¿
DE VERDAD CREEMOS EN LA JUSTICIA?
Quiero compartir con uds., este fin
de semana, un sentimiento un poco contradictorio. A simple vista el evangelio
de este fin de semana (Mateo 20, 1) es totalmente injusto y no me gustaría
tachar al propio Jesús de Nazaret de un hombre que no
practica la justicia,
cuando él siempre ha cumplido la ley y entregó su vida en el bien de la
justicia. Pero al mismo tiempo este fin de semana es nuestra Señora de la
Merced, patrona de los privados de libertad también por medio de la justicia.
Uff, ¡qué complicado se me pone el tema!
Si vamos a la Real Academia de la
lengua y buscamos la palabra justicia, viene a decir que es dar a cada uno lo que le corresponde, por ello la parábola de
este fin de semana es totalmente injusta y si no fuera porque es palabra de
Dios, probablemente arrancaríamos la hora de la propia Biblia, puesto que no es de justicia que se le pague igual al
que trabaja una hora que al que ha estado trabajando de sol a sol y pasando
fatigas, calor, sed, etc... Probablemente si
fuésemos nosotros los que entrando a trabajar a las ocho de la mañana
cobrásemos igual que el que entró a las cuatro de la tarde, los abogados de los
sindicatos tendrían trabajo.
Pero quiero entender que el sentido
de justicia, el de Jesús, va más allá del sentido que nosotros tenemos. Para él
es dar a cada uno lo que necesita para vivir con dignidad. La justicia del
reino, entendida desde la generosidad de Dios, es cauce de liberación y
promoción de vida digna. Optar por la justicia del reino, es optar por un
modelo de relación entre las personas, donde el interés de las personas cede al
bien común; donde el afán de lucro cede ante condiciones de vida más humanas
para todos y donde una economía sin corazón ha dejado tirados en las orillas de
los caminos, a millones de personas en un mundo que decimos que cada vez está
más globalizado. Optar por la justicia de Dios es dejar entrar en nuestros
corazones a los más débiles, a los pobres.
Y probablemente un colectivo de
débiles, por su situación personal, social, incluso cultural, económica son los
privados de libertad. Aquellos que llamamos reclusos, presos... y a los que
normalmente etiquetamos con frases como se
lo merecen, ojala se pudran, etc... y no entendemos que hasta hace cuatro
días compartían con nosotros espacios y lugares. Una equivocación la tiene
cualquiera pero siempre en la vida hay que dar una segunda oportunidad, una
tercera, una cuarta.....
El evangelio del fin de semana
preguntaba Cuántas veces tengo que
perdonar?. Y la respuesta de Jesús fue clara: siete veces no, setenta veces siete, es decir siempre. Estos días
se habló mucho de Pastora Mira García. Alguno me preguntó si era mi hermana. No
lo es. Pero sí me gustaría verme reflejado en ella en la capacidad de perdón y
de dar segundas oportunidades como lo hizo con la guerrilla colombiana: le
mataron a un hijo, le mataron al marido... y siempre ha dicho que estaban
equivocados y que probablemente si lo hubieran pensado mejor no lo hubieran
hecho.
Alguien ha dicho que la cárcel es el
estercolero de la sociedad. Los que en ella habitan son seres humanos. Hoy
están unos, pero mañana podemos estar nosotros. Dios no quiere que los hermanos
se peleen. Probablemente los que están dentro de una prisión es porque han
hecho algo malo. Probablemente lo que hicieron fue grave o muy grave, pero eso
no nos da el derecho de crucificarlos antes de que sean juzgados. La historia
es un juez implacable que nos pone a todos en el lugar que nos corresponde.
La justicia de Dios, el reino de paz
y justicia del que habla Jesús, pasa por dar prioridad a los débiles, a los
pobres, a los desamparados, a los que no tienen a nadie que les de un beso en
un momento determinado y.... entre estos están los privados de libertad.
Hasta la próxima
Paco Mira
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