Un
hombre susurró: Dios habla conmigo.
Y un
ruiseñor comenzó a cantar
Pero
el hombre no oyó.
¡Entonces
el hombre repitió
Dios,
habla conmigo
Y el
eco de un trueno, se oyó
Más
el hombre fue incapaz de oír.
El
hombre miró enrededor y dijo:
Dios,
déjame verte
Y
una estrella brillo en el cielo
Pero
el hombre no la vio.
El
hombre comenzó a gritar:
Dios,
muéstrame un milagro
Y un
niño nació
Mas
el hombre no sintió el latir de la vida.
Entonces
el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:
Dios,
tócame y déjame saber que estás aquí conmigo...
Y
una mariposa se posó
Suavemente
en su hombro
El
hombre espanto la mariposa con la mano y desilusionado
Continuó
su camino, triste, solo y con miedo.
Hasta
cuándo tenemos que sufrir para comprender que Dios está siempre donde está la
vida?
Hasta
cuándo mantendremos nuestros ojos y nuestros corazones cerrados para los
milagros de la vida que se presentan diariamente en todo momento? (canto Indígena - Traducida y adaptada del Libro By San
Etioy)
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