Es
el segundo domingo de Adviento, y ahora es Juan el Bautista quien nos pide
preparar el camino del Señor "enderezando nuestros senderos". Juan
fue el último gran profeta y realizó su misión con valentía y amor a Cristo,
hasta dar la vida por él. Con su predicación, muchos judíos de su tiempo
decidieron cambiar de vida, reconocieron sus pecados y se arrepintieron. Juan
predicaba con palabras y con el ejemplo, llevando una vida sencilla, de oración
y entregado a Dios.
En
estos tiempos prenavideños, es fácil caer en el engaño de pensar que para ser
felices necesitamos vivir llenos de cosas (juguetes, ropa, regalos,
festejos...) porque así hemos aprendido a festejar la Navidad.
Lo
peor de todo, es que todo eso nos puede hacer olvidar lo verdaderamente
importante para ser felices: Dios. Y como lo dijo y lo vivió Juan: el camino
para acercar a Dios a nuestras vidas la conversión, y una vida en donde lo más
importante sea Él.
Es
tiempo de cambiar: de pasar de una vida llena de todo pero vacía de Dios, a una
vida llena de El, cambiando el egoísmo, por ver los demás; la grosería, por
respeto; la flojera por trabajo; la mentira, por verdad. Así, viviremos la
verdadera Navidad.
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