El Vaticano ha presentado el lunes 9 de abril de 2018 la nueva exhortación apostólica del Papa titulada 'Gaudete et Exsultate', sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo. El título, que como es habitual corresponde a las dos palabras con las que comienza el documento, significa 'Alegraos y Regocijaos' y corresponde a las últimas frases de las bienaventuranzas en el Sermón de la Montaña que Jesucristo le manifiesta a los feligreses: "Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos", tal y como recoge el evangelio de San Mateo .'Gaudete et Exsultate' es el quinto documento escrito por Francisco para toda la Iglesia en estos cinco años de Pontificado
LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
“GAUDETE ET EXSULTATE” EN 20 FRASES
1. “El Señor lo pide todo y
lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la que fuimos creados. El
nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre,
aguada, licuada”. (1)
2. “Me gusta ver la santidad
en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus
hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en
los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta
constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante.
Esa es muchas veces la santidad ‘de la puerta de al lado’, de aquellos que
viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar
otra expresión, ‘la clase media de la santidad'”. (7)
3. “Muchas veces tenemos la
tentación de pensar que la santidad está reservada sólo a quienes tienen la
posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias para dedicar mucho
tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo
con amor y ofrecimiento el propio testimonio en las ocupaciones ordinarias para
dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser
santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones
de cada día, allí donde cada uno se encuentra”. (14)
4. “Esta santidad a la que
el Señor te llama irá creciendo con pequeños gestos. Por ejemplo: una señora va
al mercado a hacer las compras, encuentra a una vecina y comienza a hablar, y
vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: ‘No, no hablaré mal
de nadie’. Este es un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide
conversar acerca de sus fantasías, y aunque esté cansada se sienta a su lado y
escucha con paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica. Luego vive
un momento de angustia, pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el
rosario y reza con fe. Ese es otro camino de santidad. Luego va por la calle,
encuentra a un pobre y se detiene a conversar con él con cariño. Ese es otro
paso”. (16)
5. “Nos hace falta un
espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la
intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea
expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor. De este modo, todos los
momentos serán escalones en nuestro camino de santificación”. (31)
6. “No tengas miedo de la
santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque
llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio
ser. Depender de él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer
nuestra propia dignidad” (32)
7. “Lo que mide la
perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y
conocimientos que acumulen.(37). Una cosa es un sano y humilde uso de la razón
para reflexionar sobre la enseñanza teológica y moral del Evangelio, otra es
pretender reducir la enseñanza de Jesús a una lógica fría y dura que busca
dominarlo todo. (38)
8. “Muchas veces, en contra
del impulso del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de
museo o en una posesión de pocos. Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos
dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias,
costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el
Evangelio, quitándole su sencillez cautivante y su sal. Es quizás una forma
sutil de pelagianismo, porque parece someter la vida de la gracia a unas
estructuras humanas”. (58)
9. “Las bienaventuranzas son
como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno de nosotros se
plantea la pregunta: ‘¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?’, la
respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice
Jesús en el sermón de las bienaventuranzas”. (63)
10. “Volvamos a escuchar a
Jesús, con todo el amor y el respeto que merece el Maestro. Permitámosle que
nos golpee con sus palabras, que nos desafíe, que nos interpele a un cambio
real de vida. De otro modo, la santidad será sólo palabras”. (66)
11. “La medida que usemos
para comprender y perdonar se aplicará a nosotros para perdonarnos. La medida
que apliquemos para dar se nos aplicará en el cielo para recompensarnos. No nos
conviene olvidarlo”. (81)
12. “Cuando encuentro a una
persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese
bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en
mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben
resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio
público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un
ser humano con mi misma dignidad, a una creatura infinitamente amada por el
Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser
cristianos! ¿O acaso puede entenderse la santidad al margen de este reconocimiento
vivo de la dignidad de todo ser humano?”. (98)
13. “También es nocivo e
ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los
demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista,
comunista, populista. La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo,
debe ser clara, firme y apasionada. Pero igualmente sagrada es la vida de los
pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria”. (101)
14. “Quien de verdad quiere
dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su
existencia glorifique al santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y
cansarse intentando vivir las obras de misericordia”. (107)
15. “También los cristianos
pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los
diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se
pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y
parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena. Así se produce un
peligroso dualismo, porque en estas redes se dicen cosas que no serían
tolerables en la vida pública, y se busca compensar las propias
insatisfacciones descargando con furia los deseos de venganza”. (115)
16. “No nos hace bien mirar
desde arriba, colocarnos en el lugar de jueces sin piedad, considerar a los
otros como indignos y pretender dar lecciones permanentemente. Esa es una sutil
forma de violencia”. (117)
17. “El santo es capaz de
vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los
demás con un espíritu positivo y esperanzado. Ser cristianos es ‘gozo en el
Espíritu Santo’. (122)
18. “Dios siempre es
novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más
allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde
está la humanidad más herida y donde los seres humanos, por debajo de la
apariencia de la superficialidad y el conformismo, siguen buscando la respuesta
a la pregunta por el sentido de la vida. ¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo!
Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él
mismo se hizo periferia. (135)
19. “La vida cristiana es un
combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las
tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque
nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida”. (158)
20. “Quiero que María corone
estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bieneventuranzas de Jesús…
(/)… La Madre no necesita de muchas palaras, no le hace falta que nos
esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra
vez: “Dios te salve, María…”. (176)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.