Mostrando entradas con la etiqueta compartiendo juntos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta compartiendo juntos. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de mayo de 2024

¡NO MIREMOS TANTO PARA ARRIBA!



NO MIREMOS TANTO PARA ARRIBA!

 

«Mientras haya un horizonte en esta tierra, mientras no pierdas las ganas de reir, mientras brille en nuestro cielo alguna estrella, no te rindas, no te canses de vivir, todo va a ir bien, todo va a ir bien; todo, todo, todo, todo va a ir bien»

Así comienza la canción de Luis Guitarra en su disco “a la intemperie”. La fiesta de la Ascensión nos recuerda precisamente eso, que todo va a ir bien. Aunquen se encienden conflictos anacrónicos que se consideraban superados, resurgen nacionalismos cerrados, exasperados, resentidos y agresivos. En varios países una idea de la unidad del pueblo y de la nación, penetrada por diversas ideologías, crea nuevas formas de egoismo y de perdida de sentido, dice el Papa en la Fratelli Tutti (11).

La fiesta de hoy nos invita a ser conscientes de la esperanza a la que nos llama el Señor. Nos invita a poner nuestra mirada en las cosas de arriba, o lo que es lo mismo, en lo esencial de la vida, en los valores innegociables, en aquello que no va a ser arrasado por el efímero paso del tiempo. Pero esto no nos lleva a quedar plantados mirando al cielo, como aquellos primeros discípulos o a evadirnos de la realidad que vive nuestro mundo; nos llama a hacer realidad aquí y ahora el proyecto del Reino, construir en nuestro mundo con nuestras palabras y nuestras acciones esa fraternidad y sororidad universal que será un día en plenitud en el cielo.

Mientras tanto tenemos la tarea de poner todas nuestras energías en la promoción del bien común, de la defensa de la vida, la dignidad y los derechos fundamentales del ser humano. La preservación de la paz en el mundo y el cuidado de la casa común. La fiesta de hoy, nos llama a soñar y a hacer realidad ese sueño: soñemos como una única humanidd, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos (FT 8).

El ser humano necesita salvación, necesita ser rescatado del pozo de lo que no entiende en que se encuentra. El creyente de Jesús está llamado a ir por el mundo y proclamar el evangelio  a toda la creación, a echar los demonios que quitan la dignidad del ser humano y a imponer las manos a sanar y salvar, anunciar la oferta sanadora de Jesús portadora de sentido y significado que devuelva al ser humano a lo esencial de sí mismo.

Hoy, más que nunca, tenemos la necesidad que nos griten “creyentes, ¿qué hacen en la tierra sin mirar nunca al cielo?”. Los hombres hemos acortado demasiado el horizonte de nuesstra vida. Nos contentamos con esperanzas demasiado pequeñas. Se diría que hemos perdido el anhelo de lo infinito.

No se trata de elevar nuestra mirada hacia un cielo salido de las manos del Creador como un acto de magia divina, sino descubrir que Dios es Alguien que está llevando a su plenitud todo el deseo de vida y felicidad que se encierra en la creación y en la historia de los hombres.

Creer en el cielo es recordar que los hombres no podemos darnos todo lo que andamos buscando. Y, al mismo tiempo, creer que nuestros esfuerzos de crecimiento y búsqueda de una tierra mucho más humana no se perderá en el vacío. Porque al final de la vida no nos encontraremos sólo con los logros de nuestro trabajo sino con el regalo del amor de Dios.

Incluso nos podemos preguntar qué llamadas nos está haciendo Dios para transformar nuestra forma tradicional de pensar y que propiciemos la acción de Dios en la cultura moderna. También nuestro inmovilismo nos puede llevar a ser un freno para que el evangelio se encarne en la sociedad contemporánea.

Nadie sabe cómo será la fe cristiana en el mundo nuevo que está emergiendo, pero, difícilmente será clonación del pasado. El evangelio tiene fuerza para inaugurar un cristianismo nuevo.

La celebración de la Ascensión del Señor también nos cuestiona a nosotros. Porque corremos el peligro de buscar en Jesús un burbuja, un refugio... ante la dureza de la vida, viviendo nuestra fe de un modo intimista, desde una adoración o contemplación, mal entendida, aislándonos de la realidad, y sin querer asumir ningún compromiso evangelizador. Rompamos la burbuja, no miremos solo al suelo, sino también al cielo.

Hasta la próxima

Paco Mira

viernes, 9 de febrero de 2024

¡IMPURO, IMPURO...!



         Menos mal, que en nuestros días, la lepra está prácticamente erradicada. Ser leproso no es únicamente una declaración exterior, sino que se termina convirtiendo en una definición de identidad. El enfermo camina repitiendo a gritos lo que marca su existencia: impuro, impuro... Y esa realidad no solo le separa de Dios, al que rechazó con el pecado que ahora le enferma, o de los demás: también le aisla de sí mismo. ¿Qué sentirá? ¿Cómo se hablará?. La lepra, hoy, está prácticamente curada, pero los aislados y separados, los estigmatizados siguen y son muchos. Por diferentes causas: políticas, ideológicas, culturales, de violencia física, sicológica, quizá por motivos religiosos.

            Puede que nosotros nos sintamos en ocasiones completamente solos y sintonicemos con aquellos condenados a vivir en cuevas apartadas. El cartel de “impuro” que nos cuelgan o nos auto colgamos nos pesa demasiado. Escuchemos las voces de fuera, acojamos los gritos de dentro. Acoger es el primer paso para iniciar el camino de sanación.

            La felicidad sólo es posible allí donde nos sentimos acogidos y aceptados. Donde falta acogida, falta vida, nuestro ser se paraliza, la creatividad se atrofial. Por eso una sociedad cerrada es una sociedad sin futuro. Una sociedad que mata la esperanza de vida de los marginados y que finalmente se hunde a sí misma (Moltmann).

            Son muchos los factores que invitan a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a vivir en círculos cerrados y exclusivistas. En una sociedad en la que crece la inseguridada, la indiferencia y la agresividad, es explicable que cada uno tratemos de asegurar nuestra pequeña felicidad junto a los que sentimos iguales. Las personas que son como nosotros, que piensan y quieren lo mismo que nosotros, nos dan seguridad. En cambio, las personas que son diferentes, que piensan, sienten y quieren de manera distinta a nosotros, nos producen inseguridad.

            Vivimos como a la defensiva, excluyéndonos mutuamente, cada vez más incapaces de romper distancias y adoptar una postura de amistad abierta a toda persona. Nos hemos acostumbrado a aceptar sólo a los más cercanos. A los demás los toleramos, o los miramos con indiferencia, si no es con verdadera repulsa. No hay más que ver como lo hacemos con los inmigrantes que llegan a nuestras costas.

