Comarca del Sureste:
¡Mira cómo se quieren!
Conocí a un profesor que se vanagloriaba constantemente
de los muchos viajes que hacía. Eran tiempos en los que muy pocos podían salir ni siquiera de la Isla. Y él, modulando la voz, y hasta pronunciando las zetas que no le correspondían por su lugar de nacimiento, contagiaba envidia cuando afirmaba que, como él era ciudadano del mundo, “ayer desayuné en Méjico y almorcé en Estados Unidos. Y ya ven ahora estoy en Gran Canaria, aunque mañana volaré de nuevo a América”. Entre los alumnos causaba risa y algunos pensaban incluso que no era posible semejante aventura. Aunque todos soñábamos, es verdad, que algún día tuviéramos la posibilidad de ser ciudadanos del mundo como el profesor. Esto ocurría hace más de 50 años. Y el profesor que, por otra parte, era muy valorado allí donde iba, hace bastante tiempo que hizo su último vuelo, seguro que el más feliz.
de los muchos viajes que hacía. Eran tiempos en los que muy pocos podían salir ni siquiera de la Isla. Y él, modulando la voz, y hasta pronunciando las zetas que no le correspondían por su lugar de nacimiento, contagiaba envidia cuando afirmaba que, como él era ciudadano del mundo, “ayer desayuné en Méjico y almorcé en Estados Unidos. Y ya ven ahora estoy en Gran Canaria, aunque mañana volaré de nuevo a América”. Entre los alumnos causaba risa y algunos pensaban incluso que no era posible semejante aventura. Aunque todos soñábamos, es verdad, que algún día tuviéramos la posibilidad de ser ciudadanos del mundo como el profesor. Esto ocurría hace más de 50 años. Y el profesor que, por otra parte, era muy valorado allí donde iba, hace bastante tiempo que hizo su último vuelo, seguro que el más feliz.
Hace menos años, hace 25,
aquí, en Gran Canaria, algunos políticos
buenos (sí sí, tomen nota: hay gente buena y lista y responsable en este
gremio) pensaron que si un grupo de
pueblos se unen, se podría hacer un mejor servicio a la comunidad. Realmente esto lo habían pensado otros ciudadanos dentro y fuera de la política. Lo original de todo esto es que estos dirigentes no sólo lo pensaron, que es lo más fácil, sino que lo pusieron en práctica.
pueblos se unen, se podría hacer un mejor servicio a la comunidad. Realmente esto lo habían pensado otros ciudadanos dentro y fuera de la política. Lo original de todo esto es que estos dirigentes no sólo lo pensaron, que es lo más fácil, sino que lo pusieron en práctica.
Y así, tres municipios de
Gran Canaria se dieron la mano y
empezaron una andadura nueva. Compartieron proyectos, compartieron servicios y
compartieron la ilusión de que era mejor que los tres avanzaran juntos,
desterrando celos y zancadillas. En
estos veinticinco años que se cumplieron hace sólo unos días, se ha ido
logrando que Ingenio, Agüimes y Santa Lucía
formen una misma comunidad. Yeray Rodríguez, a quien admiro por su
trabajo como repentista, lo ha celebrado
con unos versos que pueden convertirse en himno y que, entre otras cosas, dice:
“Los que hoy somos del Ingenio/ los que somos agüimenses/ o los de Santa Lucía
/todos somos del Sureste,/ de tres pueblos que se estiran/ y hacia la marea
crecen/ y que nacen Isla adentro/ porque Isla adentro convergen,/ tres pueblos
que decidimos / compartir vida y simiente.
Me encanta eso de poder
compartir vida y simiente. Porque no es tiempo, no lo debió ser nunca, de
desuniones. Ni en los pueblos ni en las familias ni en las parroquias. Ya lo
dijo Jesús hace bastantes años. Que la mejor señal para conocer si somos
discípulos suyos es que estemos unidos. Y por tanto, la forma más evidente de
desapego a lo cristiano es la división y el individualismo. Los buenos
políticos, aunque no sean creyentes, son un estímulo para trabajar por la
unidad de las parroquias, de los arciprestazgos y de las diócesis.
Tertuliano, en el siglo II
cuenta que los paganos cuando veían que los cristianos estaban unidos
exclamaban admirados: ¡Mira cómo se aman!
Mi admiración también por quienes han gobernado los tres municipios del
sureste en estos últimos 25 años.¡Mira cómo han sido capaces de unirse!
Seguramente no será necesario
hacer largos viajes en avión, como hacía el viejo profesor, para sentirse
ciudadano del mundo. Se puede empezar por poquito. Vivir en Ingenio, trabajar
en Agüimes, divertirse en Santa Lucía y,
en los tres lugares, sentirse siempre en
su pueblo, en su casa. ¡Mira cómo se quieren!
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