¡Fuerte lío el de la pandemia!. , eso les decía el domingo pasado. La semana santa, no ha podido arreglar el desaguisado económico, las pérdidas - quien vive de la economía lo sabe bien - son cuantiosas y eso hace que muchas economías familiares estén resentidas. No podemos inaugurar la temporada playera que tan de costumbre es en Canarias, pero ¿qué hacemos?. No quiero que nos agarremos a un clavo ardiendo, no quiero que nos acordemos solamente cuando truena de santa Bárbara, no quiero que miremos, en esta semana, al cielo y el resto del año como si aquí no hubiera pasado nada.
Quiero
agarrarme a la fe, humilde, sencilla, bruta y tosca en algunos casos, a la fe
del que no entiende, de tres personajes que aparecen en este único acto que
dividimos en tres partes.
Quiero
fijarme en Pedro. Pedro es la imagen típica del farruco, del bravucón, del que
lo sabe todo, pero que mete la pata en infinidad de ocasiones. Es la fe de
muchos de nosotros. Es la fe de los que nos damos golpes en el pecho y que
criticamos infinidad de cosas que hacemos en nuestra bendita iglesia y en
nuestras comunidades parroquiales. Es la fe de los que decimos que ya está bien
y no queremos hacer más, pero que siempre acabamos arrimando el hombro. Pedro
es que no quiere que le laven los pies, el que dice que no negará nunca y un
gallo se le adelanta por tres veces, es el que no se queda nunca dormido y no
es capaz de mantenerse despierto, al que no quiere que le laven los pies y
termina siendo besado por quien es el autor de la vida.... ojalá tuviéramos
muchos un pizco de fe como la de Pedro.
Quiero
fijarme en Simón, el de Cirene. Es el anónimo de la Pasión. Es el que aparece
casualmente porque viene del campo, pero que se convierte en el alivio de un
reo ajusticiado a morir en el propio peso que lleva. Me gustaría tener un poco
de silencio y de entrega como la de Simón: ¡ cuantas cruces hoy en día
necesitan de nuestra ayuda!. ¡cuántos son los que son golpeados cuál látigo en
la vida y nosotros cruzamos de acera y miramos para otro lado!. ¡Cuántos reos
en nuestras cárceles!, ¡ cuántas familias que no llegan a fin de mes!, ¡cuántas
colas del hambre en las puertas de nuestras caritas!, ¡cuántos desahucios
injustos!, ¡cuántas soledades en nuestros hospitales!... cuántas cruces tenemos
que ayudar a llevar y no llevamos ninguna.
Quiero
fijarme en María, la de Magdala. La mujer que corre más que nadie. La mujer que
sospecha que algo ha pasado, pero que no es capaz de atisbar lo qué. La mujer
que espera encontrar la muerte, un cadáver y se encuentra con la Vida, con la
vida que va a dar sentido a la suya. La mujer que ha sido retada a que le
tiraran piedras los que no tuvieran pecado, y ni una le cayó. Una mujer de la
vida, que se encontró con la Vida. Una mujer que fue duramente criticada por
las autoridades de la época, pero que supo hacer frente a las criticas y salir
adelante.
Ya
vemos que es una semana santa diferente en muchos aspectos, pero igual que
otros años a nivel de compromiso y actitudes en la vida. Creo que el
confinamiento nos viene bien a todos, porque puede ser el termómetro de muchas
cosas: del servicio, de la ayuda en los momentos complicados, del testimonio en
momentos de duda e incertidumbre. Nuestra semana es la más importante. No nos
quedemos solamente con esta semana, es el principio de mucho y nunca el fin de
nada.
FELIZ
PASCUA
Hasta
la próxima
Paco
Mira
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