            Ingenuamente pensamos que si cada uno se preocupa de asegurar su pequeña parcela de de felicidad, la humanidad seguirá caminando hacia su progreso. Y no nos damos cuenta de que estamos creando marginación, aislamiento y soledad. Y que en esta sociedad, va a ser cada vez más difícil ser feliz.

            Por eso el gesto de Jesús cobra especial actualidad para nosotros. Jesús no sólo limpia al leproso. Extiende la mano y lo toca, rompiendo prejuicios, tabúes, temores y fronteras de aislamiento y marginalidad que excluyen a los leprosos de la convivencia en la sociedad judía. Los creyentes deberíamos sentirnos llamados a aportar amistad abierta a los rincones marginados de la sociedad. Son muchos los que necesitan una mano extendida que llegue a tocarlos.

            Hoy que celebramos la jornada mundial del enfermo, ¡ cuántos son los que se consideran a sí mimos impuros!. ¡Cuántos hay que se automarginan para no ser una carga para los seres más queridos y cercanos!. ¡Cuántos languidecen en la soledad de un hospital, de una residencia!... muchos ancianos son marginados en los centros de trabajosin que los más cercanos le extiendan una mano, les miren a los ojos, les acaricien, les abracen, esbocen una sonrisa de complicidad y amor gratuito y gratificante. Marginación en el campo de trabajo

            Hoy sigue habiendo prejuicios no por la lepra como enfermedad, sino por la lepra que nosotros queremos que exista en nuestros seres queridos y por eso suelen ser una carga para quienes nos consideramos sanos, pero interiormente estamos más enfermos que ellos. Hoy, el leproso no pide ser curado, sino limpiado, ser una persona digna y no un estorbo más allá de su dolencia. Jesús certifica esa dignidad: acercarse, escuchar, tocar...Lo que Jesús hace con el leproso y con tantos enfermos, es la bondad de Dios para con nosotros.

            El enfermo, los enfermos de nuestra sociedad, saben, como el leproso, conjugar el verbo querer: nosotros ¿qué verbo conjugamos?

 

 

 

            Hasta la próxima

            Paco Mira

      

sábado, 23 de diciembre de 2023

LA NAVIDAD ES ALGO MÁS QUE LOTERÍA. ES LA PALABRA QUE SE HACE CARNE

Todavía muchos están con la decepción de la lotería. Aquella ilusión que todos esperábamos se ha desvanecido. Incluso algunos todavía están decepcionados por lo rápido que ha terminado la cena de nochebuena cuando durante todo el año estábamos esperando para ello. Pero ya estamos en Navidad, pero ¿qué Navidad?. ¿Qué tiene que ver todo esto con la Navidad, con el nacimiento de Jesús?.

Pero, aunque la mayoría de ls personas no tenga en cuenta la dimensión cristiana, hoy, nosotros, celebramos la verdadera Navidad. Una Navidad que no necesita compras, regalos, adornos, comidas familiares... quien pueda tener todo eso que le dé gracias a Dios y lo disfrute, pero quien no lo pueda tener, también y con más motivo puede celebrar la Navidad, porque la auténtica Navidad es otra cosa, tan sencilla y normal, que por eso nos puede pasar desapercibida.

Los protagonistas de la Navidad son, como escuchamos en el evangelio de la vigilia, una pareja de novios, como tantos otros; que viven una situación bastante común: «antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo», como a muchas parejas les ocurre; que se enfrentan a una ruptura, como tantas parejas: «José... decidió repudiarla en privado», pero que siguen con la relación: «José acogió a su mujer». Una pareja como tantas otras, y que por eso pasa y nos pasa totalmente desapercibida

En el evangelio de media noche, hemos seguido con la historia de esta pareja; aunque ella está a punto de dar a luz, han de hacer frente a un viaje para cumplir con un requisito legal: «un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad»; nada fuera de lo común, alque que afectaba a muchas personas que también se tienen que desplazar.

Tampoco fue algo especialmente llamativo el hecho de que, «mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo y lo recostó en un pesebre porque no había sito para ellos en la posada». Es una de tantas circunstancias penosas y lamentables que a diario viven en silencio las personas que nos rodean y que a la mayoría nos pasan totalmente desapercibidas o a penas nos llaman la atención.

Pero el hecho de que la primera Navidad fuera algo tan normal, tan cotidiano y que pasara tan desapercibida, no le quita nada de la grandeza extraordinaria que encierra: que la Palabra se hace carne en la humildad de un niño y acampa entre nosotros. Quiere acampar en medio de nosotros en unos hogares, en unas familias, en unas mesas donde no falta de nada, pero quizás falte Dios. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron.

En el adviento, los pobres, los que nada tienen son los que mejor han sabido esperar y el que espera es el que mejor acoje. El creyente, el que de verdad se atreve a acercarse al Niño que nace en belén y en él reconoce a Dios, tenemos que acordarnos de los más necesitados que viven entre nosotros: de los millones de niños que mueren cada día de hambre en el mundo, mundo en el que a muchos nos sobra de todo. Tenemos que acordarnos de aquellos que tienen que abandonar sus familias para ir a sitios que los desconocen; acordarse de los que sufren enfermedades, de los que están solos; de los que sufren violencia incluso de sus propios familiares.

Podemos preguntarnos por qué. Pues porque es Navidad, porque Dios sin olvidar su grandeza, se ha hecho pobre con los pobres, se ha hecho niño, se ha hecho hombre/mujer como nosotros, y esta lección no la podemos dejar escapar. La alegría de su nacimiento nos anima a ser mejores, a trabajar por hacernos la vida un poco más feliz, los unos a los otros.

Si buscamos la paz, si buscamos al Señor, si buscamos al Salvador, ésta es la señal: encontrarás a un niño, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. No encontraremos armas para la guerra, ni poder para la opresión. Solo encontraremos la indefensión de un niño, la fragilidad de un niño, la pobreza de un niño, esa pura necesidad que es siempre un niño.

Solo puedo desear que lo encontremos, lo abracemos, lo imitemos y lo sigamos. Por si no lo sabemos, el niño se llama Jesús.

Hasta la próxima

Paco Mira

viernes, 17 de diciembre de 2021

QUIERO DECIR QUE SÍ, COMO TÚ, MARÍA

 QUIERO DECIR QUE SÍ, COMO TÚ, MARÍA


Creo que todos entendemos que las nuevas tecnologías son indispensables. Les confieso que siento una envidia sana por aquellos que le han dedicado, en su momento, horas y horas a las nuevas tecnologías (ordenadores y programas, tablets, etc...) porque ahora es tiempo que han ganado y se defienden cual pez en el agua.

