Estamos seguros, Señor, contigo.
La savia que nos recorre es fuerte y pura,
no tememos a nada, pues estamos contigo,
eres Tú quien potencia nuestra vida,
la energía que brota de nuestras entrañas,
el impulso que reaviva nuestra historia.
Si estamos agarrados a Ti, Padre,
no tienen sentido tantas dudas,
no comprendo cómo tengo distracciones,
ni por qué confundo los valores,
ni cómo es posible que actúe en desamor,
si eres Tú quien me guía y quien me nutre.
Tú eres la vid, y como soy sarmiento,
a veces me desaliento y reseco,
pero Tú estás ahí, por los adentros,
renovando mi ilusión, poniéndome en misión,
haciendo junto a mí esta tarea
de construir el mundo a tu manera.
Soy un sarmiento seco, y bien lo siento,
pues si estuviera más agarrado a Ti,
más desde dentro,
no me perdería en tonterías,
no haría daño a nadie, no estaría triste,
no buscaría en cosas llenar mi ansiedad,
sino que dejaría que tu savia circulara por mí.
Tú Señor, que eres la vid,
que eres el fuerte,
sujétame fuerte a tu tronco,
hazme dar fruto dulce y jugoso,
mantenme transpirable y disponible,
no dejes secar mis ramas débiles,
ni permitas que se endurezcan
mis adentros,
Tú que conoces mis plagas y mis miedos.
Mari Patxi Ayerra
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