PIN, PAN....¡SE ACABÓ!
Les digo la verdad que no se si es el
mejor título que le puedo poner a la reflexión de esta semana. Pero si echamos
la vista a aquel uno de enero del 2016, todos los deseos eran pocos. A algunos
ya los tenían cumplidos porque la lotería había asomado a la puerta, otros
querían que esos deseos se cumplieran en el año que comenzaba. Miren por donde,
que esos deseos, se cumplieran o no, ya no hay vuelta atrás.
Es verdad que el año que termina viene
marcado por el silbido de las balas, de los actos terroristas, de camiones
asesinos contra gente inocente, por resolución de políticas y gobiernos que
estaban indecisos, por gente que no ha podido, todavía, salir del paro, por
jóvenes que todavía no han encontrado trabajo, por gente que en la curia
vaticana quieren ir contra Francisco.... ¡cuántas cosas marcaron el 2016!.
¡Cuántas madres han llorado por la no
felicidad de sus hijos o de sus familias!. Ahora volvemos a contemplar a María
en el inicio del año. Volvemos a contemplar a María poniéndole nombre a su
Hijo, poniendo nombre a todos y cada uno de nosotros. María, como Reina de la
Paz, María como sufriente por algo que a nosotros se nos antoja imposible y que
ella insiste en que la hagamos realidad.
Lo más probable es que cuando este fin
de semana nos hemos puesto los mejores trajes; lo más probable es que cuando
este fin de semana hemos levantado la copa de cava; lo más probable que cuando
hemos ido tomando las uvas, una a una, e ir acompasando cada una de ellas a los
toques de los relojes, procurando no equivocarnos y acabar como marca la
tradición.... hemos pensado en algo o en alguien.
Lo más probable que al acabar las
campanadas hemos ido, quizás corriendo, a besar, a abrazar a la persona que más
marca nuestra vida.... con el fin de desear aquello que hemos pensado.... y
quizás la vida continúe - como cantaba el gran Julio Iglesias - igual.
No queremos ser perfectos. No queremos
ser el modelo de nadie, pero sí queremos ser los fieles cumplidores de un
Nacimiento que acabamos de celebrar y que no acabamos de dar cumplimiento.
Echemos la vista atrás, sí, pero
corrijamos aquello en lo que nos hemos equivocado. Echemos la vista atrás,
sí, y tengamos la humildad para pedir
perdón por aquello que no ha funcionado. Echemos la vista atrás, sí, pero sobre
todo a los 365 días que nos quedan por delante, porque son 365 oportunidades
nuevas con pensamientos que ya tenemos.
Dios, en su Hijo, siempre nos dice que
nunca es tarde para volver a empezar. Nunca se cansa para comenzar
oportunidades que nos tocan en la puerta.
Sí les digo que FELIZ AÑO, pero les
digo Que nunca es tarde para ser felices y en nuestra mano está, en parte, el
poder conseguirlo.
Hasta la próxima
Paco Mira
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