Sin embargo en lo que ya no estoy de acuerdo es que las nuevas tecnologías ahoguen el contacto físico y humano de las personas, y sobre todo cuando la justificación es por el ahorro de costes en detrimento de los usuarios: cuando en una entidad bancaria todo se hace "on line" y ya no queda tiempo para la cita previa, para que el anciano o el joven no avezado en las nuevas tecnologías, pueda solucionar sus problemas, pues complicado veo la cosa; y si encima ya damos por hecho (desde la entidad bancaria, por ejemplo) que tiene que ser así los modales o las formas hacia quien no lo comprende o no lo entiende, no suelen ser las mejores; en algunos ayuntamientos, por aquello de la cita previa, las colas al sol de justicia del sur de nuestra isla maquilladas con una carpa, suelen ser la imagen de lo que muchas veces criticamos y llamamos tercer mundo; no digamos nada cuando le tenemos que decir al médico por teléfono que nos duele la garganta o que tenemos un dolor en no sé donde y que el galeno tiene que imaginarse y nosotros nos enfadamos porque no nos entiende.

Les confieso que estoy a favor de las nuevas tecnologías, pero que estas no ahoguen al ser humano.

¿Por qué reflexiono con ustedes esto?. Porque el personaje que este fin de semana nos presenta la liturgia es María. Ella podría - en el caso de haberlas - haber utilizado las nuevas tecnologías o los correos de la época para decirle a su prima la gran noticia de su embarazo y sin embargo decidió no perder el tiempo en escribir ni en utilizar los correos de la época y "salir deprisa a la montaña" para visitarla y, además, de viva voz darle la Buena Nueva. Seguro que tardó un tiempo, en su estado y por los medios de transporte de entonces, en llegar, pero mereció la pena.

Hoy, creo, nos está faltando ese contacto. Las nuevas tecnologías nos están alejando del contacto necesario que favorecen las relaciones humanas, sociales y crean vínculos propios del ser humano. María, la mujer del sí de y a Dios. Hoy, que seguro que necesitamos más que nunca ese contacto, prescindimos él. María, a pesar de todas las dificultades de la vida, se fió, creyó y dijo que sí a un proyecto desconocido, desconcertante y a una aventura que no se sabia el resultado.

Dios se fijó y se fija en la humildad de la gente como María, por ello nacerá en un pesebre, que incluso nos llevará a pensar que quienes somos nosotros para merecer tal premio.

Muchas veces me he preguntado si, como receptores de la Buena Noticia, somos capaces de salir corriendo como María a anunciar esa gran noticia; El encuentro de María e Isabel puede ser el encuentro de Dios con los hombres y en más de una ocasión me he preguntado si me he dejado encontrar con y por Dios; me he preguntado y he escuchado la voz de Dios como para anunciar a los cuatro vientos que el mensaje de Jesús merece la pena.

La Navidad está a la vuelta de la esquina y María se nos pone delante como modelo a seguir, a vivir la felicidad, a anunciar la buena nueva, después de un encuentro con el mismísimo Dios.

Amigos, no es fácil la tarea, pero no imposible.

Hasta la próxima

Paco Mira

viernes, 3 de diciembre de 2021

NOSOTROS, ¿TAMBIÉN PREDICAMOS EN EL DESIERTO?

 NOSOTROS, ¿TAMBIÉN PREDICAMOS EN EL DESIERTO?


Hay que tener valor para vivir en el desierto. Hace poco se murió el único superviviente de la matanza de Argelia, de los anacoretas que vivían en el desierto, hace algunos años. En alguna ocasión él decía que era el lugar donde mejor se vivía, donde mejor se podía encontrar con uno mismo, donde mejor se podía encontrar con Dios, donde mejor se podía encontrar - cuando fue posible y antes de la matanza - con los hermanos. La verdad es hay que echarle valor a sus palabras, porque probablemente el desierto invita a todo, menos a lo bueno.

Sin embargo creo que todos necesitamos algo de desierto. En un "mar de asfalto excesivamente comercializado", creo que necesitamos - al menos los cristianos - un poco de silencio, de calma, de tranquilidad, de encontrarnos con nosotros mismos. La aridez del desierto es el que nos tiene que poner a todos en el lugar que nos corresponde y ello nos viene bien ahora que entramos en ese tiempo maravilloso llamado Adviento.

Creo que Juan, el Bautista, lo entendió a la primera. Un hombre que no le tenía miedo a las consecuencias de su predicación y que no todo el mundo acabó de entenderlo. Juan supo poner de manifiesto que el que venía detrás de él, era más importante que su propia persona, y aunque supiera que su persona corría peligro, no le importó poner la verdad por encima de todo.

A veces, nosotros por vergüenza, no predicamos ni siquiera en el desierto. Y a veces, nuestro mensaje se queda en el polvo de la arena del desierto. Deberíamos de revisar nuestro mensaje. Deberíamos de revisar lo que anunciamos y decimos que creemos, ¿predicamos en el desierto?, ¿nuestra predicación llega a alguien?, ¿la covid19, puso de manifiesto nuestra miseria religiosa y ya nadie nos escucha o nos sigue?. Les confieso que si eso es verdad, Juan el Bautista fue un héroe.

Gracias a Francisco, nuestro Papa, que se dio cuenta del hecho, nos ha convocado a caminar en sinodalidad. A caminar juntos, a lo que Juan anunciaba como Preparar el camino al Señor. No se trata de hacer una Iglesia nueva, sino que aprovechando lo que tenemos, seamos capaces de hacer una Iglesia del tercer milenio.

Hace poco nos metieron (o nos siguen metiendo) el miedo en el cuerpo conque se van a acabar las cosas y por ello tenemos que llenar nuestras despensas, porque vamos a estar desabastecidos. No sé si en todo ello hemos procurado dejar un hueco en nuestro corazón para "preparar el camino al Señor", preparar un lugar para que Jesús, de verdad nazca en nuestro corazón.

Juan, aún viviendo en el desierto, aún viviendo en las dificultades de la vida, aún sabiendo que los que le escuchaban no le iban a hacer mucho caso, grito en el desierto de de la vida, preparen, anímense, alégrense, ... porque entre todos podemos hacer realidad el nacimiento de la Vida.

Ojala que seamos la voz de la Palabra. Ojala que seamos capaces de allanar los senderos. Ojala que seamos capaces de recordarnos cada domingo, con nuestra corona de adviento correspondiente que preparar el camino al Señor es algo que requiere tiempo, sin prisa, cuidar cada momento y cada espacio.

Amigos, vamos camino del segundo domingo. Queda menos, pero en nuestras manos está en no predicar solamente en el desierto y aunque lo hagamos, que gritemos Preparar el camino al Señor.

Hasta la próxima

Paco Mira

viernes, 26 de noviembre de 2021

VIVIR CON ESPERANZA NO ES VIVIR DESESPERADO


Cada vez más hay profetas de calamidades. Y si es con el volcán de La Palma, pues vale más echarse a correr. Surgen agoreros, echadores de cartas y lectores de lo más insospechado, que son capaces, de lo mínimo, meternos el suficiente miedo en el cuerpo que somos capaces de desvalijar supermercados porque esto no hay quien lo arregle. Parece que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina. Los wass corren como la pólvora y nos tiemblan las entrañas, porque somos incapaces de dar con la solución.

