martes, 18 de marzo de 2014

VOCABULARIO DE SAN JOSÉ PARA ENSEÑAR AL NIÑO JESÚS

En el País de la fantasía, donde la ciencia no comprende nada y donde los niños son felices, acaban de encontrar un viejo manuscrito. Los entendidos que lo han analizado consideran que es auténtico, así que lo comunicamos a la prensa para conocimiento del mundo. Para leerlo, dicen, hay que hacerse como niños. Los que se creen grandes quizá comprenderán poco. Esperamos que al menos puedan sentir, allá muy dentro, la necesidad de hacerse hoy un poco como niños.

El manuscrito, según parece, fue un vocabulario que preparó San José para dar clases al Niño Jesús y se reproduce a continuación:

Alegría: lo que sentimos María y yo cuando te vemos.
Amigo: Es el que no piensa en sí, sino en el otro. Es el que da la vida por el que ama.   Entonces, Jesús, amigos de verdad hay pocos. O, mejor, hay uno: tú en la cruz...
Amor: eso que tú eres y que quieres que seamos todos los hombres y mujeres del planeta.
Banquete: una fiesta por algo grande. En los cielos hay banquete siempre que un pecador se convierte. ¿Cómo consigues que haya vino para tanta fiesta?
Cizaña: lo que siembra un enemigo para estropear la cosecha. Dicen que hay mucha cizaña por ahí, pero yo sólo veo trigo cuando miro tus ojos frescos, dulces, serenos, limpios.
Cordero: un animal bueno, manso, siempre listo para el sacrificio. Algunos dicen que un poco tonto, pero no puede ser tonto: los tontos son seres inteligentes empobrecidos y egoístas, y el cordero es generoso por esencia.
Cosecha: Ese momento en el cual los hombres recogemos lo que tu Padre nos dio. Se puede convertir en un momento de alegría y solidaridad o de egoísmo y rencillas.
Cruz: no quiero explicártelo. Lloro cada vez que me entero que han crucificado a un bandido.
Divorcio: una mala costumbre que permite destruir el proyecto de Dios respecto del amor humano.
Egoísmo: un amor equivocado que no lleva a nada. Creo que no entenderás nunca lo que es pues tú eres lo contrario.
Estrella: para los científicos, algo que tal vez ya no existe. Para ti y para mí, un guiño de tu Padre que saluda a los hombres y mujeres del planeta.
Lirio: una flor que se viste mejor que Salomón. Una sonrisa al cielo, un momento de paz y de ternura, una señal de tu Padre que se cuida de todo. Dile de mi parte que también crezcan árboles para no perder el trabajo de carpintero...
Lluvia: lo que manda tu Padre sobre buenos y malos y llena de goteras nuestra casa.
María: el nombre más hermoso después del tuyo. Con ella vivo y trabajo, sueño y sufro. Me ha revelado un poco de tu
misterio, y me ha dicho que tú eres único.
Matrimonio: una vocación maravillosa desde la creación del mundo que hace que hombre y mujer sean una sola carne y que ayuden a tu Padre al nacimiento de nuevos hijos.
Misericordia: no sabía lo que era hasta que tú naciste. Es compasión, es cercanía, lavar al herido, limpiar al pecador, acoger al fugitivo, perdonar al traidor. Es algo que se inicia en la tierra con tu venida y que nos puede hacer felices para siempre.
Moneda: lo que tendrás que usar para pagar impuestos. Sirve mucho si se emplea para atesorar en el cielo a base de limosnas. No sirve nada si en nuestro corazón reina el egoísmo y la avaricia, y la guardamos en un banco para aumentar los intereses y disminuir la alegría del dar.
Muerte: ese misterio que termina con nuestras vidas. Ese dolor que separa a la madre de uno de sus hijos. Esa pena que hará llorar a Marta y María. Esa experiencia por la que pasarás tú un día. Pero... ¿puede morir el amor? Un día resucitarás, y nosotros contigo. La muerte, entonces, será vencida.
Mujer: es algo maravilloso, como tu Madre. Es esa joya de la creación que sirve como santuario de la vida y como calor del hogar. Es esperanza, belleza y ternura. Es... Jesús, me callo: siempre me quedo corto cuando pienso en tu Madre.
Nazaret: es el pueblo donde fuiste concebido. Ahora es tu casa, pero me parece que se ha quedado pequeño. Tu casa es el mundo, tu cetro es la tierra, tu corona son las estrellas, y tu cama... un poco de paja. Aún no entiendo cómo lo más grande se puede contentar con un poco de pan de pobres.
Niños: los que pueden entrar en el Reino de los cielos. Los que acogen tu venida. Los que no se complican. Los que confían en sus padres como tú en el Padre.
Nube: una señal de esa lluvia bendita con la que tu Padre prepara los campos para la siembra.
Oveja: vale mucho tanto si está en el rebaño como si escapa por ahí. Sé que irás a buscar la perdida, Jesús, pero no te olvides de cuidar también a las 99 que se quedan en el redil (no sé si me harás caso, pues veo que amas mucho a tu Padre).
Pájaro: un animal que vuela y que siempre tiene algo para comer. No trabaja como tu Madre y yo para que en casa esté siempre todo listo. ¿Por qué tu Padre quiere tanto a los pájaros? Quizá para enseñarnos a volar, a pensar en el cielo, en medio de las mil aventuras de la vida que tienen siempre nuestros ojos en el suelo.
Pan: lo que comes todos los días y lo que convertirás en tu Cuerpo antes de la Pascua y a lo largo de los siglos.
Pecado: eso que nos hace tanto daño a los hombres pero que Dios puede borrar desde que tú viniste al mundo.
Pobreza: para algunos, una maldición, un fracaso. Para tu Madre y para mí, no puede haber pobreza desde que tú estás en casa...
Templo: era el lugar donde nos encontrábamos con Dios. Ahora tú te has convertido en algo mucho más importante que el Templo...
Tentación: esa prueba por la que pasamos todos los hombres y que nos invita a construir la vida sin Dios.
Trabajo: lo que hago yo y lo que tú harás cuando puedas coger la sierra y el martillo. Lo que trae el pan para la casa y la dignidad para la familia. Lo que se convierte en nuestra colaboración a la generosidad infinita de tu Padre que da comida a los gorriones y azadas a los hombres.
Vida: lo que corre por tus venas, lo que trabaja en tus células, lo que impulsa tu corazón y lo que te permite amar de modo humano. Vida es un suspiro de tu Padre, una poesía de tu Madre, tu llanto en la noche de Navidad y tu victoria (que es victoria nuestra) al salir del sepulcro un domingo de Pascua.
Viento: eso que sopla y no sabemos si viene del Este o del Oeste. Para ti, ya lo sé, es como el Espíritu, que nos lleva a ser buenos y a vivir tu Evangelio.

Vino: lo que bebemos los días de fiesta y lo que convertirás en tu Sangre.

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