DE
ANIMALES, PERO SOBRE TODO DE AMOR Y COMPROMISO
De
vez en cuando es bueno culturizarse. Por eso cuando hay alguna
palabra que no entendemos o cuyo significado no lo tenemos muy claro,
es necesario y conveniente acudir a las fuentes. Estos días se armó
el revuelo por una palabra que iba unida al delito. La palabra es
“manada”.
Lejos de interpretar lo que probablemente no fuera, acudí al
diccionario de la Real Academia de la Lengua y define ésta, con lo
siguiente: “conjunto
de ciertos animales, de una misma especie, que andan reunidos”.
Habiendo
dejado ya a un lado el tiempo de calentura, quiero expresar que
nosotros , los seres humanos, también somos animales, pero que
muchas veces pensamos. Sin embargo, cada día que pasa, me doy cuenta
que nos estamos pareciendo más a los de la definición de la RAE:
más violencia de género, más malos tratos, mas insolidarios, más
bullyng… y probablemente los jueces, que además por estas fechas
están en huelga, no dan avío a solucionar problemas. Una chica,
está en boca de todo un país, porque una manada de animales, los de
la rae, desgraciadamente así lo han querido. Me gustaría que las
desgracias sirvan para solucionar lo que no funciona, no para
recrearnos en el morbo televisivo o periodístico y hurgar en una
herida que no nos corresponde.
Pero
como siempre, el fin de semana nos trae una noticia buena
(evangelio), una noticia que nos tiene que llenar de esperanza. Y la
esperanza nos tiene que hacer que nos pongamos en camino, nos tiene
que llevar al movimiento no al inmovilismo que nos recuerda el libro
de los hechos, “¿qué
hacen mirando al cielo, varones sin alegría?”. Es
el fin de semana de la Ascensión.
Los
discípulos de ayer, como los de hoy, hemos recibido el mandato de
Jesús de anunciar el evangelio, de ser misioneros. Una buena noticia
que no se puede convertir en una propiedad privada de unos cuantos,
pues su alcance tiene que ser universal. La buena noticia que estamos
llamados a anunciar a tiempo y a destiempo, no es un conjunto de
consejos piadosos que se han transmitido de generación en
generación, sino el anuncio de un proyecto de salvación que Dios
tiene para todos nosotros: una palabra y una vida que, al comunicarla
y compartirla, genera un dinamismo capaz de transformar hondamente la
vida de quien la acoge.
Guardar
el mensaje en el arcón o en el baúl de los recuerdos es un acto de
egoísmo injusto. No podemos callar ni ocultar el mensaje que a
nosotros nos cambió la vida llenándola de sentido, o anunciarlo
solamente a los que nos caen bien, a los que nos aplauden, los que
comparten nuestra forma de ser y pensar… el mensaje ha de ser a
toda la creación.
La
comunidad, nuestra casa, nuestra Iglesia, tiene que ser y tener las
puertas abiertas. Si así lo hacemos, probablemente estamos
demostrando que hemos acogido el mensaje salvador. ¿ por qué poner
tantas trabas a los que quieren volver a nuestra casa?. Pero quizás
sea tema de otra reflexión
Hasta
la próxima
Paco
Mira


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