 

Comenzamos un nuevo año (litúrgico, claro) y comenzamos el año con Lucas. Pero claro el evangelio de este primer domingo no puede ser más catastrofista: "las naciones estarán angustiadas, los hombres muertos de terror y de ansiedad por lo que se le echa al mundo encima". Pues más actual no puede ser: que estamos nerviosos, seguro; que no vemos el futuro claro, también; que los acontecimientos no son los más favorables, pues seguro... Pero no por ello es cuestión de echarse a correr. Todo lo contrario.

 

El evangelio de este fin de semana, no nos llama a la desesperanza, nos llama a levantar la cabeza, a mirar hacia el frente y porque todo está como está, se nos ofrece el tiempo de adviento, de esperanza y confianza en que Jesús no nos va a abandonar a la suerte que no nos corresponde. El ha entregado su vida por nosotros y a nosotros no nos queda otra que preparar el camino para su venida.

 

La Iglesia actual, esa que quiere caminar en comunión sinodal, camina a veces como una anciana encorvada. Encorvada por el peso de los siglos, de las luchas y trabajos del pasado. Camina con la cabeza baja, consciente de sus errores y de sus pecados, sin poder mostrar con orgullo la gloria de otros tiempos.

 

Por eso hay que levantarse, animarnos los unos a los otros. No mirar al futuro haciendo nuestros propios cálculos, ya que un día ya no viviremos encorvados, ni con el desaliento como bandera. Pero hemos de tener cuidado que no se nos embote la mente, parece que hemos de vivir con un corazón insensible y endurecido, que vive de espaldas a Dios y a los hermanos.

 

Hemos de estar despiertos. Despertando la fe de nuestras comunidades, atentos a la palabra del evangelio. Cuidando mejor la presencia de Jesús en medio de ellas, ya que a veces da la impresión de vivir en comunidades dormidas por la apatía, el desaliento y la desidia.

 

A veces vivimos solamente alimentados por la crítica y que todo está mal. Somos los profetas de calamidades andantes. Vivir despiertos no significa estar alejados del mundo, sino todo lo contrario, dentro del mundo para poder saber distinguir quien es nuestro camino de fe y realidad. La esperanza no es algo pasivo, es algo que nos invita a la acción. Quien vive en la esperanza es quien se esfuerza por hacer de la realidad algo mejor cada día.

 

Seamos sembradores de esperanza. Que se nos note el nerviosismo ante la llegada de quien da sentido a nuestra vida, de quien nos dice que no andemos con la cabeza baja. Todo lo contrario. Que quien nos vea en la calle, se pregunte, ¿a quien esperan tan alegres?. No nos dejemos invadir por millones de luces (que están bien), que no nos dejan ver la claridad de quien va a nacer desde la humildad y la sencillez.

 

Que los cantos y regalos no sean el envoltorio que nos tapa la mirada de los inmigrantes, de las colas del hambre, de las fronteras de cierran el paso a la humanidad que no tiene frontera.

 

Hasta la próxima

 

Paco Mira

viernes, 19 de noviembre de 2021

NO ES UN EXTRATERRESTRE

 

NO ES UN EXTRATERRESTRE

Tengo un amigo, Daniel, que es astrofísico. Me encanta hablar con él de temas que van más allá de lo que vemos porque además lo vive y le encanta. Es un gran astrofísico, tiene publicaciones, y un blog del que yo, a veces, alimento mi mente ignorante en estos temas. Cuando trabajamos juntos, me encantaba hablar con él sobre la trascendencia, cada uno en su ámbito, porque me daba la impresión que los dos hablábamos de lo mismo: él me exponía un montón de fórmulas físicas y yo no le ponía ninguna fórmula, pero sí llegaba a donde a él la razón no le daba. Era un diálogo enriquecedor.

Siempre me decía y comentaba que los extraterrestres no existían ni existieron nunca y yo le creía. Pero me hablaba de una realidad espacial con tal convicción como si él estuviera de vacaciones en aquello que no vemos, pero que intuimos que existe y además nos lo creemos. Yo le decía, cuando hablaba de Jesús, que su Reino no es de este mundo.

Es más, llegué a decirle que me daba la impresión que en medio de nosotros había extraterrestres. El se echaba a reír y me preguntaba por qué. Le comentaba que nuestro mundo, nuestras relaciones sociales, se habían vuelto de lo más locas: el respeto, la buena educación, las normas cívicas de comportamiento... se habían perdido, incluso en aquellos espacios en los que normalmente creemos que tienen que existir como por ejemplo un centro educativo. Por eso, cuando veo a una persona educada, que pide las cosas por favor, que te da las gracias, etc... creo que hay un extraterrestre.

Por eso el Reino de Jesús, ese Reino al que todos aspiramos no es un Reino de este mundo. Es un Reino de verdad, de justicia, de paz, de amor, de cercanía, de solidaridad, de amistad... palabras que casi se han convertido en extraterrestres, más que en una realidad. Jesús se lo dice a Pilato, que es el que emplea la violencia para dar a conocer la verdad (según él), el que emplea la fuerza que para él es sinónimo de justicia... ¡qué diferencia tan grande!

Acabamos el año litúrgico. No sé si deberíamos de tomar las uvas y desearnos un feliz año. Pero sí deberíamos de mirar hacia atrás aunque sea de refilón y aprender de los errores, que probablemente son muchos, para no volver a caer en la misma o peor de las tentaciones.

Mi amigo Daniel, me decía que en la Nasa se aprendían de los errores, nosotros dudo que hagamos - en muchos casos - lo mismo. Volvemos a caer y a tropezar en la misma piedra y si se puede cada vez más grande. Pero seguimos insistiendo que "mi reino no es de este mundo" o incluso seguimos cantando "anunciaremos tu reino, Señor, tu reino".

Jesús nos recuerda que el que es testigo de la verdad, escucha su voz. Me da la impresión que a veces, o muchas veces, estamos sordos, no oímos la voz del que nos habla desde la sinceridad del corazón. A veces nos interesa estar alejados de la realidad para no inmiscuirnos en los problemas, para que no nos generen más problemas a nosotros.

Probablemente hoy estamos invitados a ser extraterrestres en un mundo demasiado terrenal: que camina deprisa, que está súper tecnificado, que es capaz de generar hombres y mujeres a imagen y semejanza de las máquinas que no tienen corazón. Por eso Jesús, vuelve a insistir que su Reino no es de este mundo. Nos invita a ser ejemplo de la verdad que nos hace libres. Nos invita a que seamos la sal que genera sabor a la vida que nos rodea y sobre todo a seguir el ejemplo del que es Camino, Verdad y Vida.

