Volvemos
en este tiempo la mirada a la experiencia de ser invitado. Al igual que en el
tiempo anterior hablamos de “salió el sembrador a sembrar”, en este tiempo
litúrgico vamos a vivir y sentir la experiencia del sembrador como el Padre que
sale a invitarnos. Esta es la experiencia central que invitamos a los alumnos y
catequizan- dos: “Somos invitados”, “somos escogidos”, “somos llamados”, para
una fiesta, para un banquete. Es verdad que Jesús se nos da de manera gratuita,
porque ese Padre con entrañas de madre (Juan Pablo I). El tiempo de Cuaresma lo
vivimos como un tiempo, diríamos, de conversión. Pues este tiempo lo vamos a intentar
vivir como un tiempo de invitación, de ser llamado a un gran banquete. Vamos a
ir trabajando la parábola de Mateo 22, 1-14.
El
tiempo cuaresmal es un tiempo que, de alguna manera, deberíamos vivirlo como
invitación, como preparación para el gran banquete de bodas del Hijo con
nosotros, con todos nosotros. Por ello en este tiempo litúrgico, vamos a ir
trabajan- do esa experiencia para vivirla.
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