María, llena de gracia,
nos dirigimos a ti para alabarte, para
alabar a Dios que
ha hecho en ti maravillas.
María, pobre y humilde,
enséñanos a vaciarnos de nosotros mismos,
a estar cerca de los pobres,
ellos que son tus hijos más queridos.
María, fiel y obediente,
escuchaste la palabra y la guardaste,
dijiste a Dios “sí” incondicionalmente,
supiste ponerte en sus manos,
ayúdanos a crecer y a confiar.
María, ejemplo de caridad, te pusiste
al servicio de todos, vives para los demás,
enséñanos a servir, enséñanos a amar.
María, madre de misericordia,
cambia nuestro corazón duro,
que nuestro corazón de parezca al tuyo.
María, mujer de silencio y escucha,
enséñanos a orar, a meditar,
a guardar la Palabra hasta que dé fruto.
María, mujer de esperanza,
Virgen del Adviento,
que adelantaste con tu respuesta la llegada del Mesías,
que sepamos tener nuestro corazón alerta
y nuestras lámparas encendidas.
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