Feliz fin de año

Hasta la próxima

Paco Mira

 

viernes, 12 de noviembre de 2021

NO ME DESAGRADA EL MES DE NOVIEMBRE

 NO ME DESAGRADA EL MES DE NOVIEMBRE

 


Dentro del otoño, quizás el mes de noviembre sea el menos querido. Da la impresión de ser un mes triste, un mes que no quisiéramos compartir en muchos de los casos.... sin embargo, a mí, no me desagrada. Fíjense que empieza recordando a los que nos han precedido, a esas grandes personas que han dejado huella en la historia de nuestra vida... y suele terminar con una llamada a la esperanza, cuando comienza el adviento. 

Pero es que en medio de esto, y ya van para cinco años, el Papa, nuestro gran Francisco, ha querido que tengamos presente a los que nos van a preceder en el reino de los cielos: a los pobres, los de las orillas de los caminos, los que no cuentan en esta sociedad más tecnificada y sofisticada, los que fueron en algún momento y ahora no lo son tanto y a los que a lo mejor nosotros hemos apartado de nuestro camino porque no son de nuestra condición.

A eso añadimos una ciudad mágica: Asís. Esa ciudad que todavía conserva el ambiente del siglo XIII; esa ciudad que todavía respira compromiso evangélico; esa ciudad en la que correteaban los ricos que al contacto con los pobres han sido evangelizados por estos, y que se llamaba Francisco, como el Papa. Si es que, nunca mejor dicho, los caminos del Señor son inescrutables, irrefutables y , a veces, difíciles de seguir.

El Papa vuelve a Asís este fin de semana. Vuelve a hablar, aplaudir, y a reivindicar el papel de los pobres en este mundo: Dichosos los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos. ¡Y nosotros preocupados por el desabastecimiento que algunos vaticinan para los tiempos que estamos viviendo, como si fuera el fin del mundo!. Está claro que el Reino de un tal Jesús, no es de este mundo.

Dice el lema de Asís de este año, que "los pobres los tienen con ustedes todos los días" y ¡cuánta verdad!. El pobre, el que nada tiene, el que no tiene nada que perder, el que no está apegado a los bienes de esta tierra, es el que más comparte, discute y defiende la verdad. Porque tiene claro que la verdad nos hace libres.

El cielo, la tierra, los enseres... pasarán, pero como dice el evangelio de este fin de semana, mis palabras no pasarán. Por desgracia sigue habiendo pobres; por desgracia sigue habiendo unos pocos que siguen apoderándose de aquello que le pertenece a otros y que entre todos podeos formar una gran familia. Por desgracia el mundo sigue estando mal repartido, pero porque nosotros no queremos que se reparta de una forma mejor. Jesús sigue gritando a los cuatro vientos, que dichosos son los pobres, los humildes, los sencillos, los agradecidos, los que no tienen el corazón ocupado de banalidades de la vida.

Por ello decía que no me desagradaba el mes de noviembre. Empezar el mes de noviembre es oler a pobre, a sencillez, a no acaparar más de lo que realmente tenemos que tener. Noviembre no es el mes solamente de los difuntos y de olor a flores de cementerio. Es, también, el mes de la esperanza. Es el mes de que las cosas pueden ir a mejor. Es el mes del camino que comenzamos de comunión, participación y misión. Es el mes de salir a los caminos, (como lo de la parábola que los invitados no fueron y el duelo invitó a los que nadie contaba con ellos) y ofertar esa Iglesia que sea más fiel al evangelio que Jesús quiere. Y esa Iglesia empieza por la pobreza, por el testimonio y por la entrega.

Amigos: hagamos de nuestro lugar de residencia un pequeño Asís, un lugar donde nos acordemos de los que no tienen nada, que nos acordemos de aquellos que aún no teniendo, son capaces de compartir lo que son: su persona. ¡Qué maravilla!

 

Hasta la próxima

Paco Mira

jueves, 4 de noviembre de 2021

ME GUSTA ESTA IGLESIA QUE FALLA Y PIDE PERDÓN



 

Este fin de semana celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Si en cada Diócesis se celebra lo mismo, luego es como celebrar el día de la Iglesia, el día de todas las Iglesias del mundo en una sola. Mucho se ha escrito, se sigue escribiendo sobre la Iglesia. Muchos son los enlaces que hay sobre ella y con matices y carismas muy diversos: según creamos en alguno de ellos, diremos que tienen razón. Pero también es verdad que pensamos que la Iglesia tiene tinte exclusivo de mitra, anillo, palacio arzobispal, báculo, bonete, nombramiento de y en  cónclave, soplo del Espíritu, etc... 

Y yo, que soy Iglesia, resulta que no he tenido nada de ello. Simplemente he tenido unos padres que por propia convicción me han llevado un día a una pila bautismal y a partir de ese momento formo parte de ese maravilloso mundo que llamamos Iglesia. Una Iglesia, la mía y la de muchos que son como yo, que se equivoca (bendita equivocación), que falla, que no sacamos cartas pastorales ni escribimos encíclicas; una iglesia, la mía, que atiende a las colas del hambre independientemente de cómo los que están en la cola le llamen al Dios en el que todos creemos; una iglesia, la mía, que saluda, conversa, anima y llora con los que se acercan todos los fines de semana a celebrar una fe, que algunos llaman la fe del carbonero, que es la que está - en muchos casos - manteniendo las puertas abiertas de nuestros templos.

Mi Iglesia es la que quiero que se identifique con la pobre viuda del evangelio de este fin de semana que no echa en el cepillo de lo que le sobra, sino que echa lo que tiene para compartir con los que no tienen. Mi Iglesia es la que quiero que se identifique con la humildad de quien nació pobre y humilde en un lugar cualquiera llamado Casa del Pan, o Belén. Mi Iglesia es la que se debe identificar con aquellos que buscan lo mejor para los suyos y huyen de sus lugares de origen por no ser seguros. Muchos quedan en el intento y su ahogamiento sirve de fuerza a los que vienen atrás.

Mi Iglesia es la que está compuesta por personas que cometen errores y fallos. Es la compuesta por aquellos que equivocan su vocación de servicio, con la tiranía y el abuso hacia los débiles e indefensos; Mi iglesia es la que cuando anunció  la buena noticia a quienes no la conocían, se equivocó imponiendo la cruz que es servicio, con la espada que mata.

Pero mi Iglesia es la que también pide perdón. Reconocer el pecado, el error y pedir perdón por ello, es signo de sinceridad, honradez, y buen hacer. Esa es la grandeza de mi Iglesia, de nuestra Iglesia y cuya fiesta queremos reconocer este fin de semana. No es mi Iglesia, es nuestra Iglesia a la que el Papa Francisco invita a caminar juntos. Nos invita a un Sínodo. 

