viernes, 6 de febrero de 2015

5º DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!
San Pablo en la Primera Carta a los Corintios, dice que es una necesidad ineludible para él predicar. ¿Y para quién no? La transmisión de la palabra de Dios no es una exclusiva de los curas, ni siquiera de los seglares comprometidos. Es labor de todos. Hemos de llevar el conocimiento de Cristo a nuestras casas, a nuestro trabajo.Todos tenemos el deber de dar a conocer la realidad de Cristo a quien no la sabe.
San Pablo anuncia el Evangelio de la libertad ante intereses particulares. Intenta el diálogo con la diferencia: “Porque, siendo yo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes”. ¡Qué todos nosotros, sepamos imitar este ejemplo, para servir los intereses del Reino de Dios, proclamando siempre el Evangelio, en cualquier ocupación o puesto que tengamos en la vida!


Marcos 1, 29-39: Sanó a muchos, que sufrían diferentes males

San Marcos nos va a explicar, en el Evangelio, con la sencillez y profundidad de un pintor impresionista, como es una jornada de sábado de los primeros tiempos de la vida pública de Jesús. Come en casa de Pedro, tras la oración en la sinagoga. Quita la fiebre a la suegra del Apóstol. Luego se dedica, como todos sus días en la Tierra, a hacer el bien y a curar a los enfermos. A la jornada siguiente, muy de mañana, irá a hablar con su Padre. Y luego marchará a otros lugares a seguir haciendo el bien. Ese es su estilo. Nosotros no deberíamos olvidar nunca esa cotidianidad de Jesús dedicada a los hermanos. ¿Y nosotros?

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