Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
pensamos en Ella, la Virgen,
tu Madre y nuestra Madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en Ella
como el grano de trigo se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa.
También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!
Hoy
se enciende una llama
en
la corona de Adviento
que
arda nuestra esperanza
en
el corazón despierto
y al
calor de la Madre
caminemos
este tiempo.
Huyen las tinieblas al ver
cuatro llamas resplandecer
ya la gloria está cerca
levanten los corazones.
Hoy
se enciende una llama
en
la corona de Adviento
que
arda nuestra esperanza
en
el corazón despierto
y al
calor de la Madre
caminemos
este tiempo.
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