viernes, 5 de diciembre de 2025

CONVERSIÓN

 


CONVERSIÓN

 

¡Qué bonita palabra, pero qué dificil de llevar a la práctica!. Si vamos a la RAE, nos pone que es un cambio, una mudanza de algo. Juan, el Bautista, aquel personaje de piel de camello y que deambulaba por el desiérto, resulta que lo gritaba a los cuatro vientos y le costó un trabajo terrible ya que no todo el mundo le hizo casi; quizás unos pocos.

Convertirse es creer en la esperanza. Esperanza de que las cosas pueden ir a mejor, y eso supondría creer en un mundo casi perfecto, casi como los relata la primera lectura de este finde, donde habla de que cuando llegue el Mesías todo va a cambiar: un mundo de paz, de convivencia, de calma, de belleza... creo que es lo que necesitamos en estos momentos, ya que la violencia y el mal están a la orden del día. Y es que el mensaje del adviento es un mensaje válido para todo el mundo, no solamente para los cristianos.

Para mí un mundo perfecto, ese mundo en el que soñamos, es el mundo en que los niños son escuhados de verdad, no solo cuando gritan o llaman la atención. En ese mundo perfecto, hasta el silencio de un niño hablaría de Dios.

También un mundo perfecto sería aquel en el que los adúltos no se olvidarán nunca  que han sido niños: jugarían más y discutirían menos. Quizás tendrían más amigos de verdad y no harían las cosas tan complicadas. Un mundo perfecto sería aquel en el que el cielo no es un sitio lejano y azúl, sino que sería una forma de vivir, de creer en Dios presente en nuestra vida, cada mañana, cada tarde. Me imagino a Dios jugando con nosotros, desde que nos levantamos.

Podríamos seguir desgranando de lo que sería un mundo perfecto y por ello, a mí, me gusta tanto el adviento, sus lecturas y su exigencia. Porque hacer presente a Jesús en nuestras vidas, convertirnos es un asunto importante. Por ello escuchamos a Juan recordar que nos tenemos que convertir a una vida mejor.

No es fácil, pero no debemos tener miedo, ya que siempre vamos a tener a Jesús a nuestro lado aunque a veces nos despistamos en el camino de la vida. A veces nos engañamos a nosotros mismos y vamos por un camino que no conviene; a veces somos negativos con nosotros mismos... pero lo bueno es reconocer el camino equivocado, desandar lo malo para reencontrarnos con el camino correcto. Adviento es cambiar todo aquello que impide estar con Jesús cada día, es ponerse en marcha y elegir el camino correcto.

El mito griego de Pandora nos cuenta que Zeus le entregó una caja, con instrucciones de no abrirla, pero Pandora, por curiosidad, la abrió. La caja contenía todos los males para la humanidad (enfermedad, tristeza…) que se esparcieron por el mundo. Pandora cerró rápidamente la caja y en ella sólo quedó la esperanza, que estaba al fondo, para que las personas pudieran sobrellevar esas desgracias. De este mito surgió la frase: ‘La esperanza es lo último que se pierde’.

Debemos acabar el año, como lo comenzamos: siendo peregrinos de esperanza. Hoy se nos invita a revisar cómo andamos de esperanza, desde la conversión de Juan, del cambio profundo en un mundo donde la intolerancia parece que tiene la última palabra, pero nuestra vida tiene que tener y estar llena de sentido, de esperanza.

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