Si quieres, guardarás los mandatos del Señor,
porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua:
echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo
que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve
todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre;
no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.
Palabra
de Dios
Sal 118,1-2.4-5.17-18.33-34
R./
Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Dichoso
el que, con vida intachable,
camina en
la voluntad del Señor;
dichoso
el que, guardando sus preceptos,
lo busca
de todo corazón. R/.
Tú
promulgas tus decretos
para que
se observen exactamente.
Ojalá
esté firme mi camino,
para
cumplir tus consignas. R/.
Haz bien
a tu siervo:
viviré y
cumpliré tus palabras;
ábreme
los ojos, y contemplaré
las
maravillas de tu voluntad. R/.
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes,
y lo
seguiré puntualmente;
enséñame
a cumplir tu voluntad
y a
guardarla de todo corazón. R/.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios (2,6-10):
Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría
que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan
desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida,
predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los
príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca
hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: «Ni el ojo
vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para
los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo
sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Palabra
de Dios
Evangelio
Lectura del santo evangelio según
san Mateo (5,17-37):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y
los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes
pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o
tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y
se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Os lo
aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el
reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No
matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté
peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano
"imbécil" tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama
"renegado" merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a
poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene
quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a
reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el
que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de
camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
cuarto. Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio." Pues yo os
digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella
en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale
perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te
hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a
parar entero al infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer,
que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su
mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case
con la divorciada comete adulterio. Habéis oído que se dijo a los antiguos:
"No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor."
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios;
ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la
ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o
negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no".
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»
Palabra
del Señor
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