Vamos a entrar en una semana clave: la semana santa. Es una semana, que como los disfraces de carnaval, sirve para muchas cosas: para ir de apartamento, para estrenar la playa en Canarias, para viajar, para comer sancocho, etc... y lo más probable es que pocos, muy pocos la utilicen para lo que se ha creado, para un fin religioso, mejor dicho, para conmemorar el sentido auténtico de la fe cristiana: la muerte y resurrección de quien da sentido a la vida de todos y cada uno de nosotros.
José es el prototipo de hombre que acepta las decisiones sin preguntar por qué aunque en su interior dude o tema, como por ejemplo cuando le dicen que tiene que asumir a una mujer embarazada de no se sabe quien, pero que no tiene que repudiarla. Me gustaría recordar a tantos y tantos sacristanes de nuestras parroquias, o gente que trabaja desinteresadamente en ellas que aceptan decisiones de los párrocos, que incluso puede que no estén de acuerdo con ellos, pero que por el bien de la comunidad siguen adelante. ¡ cómo no mencionar en mi parroquia a Carmelo o a Ceni!.
Creo que José, desde su humildad, es también el prototipo de muchos padres que con su labor callada son capaces de sacar adelante una familia con una circunstancia especial que ellos no han buscado pero que les viene dada. Padres y hombres que desde la discreción son capaces de soportar calladamente las adversidades de un compromiso derivado de una fe religiosa.
¡Ay, que la semana santa da para mucho!. Como me imagino que aquella Jerusalém también daba para mucho hace dos mil años. Muchos subían para la fiesta, otros eran curiosos que observaban lo que se movía, otros sencillamente paseaban y... en medio de todo ello unos niños que agitaban unos ramos al paso de un personaje que hoy en día bien merece un recuerdo presencial de quienes nos decimos y llevamos el apellido de cristianos.
Un personaje, Jesús, al que le va a pasar de todo, pero que como su padre biológico José, con humildad y discreción llegará al triunfo. Un triunfo que como veremos el jueves, no asume pero acepta; un triunfo que exige sacrificio y el asume por voluntad de su padre, porque sabe que el premio final tiene su recompensa.
Sería bueno que disfrutemos de esta semana. Sería bueno que acompañáramos al que da sentido a nuestra vida en todo su camino hacia la salvación. Seguro y además es verdad, tendremos tiempo a todo. Tenemos tiempo a la playa, tenemos tiempo para los amigos, tenemos tiempo para el relax. Es más. En cualquier sitio que nos encontremos tendremos espacio y lugar para compartir con otros lo mismo que sentimos.
Unámonos a lo que Pablo comparte que : a pesar de su condición no hizo alarde, al contrario se despojó de sí mismo. Quizás esa es la actitud del cristiano: no hacer alarde para no imponer; despojarnos de nosotros mismos, siendo humildes y discretos... y seguro que entre otras cosas la semana santa nos servirá para vivir la fe en la resurrección.
Ya, desde este domingo, nos vamos a encontrar con la cruz y con un crucificado. No demos la vuelta. Plantémosle y pongámosle cara. Hoy hay muchas.
Hasta la próxima
Paco Mira
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