sábado, 17 de diciembre de 2016

DIARIO DE UN CURA JESÚS VEGA MESA


RUTA DE BELENES
Este puede ser un buen día para hacer la ruta de los belenes. Realmente pudiera hacerse en muchos momentos de la vida. Vamos a ver si me explico. Es costumbre que, aprovechando la Navidad, algunos cojan su coche y se vayan a ver, por ejemplo, el nacimiento de la Playa de Las Canteras. Formidable. Lo que pasa es que yo estoy pensando en una ruta diferente. Otro tipo de belenes. No. Tampoco me refiero, por poner
un ejemplo, al muy espectacular que ha hecho Dámaso Suárez en Cruce de Arinaga y que vale la pena conocer. Reconozco que me encanta visitar nacimientos. De hecho hace unos días me encontré con un belenista reconocido como Ramón Brito de Tamaraceite quien, en pocos minutos, me ofreció una ruta de los mejores nacimientos realizados en parques, plazas y domicilios particulares de Moya, Telde, Arucas o Mogán. Pero es que, si uno contempla un nacimiento o mil, no puede quedarse en la imagen idílica que allí se pinta y que alegra la vista. Ríos de agua limpia, ovejitas con abundante agricultura a su alrededor, pastores que sonríen, un portal con luz eléctrica y música de ángeles.
Es bueno visitar belenes, pero no sólo para extasiarnos ante algunas obras artísticas. Los nacimientos hay que saber interpretarlos. Hay que ponerles voz y movimiento sin necesidad de mecanismo alguno. Se le puede preguntar a la oveja por qué está allí. Hay que escuchar al Niño Jesús si nos dice dónde podemos encontrarlo de verdad, de carne y hueso. Se puede mirar a la Virgen María y, aunque aparentemente no recibamos la respuesta, decirle que dónde hay una persona que necesite el cuidado y el afecto que ella parece que está dando su hijo. O suspirar ante esa figurita de un san José bueno, obediente que no comprende casi nada de lo que está pasando. Pero que está allí porque confía en Dios.
Ayoze montó un pequeño belén en su casa con la ayuda de los padres que consideraron que esta sería una buena catequesis para el niño. Y el chiquillo, todos los días cuando se levanta, va al rinconcito donde está el belén y cambia alguna figura. Ayer apareció el niño metido en medio de los pastores. Y otra vez puso a la Virgen con las lavanderas. Pareciera como si Ayoze le estuviera dando la catequesis a los padres. A ver si se dan cuenta que lo del belén es una forma de descubrir que todo eso que allí aparece quieto está en continuo movimiento. Y que a Jesús hay que seguir buscándolo por ahí, en los sitios más insospechados. Por eso no basta hacer la ruta de belenes de figuritas. Falta la otra.
La otra ruta de Nacimientos no es un entretenimiento para los días de Navidad. Si uno hizo bien la primera, la que muchos de nosotros hacemos, es muy posible que nos animemos a hacer la segunda. Y se va uno un día a buscar y encontrar al Jesús, al de verdad. Por ejemplo al Hospital. Y otro día se entera uno que hay un acto solidario para personas con enfermedad mental y se planta allí porque allí seguro que lo va a encontrar a Él.
No se organizan rutas de belenes de este tipo. Tampoco hace falta. Pero es bueno organizarlas para uno mismo. Durante todo el año, poquito a poquito, se puede ir visitando o ayudando a Jesús que anda entre nosotros.
En la Plaza de San Pedro del Vaticano instalaron este año un belén inspirado en las pateras que traen refugiados a nuestras tierras. Muy buena idea. Al verlo, no vale decir ¡qué bonitoooo! Porque los belenes, aunque sean muy bellos artísticamente, tienen que ayudarnos a decir ¡!qué feo! Qué feo que un Niño haya tenido que nacer así. Y qué refeo que no hayamos aprendido todavía y se sigan multiplicando los “niños jesuses” que viven a la intemperie y sin sonrisa.

Necesariamente, voy a empezar la otra ruta de los belenes. Aunque, en verdad, la empecé ayer cuando, sin pretenderlo, en la misma iglesia, vino a mi encuentro Sandra y me contó entre lágrimas que la habían despedido del trabajo. Y que se veía lejos de los suyos, cargada de problemas y sin ninguna salida. Yo la escuchaba y al mismo tiempo ponía los ojos en las figuras del Belén de la parroquia. ¿Dónde estaría Jesús?

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