DIARIO DE UN CURA LA LETRA, CON MÚSICA ENTRA
Hace unos meses, mi sobrina
Sara se rió mucho de mí. Todo, porque en algún lugar escribí que me gustaba una
canción de reguetón. En concreto, esa tan escuchada de Nicky Jam y que dice
cosas como ésta: “Te estaba buscando/ Por las calles gritando/ Eso me está
matando/.Es que yo sin ti/Y tú sin mí /Dime quién puede ser feliz / Esto no me
gusta”.
Es verdad. No me pega nada
ese estilo. Pero es que a veces una música pegadiza te hace cantar cosas con
las que, tal vez, no estás de acuerdo. También pasa lo contrario. Letras
excelentes, llenas de poesía, al ritmo de una música imposible. Tengo
admiración por muchos cantautores y grupos que, apoyados en una bonita melodía,
transmiten mensajes bellos, crítica seria y compromiso social.
La canción religiosa cuenta
también con estupendos artistas que han puesto música a textos impecables.
Lástima que, a pesar de las buenas composiciones, sigamos cantando siempre
“Juntos como hermanos” y “alabaré, alabaré”. Luis Guitarra es uno de esos
cantautores comprometidos que, cuando están en un escenario o en una iglesia,
son capaces de entusiasmar a la audiencia diciendo cosas del evangelio. No
dejen de escucharlo cuando canta, por ejemplo: “Alégrense los que creen en los
demás, / los que se dejan por otros la piel. /Preocúpense los que acumulan
bienestar,/ los que buscan el poder./ Alégrense los que construyen la Verdad, /
los que soñaron un mundo al revés. / Preocúpense los que no quieren dialogar, /
los que no saben ceder./ Alégrense los que creen en los demás...”
Pero no era sólo de estas letras y estas músicas de las que quería hablar. Me duelen esos discursos solemnes de algunos gobernantes, como el recién llegado a Estados Unidos, que, para colmo, pone de fondo un himno militar. Ni la música, ni la letra. Y me hieren los templos suntuosos, repletos de adornos, que invitan a decir qué bonito, cuánta riqueza y en donde tan difícil es rezar. Prefiero la ermita humilde, el gregoriano del monasterio y las canciones con gestos de los niños de la catequesis. O lo que canta Ricardo Arjona, poeta y músico guatemalteco: “Jesús no entiende por qué en el culto le aplauden /Hablan de honestidad sabiendo que el diezmo es un fraude./ A Jesús le da asco el pastor que se hace rico con la fe./ Jesús, hermanos míos, es verbo, no sustantivo”.
La buena letra, con buena
música sí que entra. Por eso hay que aplaudir a esos coros parroquiales que se
esmeran en cantar y que la gente cante. Y que la canción sepa a evangelio y la
melodía llegue al corazón. Y hay que felicitar a los curas y grupos de liturgia
y catequistas que están convencidos de que hay que cantar mucho y todo lo bien
que se pueda, para que el mensaje resulte agradable, fácil de digerir y alegren
el alma.
Y tenemos que alegrarnos de que
a los jóvenes y también a mucha gente grande les guste cantar y bailar y reír
poniendo ritmo a la vida. Si a eso le ponemos letras cristianas y bellas, quien
las cante se llevará todo el mensaje a su casa y a la calle. Recuerdo que hace
años, en un viaje en barco, un grupo de jóvenes sin ninguna relación con la
Iglesia, cantaba sin parar canciones religiosas probablemente aprendidas en las
catequesis. Las canciones habían calado.
Comprenderás, sobrina Sara,
que, aunque te rías conmigo, la música marca mucho y en todas las edades. Y
siempre hay a quien cantarle: ”Es que yo sin Tí/Y Tú sin mí /Dime quién puede
ser feliz”.
P.D. Mi apoyo sincero al
músico amigo, Nino Díaz, de Tías (Lanzarote) ante las muchas críticas por el
Festival de de Canarias. Es bueno escuchar otras voces (otras letras) y que la
música no siempre sea la misma. Lo que tú pretendías, Nino.
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