¡ Uff, pues está la cosa complicada!. La Palabra de Dios, siempre está con los acontecimientos, y el evangelio de esta semana está con la realidad que nos ocupa. Las hermanas de Lázaro seguro que le preguntaron a Jesús, “ tan amigo que eras de mi hermano, ¿dónde estabas?. Ahora que es cuando más te necesitamos, resulta que no estabas. Si estuvieras aquí tu amigo, nuestro hermano no hubiese muerto. No entendemos cómo dejas que sucedan cosas como estas”
¡Qué complicado tuvo que ser para Jesús!: me lo imagino cogiendo aire antes de responder; me lo imagino poniéndose colorado antes de mirar a los ojos a las hermanas de su mejor amigo; me lo imagino mirando al cielo, siendo empático con su Padre Dios, antes de hacer lo que hizo.
Lo que estamos viviendo estos dias, no tiene nombre o si lo tiene ninguno queremos llamarlo como tal, dando a entender que lo queremos lo más lejos posible. Ninguno queremos entrar en la lista de esos más tres mil que desgraciadamente se van solos, sin familiares que les acompañen, sin nadie que les de el último beso en el momento del adiós, que serán depositados en una pista de hielo, depositados en el frío más intenso de la soledad más absoluta: “si hubieses estado aquí, no se hubiese muerto!.
Probablemente sea el grito más desgarrador que muchas gargantas, creyentes o no, lanzan estos días. Muchos que creen no tener la respuesta que quieren tener, porque su problema no se soluciona, argumentan – una vez más equivocadamente – que ese Dios clemente y compasivo no existe y que los que decimos que creemos en él, lo estamos haciendo de una manera que no tiene explicación.
Pero creo que en estos casos, los cristianos tenemos que dar testimonio de nuestra fe, sabiendo que no es nada fácil y que nuestros sentimientos y realidades son también de este mundo. Jesús no es el mago de la tribu; Jesús no es el mago que saca el conejo de la chistera y dando un grito hizo que su amigo Lázaro saliera de una tumba. Lázaro quedó donde estaba y Jesús lloró la muerte de su amigo. Seguro que no habría quien le diera consuelo, como a cualquiera de nosotros.
Jesús estaba con Marta y María. Jesús estaba con la vida, porque él es la Vida que da vida. No se trata tanto de acusar con el dedo: ¿dónde estabas, si estuvieras aquí….? está con el que vive – con las hermanas -, seguro que recordando los buenos momentos vividos con Lázaro, lo que aprendieron de Lázaro, la enseñanza que dejó Lázaro, etc… en definitiva que Lázaro sigue vivo en el recuerdo y en la memoria de todos aquellos que le apreciaron y le quisieron empezando por los más cercanos (hermanas) y acabando por su gran amigo del alma que era Jesús.
En estos días nuestro desagradable amigo covid 19, está regando nuestro país de Lázaros de la vida y todos nos preguntamos: ¿dónde estás?’ ¿por qué a mí? y Jesús sigue – como en el evangelio de este fin de semana – al lado de la vida. Al lado del que lucha por continuar aunque la vida nos de palos por todos los lados; Jesús sigue estando en la fuerza de tantos sanitarios que sacando fuerzas de flaqueza, nos insuflan un aliento de esperanza en unos pulmones que, a veces , se secan por falta de ánimo. Un Jesús que sigue estando al lado de todos aquellos que de una manera desinteresada ofrecen sus manos, tiempo, ganas, ilusión… en aquello que hace falta, desde una mascarilla artesana a un café calentito a camioneros que llevan lo más básico para que no nos falte de nada.
Solo entendiendo así a Jesús, es cuando él nos recuerda que Yo soy la resurrección y la vida, ¿crees esto?. Sí Señor, yo creo.
Fuerza para todos. Resistiremos para seguir viviendo y confiando en que Jesús es la resurrección y la vida.
Feliz Cuaresma
Hasta la próxima
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