No
necesito correr desesperadamente, Señor,
para
querer encontrarme contigo.
No
necesito mover todas las piedras
para
reconocer tu presencia.
No
necesito los grandes movimientos interiores...
para
saber que te haces presente.
No
necesito inquietarme y preguntarme:
¿Dónde
estás Señor? Para querer encontrarte.
Solo
necesito saberme delante de ti, Señor.
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