PARA LOS QUE DESEEN LEER
TODO
LO HAGO NUEVO
¿Y qué novedad les cuento hoy?
Hacía tiempo que no tocaba este cuaderno ya algo amarillento en donde, arriba, con letra irregular, escribí hace años: Diario de un cura.
Hoy
me sentí con ganas de escribir de nuevo. Bueno. Más bien me lo hicieron sentir.
Partió de Fefi, una parroquiana muy
activa. Bastó que ella, al acabar la misa del viernes, me preguntara que por
qué ya no publicaba nada. La pregunta me
siguió rondando varios días.
Me
llegó al alma tu pregunta, Fefi. Y no
cayó en saco roto. Además, me alegra que tú y otras personas entren en mi Diario. Porque la vida de un cura está llena de las
vivencias y reflexiones que la vida parroquial
ofrece. El diario de un cura es, en gran parte, el diario de la
parroquia. Y la parroquia o está
renovándose, o envejece rápidamente y se
muere. Hay que hacer que cada día sea
distinto al anterior.
Y
en estos últimos meses la vida es tan distinta que parece que estamos
estrenándolo todo. Por un lado, los coletazos (espero que los últimos) de la
pandemia del coronavirus y los comienzos
de una crisis que va a afectar negativamente
a muchísima gente de nuestros pueblos. Empezamos una nueva era.
Y
coincidiendo con esto, el adiós al
obispo Francisco y la bienvenida a José Mazuelos. Empieza también un nuevo
capítulo para las parroquias. Ojalá nos quedemos con lo bueno del que se va y
que el que viene traiga aire fresco, siempre tan necesario. Y en todo caso, que no perdamos el tiempo en tonterías. Ojalá
vayamos a lo fundamental. Menos normas, menos Ilustrísimo señor Canónigo, Reverendo señor cura y Excelentísimo Señor. Menos ropajes
episcopales, menos lenguaje artificial y más fraternidad y sencillez y alegría.
Al estilo de Jesús de Nazaret. No hay otra. Para ser verdaderamente nuevos hay
que regresar constantemente a la pureza de nuestros orígenes. Siempre tenemos que mirar al que decimos que
somos sus seguidores. Y él sigue siendo nuevo.
Estamos
en el mes de julio y, la verdad, parece que estoy aún comenzando el curso. Como
si los meses de marzo a Junio los hubiera tragado la tierra. Está siendo
todo tan distinto que me parece que,
por primera vez, ni siquiera voy a tener vacaciones. Y que el próximo
curso todo va a ser diferente. Tendremos Que renovarnos y dejar muchas de
nuestras costumbres. Hay que empezar de nuevo a mirar, a leer, a escribir…
He
recordado mucho las palabras de la Biblia:
“Vi
un cielo nuevo y una tierra nueva…Vi bajar del cielo la nueva Jerusalén. Y dijo
el que estaba sentado en el Trono (Dios):
-He
aquí que hago nuevas todas las cosas”.
Que
Dios nos haga a todos más nuevos. Aunque los años sean más.
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