Cuando los seguidores de un equipo de fútbol inglés (del Liverpool) le cantan a su equipo "nunca caminarás solo", me acuerdo de nuestra Iglesia. Nunca, a pesar de las imperfecciones, fallos y pecados , caminaremos solos. Siempre tendremos al Maestro que nos ayude.

Por eso en nuestra Iglesia tienen que tener cabida todos los que actúan de buena fe: los de mitra y los de sin ella, hombres y mujeres que tienen que tener la responsabilidad y valía que le atesora su propia fe y conocimiento. Me gustaría que nuestra Iglesia sea una Iglesia abierta, acogedora, casi de calor maternal que acaricia y abraza como una madre a un hijo, pero también que corrige y reprocha cuando hacemos las cosas mal.

Nunca la juzguemos sin conocer. Te quiero Iglesia y quiero caminar contigo. Camina con los signos de los tiempos. Abre los brazos como el padre de la parábola a tantos hijos e hijas que no han comido otra cosa que algarrobas. Quiere a los que tienen el amor como bandera, sea cual sea su signo y color, porque no nos olvidemos que Dios es amor.

Felicidades Iglesia, entre otras cosas, por pedir perdón

 

Hasta la próxima

Paco Mira

viernes, 29 de octubre de 2021

QUE NO NOS PILLE DURMIENDO

 QUE NO NOS PILLE DURMIENDO

 


Ni tampoco con el pie cambiado. Este fin de semana cambiamos la hora. Siempre que ser produce un cambio como este, hay infinidad de disculpas o no, para no llegar a tiempo a aquello que es importante: el trabajo, atender el colegio de los niños, las actividades propias de una casa, compartir la fe... seguro que a un asadero, a la fiesta del pueblo o del vecino de al lado... siempre llegamos a la hora, porque la hora la ponemos nosotros, o el vecino. 

Tenemos claro que la pandemia nos ha puesto en nuestro sitio. No había nada atado y bien atado. No había nada que durara para toda la vida. Nuestra fe estaba - y está - en pañales, gateando, balbuceando en los primeros pasos. Muchos han aprovechado estos tiempos para fabricar su propia religión y se han construido su propia moral, una moral a su medida, una moral en la que la norma la pone cada uno y casi siempre no tiene tope. Nunca han buscado otra cosa que situarse con cierta comodidad en la vida, evitando interrogarnos con preguntas que cuestionen seriamente nuestra existencia.

Algunos no sabrían decir si creen en Dios o no. En realidad no entienden para qué pueda servir tal cosa. Viven tan ocupados en trabajar y disfrutar y tan distraídos por los problemas de cada día, los programas televisivos y las revistas del corazón del fin de semana que Dios no tiene sitio en sus vidas. Incluso el volcán de La Palma, fue, pero ya no lo es tanto, noticia de portada en el corazón de muchos de nosotros.

El evangelio de este fin de semana nos habla de amor. De un amor que no está en el mismo plano que otros deberes. No es una norma más, perdida entre otras normas más o menos importantes. Amar es la única forma sana de vivir ante Dios y ante las personas. Si en la política o en la religión, en la vida y comportamiento social o individual, hay algo que no se deduce del amor o va contra él, no sirve para construir una vida humana. Sin amor no hay progreso.

Se puede vaciar de Dios la política y decir que basta pensar en el prójimo. Se puede vaciar del prójimo la religión y decir que lo decisivo es servir a Dios. Para Jesús Dios y prójimo son inseparables. No es posible amar a Dios y desentenderse del hermano. No nos olvidemos que al final de nuestros días, lo único que nos van a pedir es el cuánto hemos amado.

Al comienzo de la semana, es también el día de los santos y de los difuntos. Santos hay muchos y sin peana; caminan con nosotros y probablemente no los conocemos o no queremos rozarnos con ellos, pero nos van marcando el camino y dejan huella. Nosotros hemos de aprender de ellos. Pero son muchos los que nos han dejado, y el recuerdo hacia ellos tiene que ser de agradecimiento y veneración. Es el sentido de una flor en ese día. Pero lo más importante no es tanto la flor, sino el recuerdo de la vida que nos ha marcado y por ello la resurrección tiene sentido. Mientras les recordemos con memoria agradecida, seguro que han resucitado.

Por ello, decía al principio de este escrito, que no nos pille durmiendo. Que no nos pille sin amar, pero amar de verdad, con el corazón, amar a los demás como a nosotros mismos. Por ello el Reino de Dios no está lejos de nuestro corazón. Muchos son los que están en las colas del hambre; muchos son los que dejan sus vidas en el océano porque han decidido llegar a una vida mejor a la que todos tenemos derecho; y nosotros.... no hemos cambiado la hora. Nos ha pillado todavía durmiendo, pensando que llegamos a tiempo y lo hacemos tarde.

Amigos, empezamos un nuevo mes. Empezamos recordando a los que nos han precedido y han dejado y nos dejan sus huellas. No nos durmamos, porque el amor no tiene cambio de hora. Siempre es tiempo de amar.

 

 

Hasta la próxima

Paco Mira

jueves, 21 de octubre de 2021

LAS FIESTAS MÁS SINODALES




Si me lo permiten, este fin de semana me gustaría recordar al patrón de mi pueblo, que sin ser exclusivo del mismo, celebra este finde, las fiestas en su honor: San Rafael de Vecindario. Unas fiestas, que quieren volver a arrancar después de tiempos difíciles y complicados y seguro que estando deseosos de ellas, nos resultarán un poco extrañas. 

Estamos convocados a la fiesta, y fiesta significa diversión, alegría, compartir...Necesitamos, en medio de las dificultades que estamos viviendo, manifestar y compartir la alegría. La alegría que nos une; la alegría que supone compartir nuestra vida; la alegría que nos lleva a la unión entre todos y cada uno de los que vivimos en nuestro pueblo, pero abiertos a aquellos que, desde fuera,  quieren sumarse a la maravillosa aventura de la fiesta.

Un año más también nos convoca San Rafael. Una año en el que las secuelas de la Covid19, en su quinta ola, han dejado su huella. La medicina de Dios, quiere hacerse presente en medio de todos y cada uno de nosotros. No ha sido un año fácil: ha habido ausencias inesperadas; ha habido situaciones de precariedad laboral; un año en que parece que los problemas no tienen solución... pero no debemos perder la esperanza.

Esperanza es lo que no perdió el joven Tobías que un día esperaba que un hombre bueno le acompañara, (como reza el himno al patrón). Nuestro pueblo está lleno de hombres y mujeres buenos que están deseando acompañar a infinidad de Tobías que se han despistado a la hora de encontrar el camino deseado. La alegría de la fiesta, puede ser un momento bueno para el encuentro.

