El
papa Francisco marcó su tarjeta electrónica antes de entrar como lo hacen todos
los huéspedes del comedor popular que son asistidos por la Caritas de
Florencia. Una comida compartida con 30 italianos indigentes y 30 inmigrantes
venidos de alrededor de quince países diversos, especialmente de Oriente Medio
y de Europa.
La
acogida fue calurosa. Y cómo en la parábola de la viuda, algunos de ellos
entregaron al Papa un pequeño presente. María, una señora de 80 años, le donó
una planta. “Mi única pertenencia pero con amor”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.