Primera Lectura
Lectura del
libro de Isaías (11,1-10):
Salmo
Sal
71,1-2.7-8.12-13.17
R/. Que en sus días florezca
la justicia,
y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al
rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con
justicia,
a tus humildes con rectitud.
R/.
Que en sus días florezca la
justicia
y la paz hasta que falte la
luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la
tierra. R/.
Él librará al pobre que
clamaba,
al afligido que no tenía
protector;
él se apiadará del pobre y del
indigente,
y salvará la vida de los
pobres. R/.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de
todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas
las razas de la tierra. R/.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15,4-9):
Todas las antiguas Escrituras
se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el
consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que Dios, fuente de
toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según
Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió
para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los
judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los
patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por
su misericordia. Así dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles y
cantaré a tu nombre.»
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Mateo (3,1-12):
Por aquel tiempo, Juan
Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque
está cerca el reino de los cielos.»
Éste es el que anunció el
profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino
del Señor, allanad sus senderos.»»
Juan llevaba un vestido de
piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de
saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de
Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el
Jordán.
Al ver que muchos fariseos y
saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os
ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la
conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: «Abrahán es nuestro padre», pues
os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca
el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y
echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que
viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él
os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano:
aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una
hoguera que no se apaga.»
Palabra del Señor





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