de cómo nos gustaría que fuese, de cómo nos gustaría que actuase, de cómo tendría que ser su relación con los ciudadanos. Claro si a los cristianos, a los que decimos que creemos nos preguntan, cómo es nuestro Rey, no se si tendríamos la capacidad de responder en condiciones.
Seguro que muchos se preguntarán dónde podemos encontrar a un rey como el que nos propone el evangelio. Creo que no es muy difícil: tuve hambre y allí estaba yo y me diste de comer; estuve enfermo, allí estaba yo y me fuiste
a acompañar; estaba en un centro de internamiento o de acogida, allí estaba yo y tú eras de los que ibas con frecuencia; iba a pedir a caritas y allí estaba yo, y tu sonrisa me aminoró la bajona que me entraba; estaba en la cárcel, allí estaba yo, y me fuiste a visitar…..
Como ven, nuestro rey no es como el de la historia con la que comencé esta reflexión. Nuestro rey – como dice el evangelio – es el que va por las orillas de los caminos o el que va “al otro lado del lago”.
No es un plagio, sino la majestad de un gran rey pobre
Hasta la próxima
Paco Mira
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