Dentro de tu grito en la cruz caben todos nuestros
gritos,
desde el primer llanto del niño
hasta el último quejido del moribundo.
Desde tu grito lanzado al cielo encomiendan su vida
en las manos del Padre
todos los que se sienten abandonados
en un misterio incomprensible.
Desde el desconcierto lanzado como queja
de los que experimentaron tu amor
alguna vez pero se sienten abandonados ahora,
y sólo en la lucha contigo esperan su salida,
desde todas las noches del espíritu,
llega hasta tus manos de Padre nuestro grito.
En este grito tuyo último,
dolor de hombre y dolor de Dios,
inclinamos agotados la cabeza
y te entregamos el espíritu,
cuando llegamos a nuestros límites,
donde se extinguen los esfuerzos y los días
JUNTO A LA CRUZ CON MARÍA
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su
madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y, junto
a ella, al discípulo que él tanto quería, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”.
Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la
acogió como suya (Cfr. Jn 19,
25–27).
Dame, Señor,
la alegría de descubrir a tu madre
y tomarla como mía.
Dame, Señor,
la alegría de estar a la espera de tu palabra.
como lo estuvo ella.
Dame, Señor,
la finura de acoger y hacer vida tu palabra
como tu madre la acogió y vivió.
Dame, Señor,
ojos de sorpresa para contemplar
y descubrir tu presencia
en la debilidad de la vida.
Dame, Señor,
fe para conocerte y servirte
en la gente que me rodea.
Dame, Señor,
manos para acogerte y tratarte
en mis amigos y amigas
como María te acogió
y te abrazó a Ti.
Hoy es undia muy especial para todo nuestro religion
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