Este mes, el Papa Francisco nos ha invitado a la sinodalidad, a caminar juntos (eso es lo que significa). Y ¡que buena ocasión, es que en esta fiesta lo hagamos!. Seamos sinodales (caminemos juntos) para acompañar a los que no pueden llegar a fin de mes; Seamos sinodales para acompañar a los que están viviendo la soledad de la enfermedad y de la tristeza de la vida; seamos sinodales para abrazar y acariciar a tantos y tantos ancianos que no tienen quien les arrope; Seamos sinodales para ser generosos con quienes el ERTE está haciendo estragos; Seamos sinodales para echar una mano en la tragedia del volcán de nuestros hermanos de La Palma; Seamos sinodales con la cantidad de hombres, mujeres y niños que desesperados de la vida llegan a nuestras costas en pateras (no hace mucho, en 56 horas llegaron mil) y parece que nadie se acuerda de ellos. Seamos sinodales con la cantidad de misioneros y misioneras (este fin de semana también es el Domund) que llevan por el mundo el maravilloso mensaje de Jesús de Nazaret.

San Rafael nos pide unidad en la adversidad. Nos pide mirar al futuro con optimismo. Nos pide que la derrota no sea la bandera de un pueblo que siempre se ha caracterizado y ha demostrado su alegría.

Amigos, estamos de fiesta. San Rafael nos llama a ello. San Rafael nos invita a que nos acerquemos con corazón sincero a visitarle y que, tal y como somos, bebamos de su medicina para coger fuerzas cuando las cosas no nos vayan bien del todo, pero que también bebamos cuando los vientos de nuestro pueblo (que no son pocos) nos sean favorables.

Tenemos un gran reto por delante. Reto al que estamos invitados todos. Rafael nos invita a mirar el futuro desde el presente y eso es lo que nos tiene que animar a que lo hagamos lo mejor posible.

Felices fiestas

 

Hasta la próxima

Paco Mira

jueves, 7 de octubre de 2021

¡ FRANCISCO (Asís y Bergoglio), VE Y REPARA MI IGLESIA!

 ¡ FRANCISCO (Asís y Bergoglio), VE Y REPARA MI IGLESIA!


 

Que todos estamos llamados a la santidad, a ser buenos, eso no lo niega nadie. que hay santos que tienen peana, tampoco. Que hay muchos que no la tienen (y a lo mejor son la mayoría), eso tampoco. Pero esta semana hemos celebrado la onomástica de uno de los que tienen peana: siendo pequeño y enjuto, se convirtió en grande y ejemplo para muchos. Hasta aquí nada fuera de lo normal: Francisco de Asís. 

Francisco se convirtió en ejemplo, casi sin querer. Hijo de un rico comerciante de telas, su padre - por el negocio -  se sentía orgulloso de tener un heredero que quedara con la fortuna familiar. Sin embargo, cuando iba de camino (como casi todos los santos) se encontró, en San Damián, con un Cristo que le dijo nada más y nada menos ¡ve y repara mi Iglesia que amenaza ruina!. Y ni corto ni perezoso, se remanga las mangas y empieza a levantar piedras para la reconstrucción de la pequeña ermita. Pero el encuentro con un leproso, le llevó a entender que lo que el Cristo de San Damián le pedía era otro tipo de reparación. Y lo entendió a la perfección: con el evangelio, la pobreza y la oración, se puede evitar la ruina de la Iglesia.

Curiosamente, 900 años más tarde, otro Francisco, el Papa Bergoglio, también oye a Cristo que le dice ¡ve y repara mi Iglesia!. Lo que yo ya no tengo claro es que también amenace ruina, aunque sí creo que le hace falta una ITV en todos los sentidos.

Últimamente en los evangelios del fin de semana, estamos oyendo que Jesús va de una orilla a la otra, que se detiene en el camino, que va de camino de un lado para otro... y el Papa, viajando en ese mismo camino de la historia en la que nos encontramos, decide que va siendo hora de pararse, de hacer una sentada, de escucharnos, de ver cómo nos van las cosas, de sentarse sin distinción de cargos, ni de mitras, ni de anillos episcopales...de pensar como nos van las cosas, de cambiar lo que haya que cambiar y convoca un SÍNODO. ¡Fuerte valentía la suya!, es casi como la de Francisco, el de Asís, al que tacharon de loco, de no estar en sus cabales.

Es curioso que la última vez que la Iglesia se sentó a pensar, a reflexionar fue hace 56 años, en aquello que llamaron Concilio Vaticano II. En aquella ocasión pensaron las "cabezas privilegiadas" de la Iglesia, los grandes teólogos, los que entendían de cómo tenía que ir la Iglesia. Gracias a ellos, hemos avanzado un montón.

Ahora se pide la opinión no solo a las mitras y anillos, a los decanos de facultades teológicas, a los grandes pensadores y escritores de libros de teología. Ahora, Francisco, el Bergoglio, quiere saber la opinión de la catequista de niños, del catequista de jóvenes, del animador de la liturgia, del que limpia la Iglesia, del que atiende el archivo, del que hace que las celebraciones puedan ser más amenas con los cantos, del que ocasionalmente se acerca a la parroquia. En definitiva, tú y yo tenemos la palabra. 

Que maravilloso es que podamos tener la Iglesia que queremos. Que no sea de antojo personal, sino la más fiel a la realidad del evangelio. El evangelio está en la calle, en la realidad pandémica de cada día, en la realidad del ERTE, en la realidad del desahucio, en la realidad de las colas del hambre... y la Iglesia, nuestra Iglesia santa y pecadora tiene que dar respuesta a esa realidad que estamos viviendo y es por ello que tenemos que caminar unidos, juntos para lograrlo (sinodalidad). E incluso si tiene que pedir perdón que lo haga, debe hacerlo.

Amigos, estoy animado a ello y más teniendo en cuenta el evangelio de este fin de semana que nos llama a la humildad: "no lleven nada para el camino...", ¡cuanta carga hay que dejar para que la Iglesia pueda funcionar de verdad!. El de Asís, vivió la alegría del evangelio; Bergoglio Evangelii Gaudium; El de Asís llegó a proclamar "loado seas mi Señor por la hermana madre tierra", Bergoglio Fratelli Tutti. ¿Casualidad, o signo de los tiempos?

Apuesto por ello y les invito a que nos animemos.

 

Hasta la próxima

Paco Mira

jueves, 30 de septiembre de 2021

TODOS SOMOS PALMEROS

 TODOS SOMOS PALMEROS


Ante la situación del volcán de La Palma, creo que no somos palmeros en sentido de "pelotas" de otros. Somos palmeros de corazón de hermano hacia quien lo está pasando mal. Hoy quiero compartir una reflexión no mía, sino de Pedro Miguel Lamet, que es sacerdote y periodista. Espero que nos ayude a todos.

