Queridos
Reyes Magos:
Todos
los años, cuando llegan estas fechas, mi pensamiento se vuelve hacia vosotros.
Y, junto con él, mi corazón me va dictando una serie de deseos que, con vuestra
ayuda, quisiera los llevaseis a feliz realidad.
-
Dejad
en el mundo UNA ESCOBA. Para barrer todo lo que suene a violencia y terrorismo.
Que no quede ni un solo rincón en las personas con resquicio de rencor o de
odio.
-Traed
multitud de bolsas de JABON. Para
limpiar nuestras personas de aquello que, la sociedad, va imponiendo como
normal y lógico.
-Echad,
en los ojos de todos los hombres y mujeres, COLIRIUM. Para que los unos a los
otros, lejos de vernos como adversarios, sepamos contemplarnos y respetarnos
como hermanos.
-Esconded,
debajo de las almohadas de los que os esperan, SUEÑOS. Nunca, como hoy, tenemos
abundancia de bienes para vivir y, nunca como hoy, hemos perdido los ideales
por los que luchar.
-En
un rincón del corazón de las personas, derramad toneladas de AZÚCAR. Las
prisas, los agobios, los trabajos, el afán de superación, nos está convirtiendo
en autómatas. Escasamente nos miramos a los ojos. ¡Necesitamos un poco de
dulzura!
-Si
en vuestros almacenes existen, solicitamos que nos proporcionéis unas LIMAS.
Cada día que pasa, y por diversas circunstancias, los tropiezos, las
dificultades, los roces, hacen que nos distanciemos y que se acrecienten las
diferencias. ¡Necesitamos suavizar las discrepancias!
-Traednos
unas grandes TIJERAS. Para cortar todo aquello que no es positivo en nosotros.
Para confeccionar un traje con la etiqueta del amor, con los botones de la
esperanza y de la caridad. ¡Ayudadnos, en este Año de la Fe, a saber qué es y
qué conlleva el vestir el traje cristiano!
-Que
vuestros pajes, aunque piensen que no ocupa nada, que nos transporten un poco
de ALEGRIA. Es un bien muy escaso. Es tan invisible que, en el mundo donde
vivimos, no lo percibimos. ¡La necesitamos para volver a sonreir!
-Todos
los años, os dejamos en el balcón o en la ventana, nuestro calzado. En el
presente año dejadnos unos ZAPATOS CELESTIALES. De tal manera que, al
colocarlos en este Año de la Fe, debajo de nuestros pies, caminemos por las
sendas de la verdad, de la justicia y del perdón. ¿Tendréis mi número?
-Si
además añaden un ABRELATAS para abrir nuestro corazón a Dios y un
IMPERMEABLE
para protegernos de las tormentas que descargan contra nuestras convicciones
religiosas, os quedaré –como si fuera un niño- altamente agradecido.
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