¿CÓMO
ME PIDES TANTO, SEÑOR?
¿Sonreír
al que deteriora e invade mi vida,
perdonar
a quien me afrenta
ayudar
a quien me arruina
y
asistir a quien me olvidó un mal día?
¿CÓMO
ME PIDES TANTO, SEÑOR?
¿Amar
al que tal vez nunca me amó,
abrazar
al que, ayer, me rechazó,
llorar
con el que, tal vez,
nunca
yo encontré consuelo en la aflicción?
¡Cómo,
Señor! ¡Dime cómo!
Cuando
ya es difícil amar al que nos ama
Caminar
con el que queremos
entregarnos
al que conocemos
o
alegrarnos con el que nos aplaude
¡Cómo,
Señor! ¡Dinos cómo hacerlo!
Cuando
nos cuesta rezar por los nuestros
o
prestar nuestra mejilla
a
quien ya nos da un beso
Cuando
es duro el ser felices
con
aquellos que con nosotros conviven
¿CÓMO
NOS PIDES TANTO, SEÑOR?
Ayúdanos
a estar en comunión permanente con Dios
y
entonces, Señor,
tal
vez no nos parezca tanto ni un imposible
ser
cómo Tú eres y llevar a cabo lo que Tú quieres:
AMOR
SIN CONDICIONES.
Amén.
Javier
Leoz
Ojo
por ojo
Ojo
por ojo,
diente
por diente,
golpe
por golpe,
insulto
por insulto,
ofensa
por ofensa,
ultraje
por ultraje,
decepción
por decepción…
Así
se va llenando
la
memoria
y el
equipaje
de
agravios,
de
rencor,
de
deudas.
Mejor
ofrecer,
contra
el puño cerrado,
una
mano abierta.
Ante
el insulto, silencio
o,
aún más, palabra de perdón.
Mejor
no subirse
al
tren del odio.
Mejor
bajarse
de
la espiral
de
la venganza.
Mejor
caminar
por
la senda
de
la concordia.
Amar
a amigos y enemigos.
A la
manera de Dios.
José
Mª Rodríguez Olaizola, sj
@jmolaizola
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