Queridos magos.
Esto no es una carta. Es un deseo. Cuando visiten nuestras casas limpien el virus del miedo y la negatividad. Denle un beso a nuestros mayores y si notan alguna lágrima pegada a una almohada cámbienla por una rosa. A cada niño que pongan regalos hagan que sientan que los quieren de verdad y que ningún regalo sea compensación por el cariño que tal vez no han recibido. Dado que les sobra sitio en los camellos cuando depositen los regalos llévense los rencores y silencios de algunas parejas. Llévense los los malos recuerdos y amarguras y la maledicencia que se ha convertido en deporte practicado por muchos y que se enseña desde los medios que nos entretienen y se enriquecen. Retiren todo lo negativo por favor y dejen una marca en cada frente: una pequeña cruz. Que cuando nos despertemos sintamos al menos por unos segundos esa caricia que nos ayude a pensar sobre el regalo que tenemos cada día y que tal vez no valoremos.
Gracias por venir y por el cariño e ilusión que reparten. Y como sé donde regresan, saluden al jefe de la casa donde habitan ahora para siempre, y un beso a su madre que también es la nuestra. Buen reparto queridos magos. Higinio
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