viernes, 10 de febrero de 2017

COMIDA Y COMPROMISO


COMIDA Y COMPROMISO
Como es tradicional, el segundo domingo de febrero se celebra entre nosotros la Jornada Nacional de Manos Unidas. Esa Organización no Gubernamental de la Iglesia Católica trata de promover aquel desarrollo integral al que se refería ya el papa Pablo VI. Un desarrollo para todo el hombre y para todos los hombres.
El lema adoptado por Manos Unidas para este año 2017 seguramente no dejará de llamar la atención al observador más distraído: “El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida”.
Ese par de dodecasílados tiene su pizca de provocación. La primera parte nos lleva a cuestionar esos clichés tan habituales sobre el hambre, la producción y la distribución de los alimentos. Ya el papa Francisco había descolocado a mucha gente con una afirmación aparentemente escandalosa: “Existe alimento para todos; el hambre se debe a la mala distribución de los bienes de la renta. El problema se agrava con la práctica generalizada del desperdicio” (La alegría del Evangelio, 191).
La campaña de Manos Unidas se sitúa en la misma longitud de onda al proclamar que “Un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura”. En la basura o en grandes almacenes,  como los que ya denunciaban los antiguos Padres de la Iglesia.
La segunda parte del lema para la campaña de este año no puede dejarnos indiferentes. Faltan personas que se comprometan. Bien sabemos que ese es un mal que caracteriza nuestra época. Hay muchas personas generosas y dispuestas a una ayuda puntual, con tal de que sea pasajera. Los terremotos o un tsunami, los incendios forestales, o una estación de lluvias torrenciales suelen suscitar nuestra compasión. Y hay que aplaudir esa buena voluntad.
Pero en la sociedad actual, todos estamos muy ocupados cada uno de los días de la semana. No podemos comprometernos con obras de promoción y desarrollo. Además, hay otra razón: comprometerse con una causa nos exige “salir” de nuestra indiferencia y nuestra comodidad, como también dice el papa Francisco. Quien se compromete parece estar hipotecando su libertad y su futuro. Y eso nos cuesta mucho a todos.
En el mismo contexto ya citado el papa Francisco nos decía que no basta con “asegurar a todos la comida, o un decoroso sustento, sino de que tengan prosperidad sin exceptuar bien alguno” (La alegría del Evangelio, 192).
El lema de Manos Unidas para este año parece jugar con nuestros actos y actitudes. Estamos dispuestos a realizar un acto noble y generoso, como dar comida o agua, vestido o techo. Pero aún no estamos dispuestos a adoptar una actitud de compromiso y dedicación a la causa del bien y a la lucha contra la marginalidad. Habrá que cambiar el modo de pensar y de obrar.
 José-Román Flecha Andrés

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