Oración en la fiesta de Cristo Rey.
Señor, te identificas con cualquier persona necesitada de ayuda y solidaridad, de amor, de justicia, de misericordia o de paz: ”lo que hiciste a uno estos mis humildes hermanos, a mí me lo hiciste”.
El amor que recibo de Ti es para repartirlo. El amor que te tengo debo demostrarlo en la vida diaria.
No siempre me es fácil amar.
No me es fácil en ocasiones abrir fronteras. Además de las personas con las que tengo una difícil relación, no comprendo ni las ideas ni los comportamientos de algunas personas, grupos, o ideologías.
La sociedad en la que vivo da muestras de cierto grado de agresividad y desencuentro.
Vivo la tentación de amar a los más amables, y de ser indiferente ante los más problemáticos. Pero a pesar de todo me pides un esfuerzo de recomposición interior para seguir teniendo gestos de misericordia y caridad.
Las grandes decisiones que se deben tomar siempre tienen que ir acompañadas y precedidas de los gestos de cada uno.
Nada cambia más a la sociedad que el comportamiento cívico de los ciudadanos, la cultura del compartir, la cercanía con los que nos necesitan.
Son los detalles de la vida los que más humanizan y crean futuro.
Señor, hay gente que se ha interesado por mí cuando he estado enfermo, que me han dado ánimo cuando me han visto decaído, que han preguntado si algo me hacía falta para proveerlo, que han sabido estar cerca en duelos y despedidas.
Nunca podré pagar lo que he recibido de Ti a través del amor de tantas personas. En esas personas has estado Tú. Y ello me ha ido educando para intentar hacer lo mismo.
No siempre lo he sabido hacer, y perdona si alguna persona deseó que lo hiciera y no lo he hecho.
Reconozco que me falta mucha sensibilidad.
Sé que al atardecer de la vida me examinarás de amor.
En el momento del día en que ahora esté, mi Cristo Rey y Señor, enséñame el camino de la auténtica caridad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.