viernes, 29 de septiembre de 2017

¿CUÁL ES NUESTRA ETIQUETA ESTE FIN DE SEMANA?

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¿CUÁL ES NUESTRA ETIQUETA ESTE FIN DE SEMANA?
Les digo la verdad que puede ser un fin de semana complicado: probablemente nos entiendan aquello que no queremos decir y decimos aquello que otros interpretan como un alegato a lo que cada uno pretende. No es un juego de palabras, aunque lo parezca, pero es que además los motivos que nos ocupan, lo requieren.
El evangelio de este fin de semana (Mateo 21, 28) nos habla del “ sí
pero no y del no pero sí”: “vete a trabajar a mi viña”. En una sociedad en la que los trabajos no nos sobran; en una sociedad en la que los trabajos escasean; en una sociedad donde seguimos pretendiendo que los trabajos nos los lleven a casa, se sigue diciendo vete a trabajar a mi viña.
Pero no solamente eso. El seguir diciendo que hay que trabajar en la viña supone y exige una respuesta. Una respuesta adecuada a lo que se pide. El viñador es exigente, pagará según lo trabajado y volverá a contratar en la medida en que respondamos a sus exigencias, que nunca serán de una dictadura, sino desde el amor que corresponde en cada momento y en cada lugar.
Tengo claro que no es lo mismo el remordimiento que el arrepentimiento. Probablemente el remordimiento me hace encerrarme en mí mismo, meterme en un cascarón cual tortuga en momento de peligro y probablemente mi remordimiento nunca va a desaparecer y que cada que lo recuerdo vuelvo a sentir remordimiento. Quizás pueda ser lo que puede suceder en otros ámbitos a partir del mes que entra.
Pero el arrepentimiento no me encierra en mí mismo, sino que me pone delante de un tú, frente a alguien y lo que me duele es tanto el acto en sí mismo, cuanto haber fallado a esa persona, a su confianza, a su amor. El arrepentimiento no me condena al pasado, sino que me proyecta al futuro a no volver a fallar a esa persona.
Este fin de semana se nos invita a trabajar por el bien, en una viña, en un mundo probablemente ávido de trabajadores. Muchos decimos que vamos, muchos decimos que hay que ser solidarios, decimos que hay que ayudar a los que lo necesitan, que hay que reformar estructuras porque las que existen ya están caducas y…. al final no vamos, al final no hacemos absolutamente nada.
Otros, probablemente tengan el no por delante. No quiero comprometerme con nada ni con nadie, no quiero más grupos en la parroquia, no quiero comprometerme con ninguna ong… pero al final acabo cediendo porque en el fondo así lo siento y…. me arrepiento y por ello paso a la acción y hago aquello que en un principio dije que no. ¡Que bonita la sinceridad de quien quiere trabajar y al final lo consigue!
Probablemente este fin de semana sucederán cosas que a todos nos tienen que hacer pensar: nos podemos arrepentir de no haber hecho muchos hechos (dialogar, reflexionar, convocar a conversar….) y ese arrepentimiento nos tiene que llevar a mirarnos en el espejo de nosotros mismos y llegar a la conclusión de que la sinceridad, la humildad, … tienen que ser la bandera que enarbole nuestra existencia para siempre.
Por el contrario si vivimos con el remordimiento de lo que tenemos que hacer y no nos da la gana de hacerlo es como el hijo que dice que voy y no va. Se nos puede condenar a un pasado obsoleto del que me alimento porque no quiero renovarme en el sentido más estricto de la palabra.
Analicemos y veamos nuestras comunidades. Veamos nuestras posibilidades y disponibilidades y respondamos a la llamada que Jesús de Nazaret nos hace. Descubramos lo que Jesús, a través de la vida, de los hechos diarios nos quiere ir comunicando. Si lo hacemos probablemente haremos real lo que Pablo en la carta a la comunidad de Filipos le dice: “hagan las cosas como si el propio Jesús las hiciera”
A partir de ahora no traicionemos nuestra conciencia y respondamos a la orden vayan a trabajar a mi viña
Hasta la próxima
Paco Mira

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