viernes, 17 de julio de 2020

DIARIO DE UN CURA. JESÚS VEGA MESA


PARA LOS QUE DESEEN LEER

TODO LO HAGO NUEVO

       ¿Y qué novedad les cuento hoy?

Hacía tiempo que no tocaba este cuaderno ya algo amarillento en donde, arriba, con letra irregular, escribí hace años: Diario de un cura.

Hoy me sentí con ganas de escribir de nuevo. Bueno. Más bien me lo hicieron sentir. Partió de  Fefi, una parroquiana muy activa. Bastó que ella, al acabar la misa del viernes, me preguntara que por qué ya no publicaba nada.  La pregunta me siguió rondando varios días. 

Me llegó al alma tu pregunta, Fefi.  Y no cayó en saco roto. Además, me alegra que tú y otras personas  entren en mi Diario.  Porque la vida de un cura está llena de las vivencias y reflexiones que la vida parroquial  ofrece. El diario de un cura es, en gran parte, el diario de la parroquia.  Y la parroquia o está renovándose, o  envejece rápidamente y se muere.  Hay que hacer que cada día sea distinto al anterior.

Y en estos últimos meses la vida es tan distinta que parece que estamos estrenándolo  todo. Por un lado,  los coletazos (espero que los últimos) de la pandemia del coronavirus y  los comienzos de una crisis que va a afectar negativamente  a muchísima gente de nuestros pueblos. Empezamos una nueva era.

Y coincidiendo con esto, el adiós  al obispo Francisco y la bienvenida a José Mazuelos. Empieza también un nuevo capítulo para las parroquias. Ojalá nos quedemos con lo bueno del que se va y que el que viene traiga aire fresco, siempre tan necesario.  Y en todo caso, que no  perdamos el tiempo en tonterías. Ojalá vayamos a lo fundamental. Menos normas, menos Ilustrísimo señor Canónigo,  Reverendo señor cura  y Excelentísimo Señor. Menos ropajes episcopales, menos lenguaje artificial y más fraternidad y sencillez y alegría. Al estilo de Jesús de Nazaret. No hay otra. Para ser verdaderamente nuevos hay que regresar constantemente a la pureza de nuestros orígenes.  Siempre tenemos que mirar al que decimos que somos sus seguidores. Y él sigue siendo nuevo.

Estamos en el mes de julio y, la verdad, parece que estoy aún comenzando el curso. Como si los meses de marzo a Junio los hubiera tragado la tierra.  Está siendo  todo tan distinto que me parece que,  por primera vez, ni siquiera voy a tener vacaciones. Y que el próximo curso todo va a ser diferente. Tendremos Que renovarnos y dejar muchas de nuestras costumbres. Hay que empezar de nuevo a mirar, a leer, a escribir… 

He recordado mucho las palabras de la Biblia:

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva…Vi bajar del cielo la nueva Jerusalén. Y dijo el que estaba sentado en el Trono (Dios):

-He aquí que hago nuevas todas las cosas”.

Que Dios nos haga a todos más nuevos. Aunque los años sean más.

 


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