viernes, 20 de enero de 2017

UNIDAD EN LA PLURALIDAD EN LA MISIÓN

UNIDAD EN LA PLURALIDAD EN LA MISIÓN
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Esta semana que se acaba, ha sido una semana cargada de noticias, de acontecimientos, de hechos (no solamente puntuales) que tienen que marcar la vida y el quehacer diario de todos aquellos que nos llamamos y nos decimos que somos cristianos. Ser cristiano no es bautizarse, aunque eso sea la puerta de entrada. Imagínense que voy al cine. Ir al cine no es solamente comprar la entrada, es tener una predisposición al lugar, lo que veo, el acomodo, con quien voy... etc.... al final el cine será algo más que el precio. Ser cristiano es algo más que bautizarse, aunque este sea lo primero.
Una de las condiciones del cristiano es la unidad en la pluralidad. Es bueno que no todos seamos iguales, porque en eso radica la riqueza que nos hace crecer como personas y como creyentes. Es bueno que tengamos ciertas diferencias que nos atraigan como los imanes (por aquello de los polos opuestos) y solo así podemos averiguar lo que carecemos y por ello lo echamos en falta.
Sin embargo me he dado cuenta, que hay que rezar. Rezar por la unidad. Y también me he dado cuenta que rezar no es masticar o mascullar oraciones más o menos sabidas que tranquilizan nuestras ansias de cumplimiento. Rezar en dialogar con alguien que sabemos que nos escucha. Rezar es ponernos en presencia de quien tiene la gracia de podernos entender. Pero rezar nunca puede ser un diálogo de sordos, un monólogo sin preguntas y sin respuestas.
Esta semana hemos celebrado la jornada de la oración por la unidad de los cristianos. ¿No lo sabían?. Sí. Estamos separados. Y a veces me da la impresión que las ganas de estar unidos no son las más elevadas. Es curioso que en alguno de los casos y de las causas de la separación están en la actualidad más que justificadas. Es desgraciadamente curioso como ha habido una especie de caza de brujas hacia quienes no tenían el mismo credo que nosotros cuando todos teníamos el mismo Padre.
Creo que detalles como los del papa Francisco que viaja y sale como el padre del Hijo Pródigo al encuentro de los que no están en la misma casa que nosotros son un ejemplo que nosotros tenemos que tener para con aquellos que nos miran, a veces, con lupa.
Y eso hay que hacerlo desde pequeños. Desde el convencimiento de que los más jóvenes son los que tienen que ir empujando entre otras cosas porque nosotros les servimos de ejemplo. Este fin de semana se celebra la jornada de la infancia misionera. Celebramos que los más jóvenes de nuestras comunidades están llamados, mediante el ejemplo de los mayores, a ser testigos, desde su posición, de un tal Jesús.
El mensaje de Jesús, no permite medias tintas ni tampoco permite divisiones, como le dice Pablo a la comunidad de Corinto. Jesús a todos y cada uno de nosotros, nos
llama por nuestro nombre, en la situación concreta que estamos viviendo, en nuestra situación laboral y personal o incluso en nuestra
situación familiar y nos dice "ven y sígueme". Es curioso que el texto dice que dejándolo todo le siguieron. Ninguno dudó en ningún momento, aunque me imagino que la incertidumbre a más de uno le habrá venido a la cabeza. Pero las decisiones como las llamadas son en un momento y al momento.
Recemos no sordamente por la unidad; seamos capaces de inculcar a los más pequeños la alegría de un mensaje que merece la pena y sobre todo tengamos el oído atento porque todos los días se pronuncia nuestro nombre. Todos los días y en diferentes circunstancias se nos dice, ven.
Nosotros, como aquellos discípulos, ¿los seguimos?
Hasta la próxima



Paco Mira

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