Encendemos, Señor, esta luz como aquel que enciende una lamparilla
para salir al encuentro del amigo que llega.
En esta segunda semana de adviento, queremos encender el fuego de la
esperanza para prepararnos a recibirte con gozo y entusiasmo.
Tú sabes cuántas sombras nos envuelven, cuántas humillaciones nos
oprimen. Pero nosotros queremos escuchar tu palabra que nos consuela y nos
alienta.
Porque Tú eres, la voz más dulce, la paz más profunda, la alegría
más verdadera
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