sábado, 13 de abril de 2024

HABLEMOS DE PAZ


 

No se si es muy pedagógica la insistencia en algo, para que se cumpla. En muchos casos da la impresión de que no. Sin embargo, la pedagogía de Jesús, que no es la nuestra, pero es la que nosotros debiéramos tener, insiste en ciertas cosas que debiéramos, como cristianos tener en cuenta y una de ellas es que vuelve a insistir en la paz. Les vuelve, nos vuelve a desear la paz. Algo que es tan grande que los discípulos, nosotros, no acabamos de creernos y les dijo y nos dice: ¿por qué nos alarmamos?, ¿por qué surgen dudas en nuestro corazón?, ¿por qué tenemos miedo?. Da la impresión de que estamos renegando de algo o de Alguien.

Renegar de algo o de Alguien, podemos expresarlo de diferentes maneras: un rechazo rotundo y razonado; o bien, lo apartamos de nosotros de un modo irreflexivo, sin una razón clara para ello. Otras veces renegamos de algo simplemente porque «como no entiendo, no me entra en la cabeza, no lo admito». Y cuando renegamos de algo sin saber realmente por qué, o solo por nuestra cerrazón, tampoco somos conscientes de las consecuencias, ni para nosotros ni para los otros.

La Palabra de Dios, de este tercer domingo de pascua, nos habla de renegar. Pedro en el discurso de los hechos, echa en cara a «ese Jesús a quien ustedes entregaron y renegaron ante Pilato». Aquellos que le habían aclamado con ramos en el domingo de ramos, fueron los mismos que gritaron el viernes, ¡crucifícalo!.

También nosotros podemos renegar de Jesús de forma irreflexiva, sobre todo cuando nuestra fe es superficial, una fe que nos resulta cómoda, no exige grandes esfuerzos, cumplimos con la celebración dominical... pero cuando descubrimos que seguir a Jesús, exige esfuerzo, renuncia, cruz... nos desentendemos y no queremos saber nada más. No hay más que ver nuestras celebraciones de semana santa. A veces, renegamos de Jesús, por ignorancia, no sabemos dar razón de nuestra fe.

Nosotros procuramos vivir nuestra fe de un modo consciente y activo, procuramos, incluso, tener algún compromiso evangélico, pero nos damos cuenta, muchas veces, que eso no sale del fondo de nuestro corazón y no está lleno de la paz que el resucitado ha querido insuflar en todos y cada uno de nosotros.

Solo poniéndonos delante de él, celebrando con él, es como «nos puede abrir el entendimiento para comprender las Escrituras» y reconocerle en la fracción del pan. La resurrección es algo que humanamente no nos entra en la cabeza, pero eso no significa que no sea real. Creer en un Jesús cuya vida no ha acabado en un madero, significa que los deseos de paz, de concordia y de fraternidad son posibles en un mundo donde cada vez es más complicado creer desde la lógica del corzón.

La Pascua tiene que ser un tiempo fuerte para quienes queremos seguir a Jesús, ya que él también nos sigue diciendo que nosotros somos testigos de esto. Busquemos las razones para creer de verdad en la resurrección de Jesús y ser testigos de ella, para que todos puedan, podamos, recorrer desde ya el camino de la Vida. Ojalá que nuestras, nuestra comunidad pueda ser testigo fiel de la resurrección y del resucitado. Que nuestra comunidad sea el ejemplo vivo donde se haga realidad la palabra de Jesús: Paz a ustedes. Donde los que pasen por la calle, puedan decir que realmente en esta comunidad está presente Jesús de Nazaret. Un Dios de vivos y no un Dios de muertos.

Hasta la próxima

Paco Mira

 

 

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