«El ser humano, a pesar de los logros alcanzados en la ciencia y la tecnología, sigue siendo un pequeño insecto en medio del Cosmos, impotente ante estos fenómenos naturales como un volcán. ¿Por qué nos lo hemos creído y hay un orgullo posmoderno absurdo?. Miro las hormigas y aprendo.

El orden cósmico nos supera. Este volcán es como una cerilla que ilumina mi mente para saltar al universo y decirme: sube más allá y acepta una cosmovisión que rompe con tus criterios de tiempo y del espacio.

Construimos fábricas, casas, graneros, propiedades. Nos llamamos dueños del futuro. Y en un santiamén "como un ladrón", en este caso, la naturaleza se lo lleva todo, ¿dónde he puesto mi corazón?.

La vida humana es más importante que toda posesión material. Pro aun esta siempre está en riesgo. ¿Tenemos conciencia de que formamos parte de un todo y que el devenir de nuestra vida temporal tiene un término y una continuidad distinta?.

Los pequeños, los pobres, los campesinos que han perdido todo lo que tenían siempre son las principales víctimas. ¿Me acuerdo de que, según Jesús, poseerán la tierra y el reino?.

Los canarios tienen una pasta especial. Incluso cuando se habla de su tragedia tienen tal tranquilidad y parsimonia que les sitúa en otra dimensión. Quizás estén más cerca de la paz contemplativa que presta sabiduría a la vida.

"Somos espectáculo", dice el Apóstol Pablo. El volcán de La Palma tiene una dimensión espectacular. Hemos seguido la apertura de sus bocas, el río de lava hacia el mar, su bramido continuo. Lo hemos visto embobados e impotentes. Su fuerza ante nuestra pequeñez, su belleza junto a su poder devastador, su irrupción ante nuestros planes. Hasta el dolor tiene un misterio de belleza y la belleza un lado de dolor.

Las islas están formadas por viejos volcanes durante millones de años. Te miras en el espejo y ves en tu rostro pasar el tiempo. Corres al trabajo, te preocupas por el tráfico, el último acontecimiento de tu pequeña vida. Levántate y aúpate hacia el no-tiempo.

La tierra es un ser vivo en continua transformación. Un día se separaron los continentes, surgieron los mares, evolucionaron los animales y vino el hombre. El volcán recuerda que hay una inteligencia, un fuego, una vida, una energía sembrada en el interior del Cosmos. ¿Podemos acceder a ella?. Solo desde el silencio.

El volcán, como la sonrisa de un niño, el movimiento de las mareas, el cráter de una flor, el parto de una madre, la belleza de una anciana y mil cosas que me rodean sólo me impelen arrodillarme y saborear un amor sin medida ni raciocinio.»

Gracias, Pedro Miguel, por esta reflexión. Pedimos al Padre, al Dios de la vida, al Dios que creó al hombre a su imagen y semejanza, que interceda en la naturaleza, por nuestro pueblo que sufre los rugidos de la madre naturaleza.

Animo al pueblo de La Palma y a los palmeros, no a los pelotas, sino a los nobles y sencillos hermanos de nuestra querida isla de La Palma.

Hasta la próxima

Paco Mira

jueves, 23 de septiembre de 2021

NO ESTÁN LOS TIEMPOS PARA CIRUGÍAS. SÍ ESTÁN PARA ACOGER

 NO ESTÁN LOS TIEMPOS PARA CIRUGÍAS. SÍ ESTÁN PARA ACOGER


En eso creo que coincidimos muchos. Y no están para cirugías, porque creo que es mejor continuar con lo de cada uno y no andar con remedios caseros o médicos y además lo costoso que puede resultar pues no es conveniente. Por eso digo, que cirugías las justas y necesarias y a lo mejor ninguna.

Pero también es cierto que aquello que nos sobra, aligera peso. Y en eso podemos coincidir. Jesús, parece jugar este fin de semana a aligerar peso, a librarnos de aquello que nos sobra, de lo que no nos sirve o no le damos el uso adecuado, pues parece que nos invita a quitarlo de encima. Claro, los ejemplos que pone, son de lo más necesarios: una mano, un pie, un ojo, ¡como me voy a quitar eso!.

Pero claro, en el pensamiento pastoral tiene otro sentido, probablemente no es un tema físico, sino actitudinal. Una mano que sirve para ayudar, acariciar, abrazar, estrechar, agarrar... y que no lo haga, vale más que nos las quitemos de encima; un pie que nos hace caminar por sendas que no son las que corresponden, un pie que nos hace tropezar en el camino que da la vida, un pie que sirve para poner zancadillas a los demás.... vale más que no lo tengamos; un ojo que sirve para mirar mal, con odio, con rencor, con desgana, fuera de contexto.... vale más que no lo tengamos....

Hemos celebrado nuestra Señora de la Merced, la patrona de los privados de libertad. La patrona de los que llamamos presos; la patrona de los que decimos que están en el lugar adecuado porque se lo merecen y si no que no lo hubieran hecho; la patrona de aquellos que no merece la pena que convivan con nosotros. Es curioso como el evangelio de este fin de semana nos invita precisamente a tender la mano, a caminar - en la medida de lo posible - con ellos, a mirarlos con los ojos de Dios.

En el Reino de los Cielos seguro que tienen una preferencia más que los que nos creemos seguros de lo que estamos haciendo. Cortar una mano o un pie, arrancarnos un ojo no está en el programa de Jesús de Nazaret, en su agenda de amor hacia todos aquellos que decimos seguirle. Y cuando afirmamos que le seguimos, en ello va incluido los migrantes, los privados de libertad, los que han llegado en patera, los que no cuentan.

Ahora, el mes que viene, el Papa nos convoca a caminar juntos, a ser sínodo. Y caminar juntos no es pegados, sino en la misma dirección, con criterio claro a pesar de los errores y de las equivocaciones. El mensaje de Jesús es para todo el mundo, no solamente los que vamos a misa. Cuando los discípulos le dicen, que han mandado callar a los que expulsan demonios, es que el mensaje también es para ellos y nosotros no somos quienes para decirles que no lo hagan, porque también tienen derecho igual que nosotros.

Hay veces, en nuestras comunidades, que afirmamos con rotundidad que quién es fulanito de tal para decir o hacer tal cosa, como si el mensaje de la Palabra de Dios solamente se me hubiese dado a mí, por eso Jesús se enfada

y le contesta a los discípulos, que no les prohíban expulsar demonios, es decir que no les prohíban anunciar su mensaje.

Nos escandalizamos cuando otros lo hacen mejor que uno, o nos dan lecciones de humildad y sencillez; o simplemente desde el silencio caminan con otros porque en ese momento lo necesitan. Dichosos ellos porque irán delante de nosotros.

No nos cortemos nada. Cirugías las justas. Pero reconduzcamos nuestras actitudes en determinados aspectos. Miremos a La Palma con el corazón limpio.

Hasta la próxima

Paco Mira