Primera lectura
Lectura del primer libro de los
Reyes:
En
aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La
enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la
mujer dijo a Elías: «¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has
venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir
a mi hijo?» Elías respondió: «Dame a tu hijo.» Y, tomándolo de
su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó
en su cama. Luego invocó al Señor: «Señor, Dios mío, ¿también
a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su
hijo?» Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al
Señor: «Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración.»
El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la
respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso
bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: «Mira, tu hijo está
vivo.» Entonces la mujer dijo a Elías: «Ahora reconozco que eres
un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad.»
Salmo
responsorial: 29
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado.
Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que
mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del
abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed
para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su
cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al
atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.
Escucha,
Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste
mi luto en danzas. Señor, Dios mío,
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Gálatas:
Os
notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de
origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre,
sino por revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar
de mi conducta pasada en él judaísmo: con qué saña perseguía a
la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más
que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las
tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió
desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar
a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en
seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a
los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a
Damasco. Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para
conocer a Cefas, y me quedé quince días con él.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas:
En
aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban
con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando
se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a
enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un
gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor,
le dio lástima y le dijo: «No llores.» Se acercó al ataúd, lo
tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te
lo digo, levántate!» El muerto se incorporó y empezó a hablar, y
Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a
Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha
visitado a su pueblo.» La noticia del hecho se divulgó por toda la
comarca y por Judea entera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.