La
mirada limpia es aquella que ve el conjunto de la cosas de la realidad y se
asombra, porque es inteligente y mira con paciencia. La mirada limpia
comprende, analiza, hace síntesis de lo que ve y no la arrebata el juicio. Es
una mirada atenta a su alrededor, fresca, no está ensimismada en su mundito. Es
una mirada que acepta la realidad, que busca ahondar en su misterio. Una mirada
limpia no juzga a los demás por sus errores, los comprende porque sabe de los
suyos. La mirada limpia capta el hilo fino y casi invisible que une las cosas
en su armonía. Es una mirada que va a contramano de la lógica del ambiente,
porque se anima a ver más allá y no se ciega con la primera dificultad. La
mirada limpia se aventura con curiosidad sobre los entresijos de la vida. La
mirada limpia es simple: se duele con el dolor y se alegra con la alegría, no
hace show de la desgracia ni desestima la felicidad. La mirada limpia contempla
a las personas en su verdad, por eso no necesita despreciarlas, sino que ve
para qué está cada uno en el mundo.
E
Ignaciana
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