¡ PUES NO HABRÁ MANIFESTACIONES!, O ¿SÍ?
Pues llevamos unos días que están bastante calentitos. Manifestaciones de unos, pérdida de formas en los otros, lanzamiento de objetos - algunos de cierta consistencia y contundencia - por no querer que algunos hablen en mi barrio o en mi zona como si la calle (como decía un cierto político de tiempos pretéritos) tuviera una propiedad privada o un vado de reserva. Esto es la salsa - dicen algunos - de la política. Pues les digo la verdad que me está empezando a cansar un poco esta salsa. Creo que es un poco agria.Además, si no tuviéramos la pandemia, nuestras calles se llenarían de gente porque este fin de semana es el día del trabajo. Como si el resto del año no tuviéramos que rendir a quien nos sustenta para poder comer todos los días. Si no tuviéramos pandemia, las pancartas serían las que nos indiquen lo que los sindicatos dicen que prometen, pero que a veces dudo que se cumplan sus expectativas, pero seguro que todo quedará en forma telemática. No habrá manifestaciones multitudinarias, de esas en que las delegaciones del gobierno y los convocantes nunca se ponen de acuerdo en el número de participantes.
Sin embargo, este fin de semana un gran líder, lanza la consigna para sus seguidores: permanezcan en mí, no nos demos de baja en su proyecto que encima, no como los sindicatos, es gratuito y nos llena de buenos y grandes momentos. Seguro que los grandes líderes pronunciaran grandes discursos que seguro que no se lo creen ni ellos, pero Jesús nos dirá que sus palabras han de permanecer en todos y cada uno de nosotros. En alguna ocasión llegó a decir que sus palabras eran espíritu y vida.
En el fondo, el evangelio de este fin de semana, nos pone de manifiesto cómo nos estamos dejando empapar en esta época de pandemia. El discípulo de hoy es el que tiene que tener una savia verde, unos sarmientos que rebosen alegría y jovialidad porque el sarmiento siempre está presto para su labor. Muchos de nosotros vivimos una religiosidad fuera de Jesús, fuera del sarmiento principal y cada vez más aferrados a ciertas prácticas que no tienen nada que ver con lo esencial (esa agua bendita que llevamos para casa para no sé qué; ese santo que metemos en la nevera porque no nos ha hecho caso, etc...).
Ser cristiano hoy exige una pasión por el proyecto de Jesús. Muchos de los que nos consideramos cristianos ponemos entusiasmo, empeño en discursos a las masas en días como el de este fin de semana, pero no ponemos ganas ni entusiasmo en lo principal e importante de nuestra vida. Todos tenemos que ser sarmientos, tenemos que estar pegados al tronco que hace que nos sintamos vida y con vida.
El gran ejemplo también lo tenemos en nuestras madres. Dicen que es el día de la madre, cuando eso es durante todo el año. Pero ¡cuántas madres han sido también sarmiento de fe en nuestras vidas! Madres muchas de ellas que no tenían unos conocimientos excesivos pero que nos enseñaron lo básico de
nuestra religiosidad. Tan básico era que no lo hemos vuelto a olvidar en la vida y ¡qué casualidad que ahora lo olvidamos con una facilidad pasmosa!
Jesús sigue diciendo que él es la vid y nosotros los sarmientos, pero sobre todo que permanezcamos en su amor. Permanezcamos también en el amor a nuestra madre, que seamos capaces de recordarlas, valorarlas, quererlas, achucharlas.... lo que no hagamos con ellas en vida, no nos lo echemos en cara en su ausencia.
Ojalá que las manifestaciones de este fin de semana, sean manifestaciones de amor verdadero, sin trampas, sin palabras que no se cree nadie.
FELIZ PASCUA
Hasta la próxima
Paco Mira
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