domingo, 8 de diciembre de 2024
viernes, 6 de diciembre de 2024
NOSOTROS, ¿DÓNDE ESTAMOS?
No sé si el calendario ha querido ser o no caprichoso, pero me parece interesante que en el camino del adviento, coincidan el II domingo y la figura de María. En este camino donde la vida nos va poniendo a prueba con diferentes etapas, donde subimos y bajamos, donde existen piedras que a veces nos impiden caminar con la soltura que quisiéramos, donde siempre nos encontramos con alguien que nos puede apoyar e incluso con alguien que no nos hace el camino del todo fácil... pues en este camino nos encontramos con María.
Pero me resultan sugerentes las lecturas de este fin de semana. Adán y Eva en el paraíso son felices, no tienen problemas, la vida les sonríe, todo lo tienen a su disposición, hicieron un pacto con Dios de no comer aquello que está prohibido, pero.... en un momento determinado cometieron un fallo y Dios les pregunta ¿dónde estás?. Y a partir de aquí se desencadena una serie de disculpas para intentar paliar la metedura de pata: oí ruidos, estaba desnudo, tuve miedo....
Incluso Adán, le echa la culpa a otros en vez de reconocer la suya: ¡es que la mujer que me diste...! y claro, la mujer también utilizó disculpas: es que la serpiente.... ¡qué fácil sería reconocer el error y no echarle la culpa a nadie!
María también recibe la visita de Dios. María con su vida resuelta, resulta que ahora se le va a complicar de mala manera: con novio, con planes de futuro, con la mirada puesta en cómo va a ser su vida... resulta que recibe el susto de su vida: Dios, ni más ni menos, viene a visitarla.
En esa visita, Dios le hace una oferta. Una oferta que probablemente ella puede o no aceptar. Es más: cuando escucha la oferta, también pone alguna objeción ¿cómo será eso pues no conozco varón?. Si dice que sí va a contracorriente de la opinión popular de la época. No se puede imaginar a una mujer embarazada, sin estar casada.
Sin embargo María, sin conocer el futuro que le esperaba, decidió apostar por Dios. Jugó todos los números a una sola carta. Se fió de quien no conocía, pero sin embargo le inspiró confianza y le dijo que sí. Ese sí le condicionó toda su vida y su vida estuvo marcada por un Dios que, a persar de todas las dificultades, le fue fiel y no la defraudó.
Nosotros hoy en día podemos ser como Adán y Eva o podemos ser como María. Me da la impresión que ante la llamada de Dios en los acontecimientos de la vida, muchas veces estamos poniendo disculpas: decimos que no a una vigilia de adviento o de cualquier tipo, un retiro, asistir a una celebración, la posibilidad de ejercer alguna responsabilidad en la parroquia, etc.... disculpas de tipo familiar: es que mis hijos, mis suegros, mi marido o mi mujer....
Pero quiero lanzar un aplauso a quienes son como María, a quienes se fian de Dios sin saber mucho por qué y dicen que sí a su llamada o a su proyecto. Un proyecto que a veces nos puede resultar contradictorio o que seguro que no entendemos mucho, pero si viene de Dios seguro que es bueno. Nos producirá miedo, tendremos que luchar muchas veces a contracorriente, la gente que nos rodea probablemente no lo va a entender, pero es que los caminos de Dios no son nuestros caminos y además él siempre escribe derecho en renglones torcidos.
Estoy convencido que la llamada de Dios es para oídos que están atentos a los acontecimientos diarios de nuestra vida. Una vida llena de ruidos, pero que siempre la voz de Dios se escucha si estamos atentos a ella.
En este segundo domingo de adviento que maravilla que María nos acompañe en el camino de la vida, lleno de dificultades, pero también de ilusiones y esperanzas como las que ella tuvo después de la visita del ángel.
Hasta la próxima
Paco Mira
jueves, 5 de diciembre de 2024
Lecturas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María
Lectura del libro del Génesis (3,9-15.20):
Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?»
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.»
El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?»
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.»
El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?»
Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí.»
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.»
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3c-4
R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-6.11-12):
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
Palabra de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1.26-38):En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor