Oración con el evangelio de este fin de semana.
Entrar por la puerta estrecha: esta es tu propuesta Señor, que no siempre estoy dispuesto a acogerla. Es una puerta de sacrificio y de entrega, de una vida que se hacer servicio y disponibilidad. La vida nos presenta retos en los que se puede elegir implicarse o mirar para otro lado. Las posibilidades de huida son muchas. La puerta estrecha significa estar atentos hasta en vacaciones, descansar para mejor amar; alejar pensamientos negativos, mirar con distancias los conflictos y hasta rectificar las tentaciones de tira la toalla. En la puerta estrecha nos encontramos con las personas, las podemos mirar a la cara y hasta entrever sus sufrimientos. En la puerta estrecha nadie se maquilla, todo permanece patente. Por una puerta estrecha entraste el domingo de ramos y por ella saliste al calvario cargado con la cruz. Alrededor de la puerta estrecha se acumulan los pobres pidiendo limosna, se refugian los ciegos, y entran agarrados a los marcos los que no caminan bien. Por una puerta de una ciudad sacaban a un joven muerto y observaste la angustia de su madre viuda y sola. Por la puerta estrecha hay que esperar turnos y se prueba la educación, el saludo y la atención a los más vulnerables. Supone vencer las prisas y ser uno más en el paso por la vida, al que todos tenemos derecho. En el paso de esa puerta estrecha tomamos conciencia de la diversidad y se nos examina sobre nuestros miedos ante el diferente. Por ella pasan amigos y enemigos y entonces comprobamos si somos capaces de levantar la vista o de apartarla. En la puerta estrecha de la vida te encontramos, y una puerta has abierto en el cielo, donde entran los que saben pasar por la de la tierra. Ahora me toca entrar a mí por esta puerta y descubrir tu presencia, en tantos rostros y situaciones. Que un día pueda cruzar la del cielo para verte en gloria.
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